Es un controvertido concepto que surge del debate político y sociológico que
tiene lugar en Alemania, pero que puede aplicarse a otras sociedades occidentales.
Este nuevo término, acuñado por la Fundación Friedrich Ebert (socialdemócrata),
define una nueva clase baja o proletariado, palabras que llevan décadas ausentes
del discurso público. Recientes estudios empíricos han demostrado, sin embargo,
que está surgiendo un estrato social, dentro del proceso de reforma posindustrial,
que está cada vez más desconectado del resto de la sociedad alemana. Están excluidos
económica y culturalmente.

Estas personas (al menos el 8% de la población del país, sobre todo concentrado
en los Estados de la antigua Alemania Democrática) viven en condiciones precarias.
Tienen poca o ninguna formación, están en el paro o sus trabajos son temporales.
Con frecuencia viven en familias monoparentales y sufren enfermedades crónicas.
No votan ni emiten votos protesta y se caracterizan por una extrema desconfianza
en las instituciones políticas.

El precariado, formado sobre todo por hombres, se siente traicionado por la
política y la sociedad en general, y sobrepasado por las complejas transformaciones
socioeconómicas. Sus integrantes ya no tienen ninguna aspiración social, ni
para ellos ni para sus hijos. Es la consecuencia del fin de la movilidad social
durante generaciones, una historia de resignación y desesperanza.