Amazon.com logró hace cuatro años que un tribunal de EE UU obligase
a su principal competidor, Barnesandnoble.com, a añadir un golpe más
de ratón al proceso de compra de los usuarios registrados en su librería
online. Meses antes, Amazon había patentado su sistema de compra online 1-Click. Este caso es tal vez el más famoso de los conflictos sobre
patentes de software, pero no es una excepción.

En los últimos años, estas patentes se han multiplicado –los
hipervínculos, los carros de compra virtuales, las ventanas pop-up,
la compra por Internet con tarjeta de crédito o las descargas de programas– del
mismo modo que los pleitos en torno a ellas. Una situación que, según
organizaciones como la Fundación para una Infraestructura de Información
Libre (www.ffii.org), de Múnich, o la estadounidense Fundación
Frontera Electrónica (www.eff.org), condiciona la innovación
tecnológica y amenaza la supervivencia de pequeñas empresas y
diseñadores independientes de programas ante el acoso de los abogados
de multinacionales o de empresas especializadas en patentar y rentabilizar
ideas huérfanas.

Ahora le toca el turno a la Unión Europea; eso sí, cuando el
Parlamento y el Consejo consigan ponerse de acuerdo sobre el texto final de
la directiva que armonizará el sistema europeo de patentes de software.

PÁGINAS DE INTERNET QUE MARCAN TENDENCIAS

Un ‘click’, no: dos
Amazon.com logró hace cuatro años que un tribunal de EE UU obligase
a su principal competidor, Barnesandnoble.com, a añadir un golpe más
de ratón al proceso de compra de los usuarios registrados en su librería
online. Meses antes, Amazon había patentado su sistema de compra online 1-Click. Este caso es tal vez el más famoso de los conflictos sobre
patentes de software, pero no es una excepción.

En los últimos años, estas patentes se han multiplicado –los
hipervínculos, los carros de compra virtuales, las ventanas pop-up,
la compra por Internet con tarjeta de crédito o las descargas de programas– del
mismo modo que los pleitos en torno a ellas. Una situación que, según
organizaciones como la Fundación para una Infraestructura de Información
Libre (www.ffii.org), de Múnich, o la estadounidense Fundación
Frontera Electrónica (www.eff.org), condiciona la innovación
tecnológica y amenaza la supervivencia de pequeñas empresas y
diseñadores independientes de programas ante el acoso de los abogados
de multinacionales o de empresas especializadas en patentar y rentabilizar
ideas huérfanas.

Ahora le toca el turno a la Unión Europea; eso sí, cuando el
Parlamento y el Consejo consigan ponerse de acuerdo sobre el texto final de
la directiva que armonizará el sistema europeo de patentes de software. –Fernando
Espada

Fernando Espada es editor gerente
de FP edición
española.