Dos hombres pasan al lado de un poster con la imagen del ex primer ministro israelí Ehud Olmert y la frase "se busca", en relación a los casos de corrupción en los que se ha visto envuelto el ex dirigente. AFP/Getty ImagesCada vez es más común que sus dirigentes estén implicados en corruptelas económicas y políticas.


Mientras vemos cómo los dirigentes palestinos e israelíes se encuentran constantemente enfrentados por cuestiones tales como la soberanía, el trazado de las fronteras, la construcción de nuevos asentamientos, el retorno de los refugiados o la capitalidad de Jerusalén, muchas veces hacen negocios conjuntos que les reportan pingües beneficios. El caso más paradigmático durante el Proceso de Oslo fue el casino Oasis –construido con capital del millonario austríaco Martin Schlaff, quien era amigo personal del entonces Primer Ministro de Israel Ariel Sharon, así como de inversores institucionales palestinos y de inversores privados israelíes– que fue ubicado en la ciudad autónoma palestina de Jericó dado que tanto la ley judía o Jalajá como el islam prohíben los juegos de azar.


Estos negocios conjuntos han sido en ocasiones investigados por las respectivas fiscalías, terminando algunos de ellos en condenas por sentencia judicial. Pues si algo tienen en común los actuales dirigentes israelíes con sus vecinos palestinos es que cada vez presentan más altos índices de corrupción, tal como demuestran los indicadores de percepción social elaborados por Transparencia Internacional. Atrás quedaron aquellos líderes austeros e incorruptibles del sionismo original, como David Ben Gurión, que se retiró de la política activa a un pobre kibutz del Neguev (lo que contrasta con Ehud Barak, quien lo ha hecho a un apartamento de lujo en Tel Aviv valorado en más de ocho millones de euros) o Menahem Begin, quien viajaba al extranjero de la forma más modesta (lo que contrasta con Benjamín Netanyahu, quien hizo instalar una cama en el avión oficial para efectuar un vuelo a Londres de sólo cinco horas, con un coste adicional de más de 100.000 euros al erario público).



Corrupción en Palestina


La actual parálisis de las negociaciones –tras el fracaso, al menos temporal, del Plan Kerry– ha abierto la puerta al retorno de uno de los elementos más corruptos del sistema político palestino como es Mohammad Rashid, quien en su momento estuviera al cargo de la caja B de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). La eventual vuelta Rashid a la arena política implicaría que la Administración Obama y la UE podrían volver a apoyar un liderazgo palestino alternativo cuya principal fuerza motriz fuera la corrupción, que siempre ha caracterizado a este personaje. Rashid mantiene relaciones con otros elementos corruptos del sistema político israelí, como el ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, quien fue procesado por fraude y prevaricación el pasado mes de noviembre, aunque luego fuera exonerado ante los tribunales de justicia y se haya reincorporado al gabinete.


Rashid se convirtió en persona non grata en Palestina después de vaciar las arcas gubernamentales y trasladar su centro de operaciones desde Ramala a El Cairo, y de ahí a Londres. El fiscal general de la ANP, Ahmed al Mughani, imputó al escurridizo Rashid, que posteriormente fue juzgado in absentia por el Tribunal Anti-Corrupción en junio de 2012 y condenado a cumplir ...