Cómo pueden construir los países una universalidad compartida para comprenderse mejor.

 

america latina
© bill2499 – Fotolia.com

 

Forma parte de la esencia de la política el intento de realización de las ideas, ingrediente esencial de la elaboración de todas las políticas públicas. Y de la política exterior, con las especificidades que conlleva. De alguna manera, el propio sistema internacional es una idea y también lo son sus elementos, conceptos y supuestos implícitos. Ideas que mueven el ejercicio del poder global; y éste, a su vez, produce las propias ideas y normas que determinan su funcionamiento. De ahí que el poder de un actor en el seno del sistema internacional sea también el de formulación y promoción de ideas como paradigma dominante. Ideas, y conocimiento; pues la acción en el mundo se basa en el conocimiento de éste. De ahí también que la capacidad de producción de ideas constituya un reto colectivo del Estado y de la sociedad, con una necesaria implicación y dimensión internacional, que ha experimentado un salto cualitativo en la globalización de la sociedad de la información. Una capacidad que depende en última instancia de sus recursos humanos y por ello, en buena medida, de su sistema educativo, universitario y de investigación.

Conocimiento, visión del mundo, cultura, cuestionamiento que se refleja y es objeto no sólo en la actividad académica de investigación y docencia, sino en su propia estructuración. En el surgimiento y consolidación de los area studies como disciplinas autónomas, que hacen de un área geográfica objeto de aprehensión diferenciada e interdisciplinar. Y en el de su cuestionamiento, en sus supuestos implícitos, a partir del germinal Orientalismo del intelectual palestino Edward Said, en razón de las distorsiones que provoca esa diferenciación, la creación de la realidad objeto de estudio a la que tiende, el designio político de dominación al que pudiera responder. Area studies entre los que ocupan un destacado lugar, desde su temprano desarrollo en Estados Unidos, los Estudios Latinoamericanos.

Constituye la dimensión latinoamericana componente y factor esencial de la proyección global de la actoría internacional de España, diferencial potenciador de su peso internacional no sólo en sus relaciones con América Latina, sino frente a otros actores y en otros lugares. En la acción y relación económica, política o cultural y también en el conocimiento de la región es uno de los grandes activos potenciales de España como actor internacional en la era de la globalización. Además de ser uno de los ámbitos con mayores posibilidades de triangulación, de aumento de nuestro poder blando e influencia. Conocer, para otros, Latinoamérica a través de España, formar en ella a los académicos, periodistas y directivos de empresas de otros países que quieren hacer de la zona objeto de su interés y acción internacional, en especial en Asia.

Potencialidad sin embargo que dista de convertirse en la realidad que podría llegar a ser. España cuenta hoy – aparte de los estudios de Historia de América – con algunos programas de posgrado de estudios latinoamericanos. Casi todos los departamentos en ciencias sociales en las universidades españolas tienen algún profesor dedicado a América Latina. Pero difícilmente ninguna tiene la masa crítica para ser un referente internacional, excepto el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Salamanca (uno de los mayores del mundo dedicados a América Latina), cuyos catedráticos o profesores titulares dedican su labor de investigación a temas relacionadas con la región. El Instituto de Iberoamérica de dicho centro produce algunos de los informes de referencia global para el conocimiento político de América Latina, como los dedicados a las élites parlamentarias. Y América Latina hoy es la única revista académica editada en España que puede encontrarse en cualquier departamento de estudios latinoamericanos del mundo.

Notable, mas sobre todo excepción, lógica y esperable, al constituir una posibilidad permitida por el sistema pero no promovida por él. No se pide a los departamentos de Ciencia Política que se concentren en el estudio de los sistemas políticos latinoamericanos, ni en ninguna otra cuestión; lo habitual es encontrar a profesores dedicados, en ejercicio de su libertad de cátedra e investigación, a las más diversas cuestiones, desde comportamientos electorales a teoría política. Y ello tiene mucho que ver con un modelo universitario que ha promovido una gran proliferación de centros, pero poca especialización, de modo que se ofrecen en más lugares similares ofertas educativas genéricas. Difícilmente puede así esa potencialidad convertirse en realidad si se deja simplemente jugar a la lógica, las dinámicas e inercias del sistema. Su realización requiere de visión, estrategia, voluntad e impulso político, y se inscribe en el marco del reto de transformación de nuestro sistema universitario y de investigación para hacer frente a los desafíos de la globalización.

Potencialidad, mas al tiempo conciencia de las limitaciones presentes. Si comparamos, por ejemplo, el estadio de desarrollo de los estudios latinoamericanos en las universidades de Estados Unidos, nos daremos cuenta de que su peso en España no es siquiera comparable al que nos correspondería en términos proporcionales. La producción académica sobre América Latina se hace fundamentalmente en su vecino del Norte y allí se forman la mayor parte de los latinoamericanos de otros países. Cualquier latinoamericanista que se precie forma parte de la Latin American Studies Assotiation; y el congreso anual de LASA marca la pauta de los estudios latinoamericanos en el mundo. El camino recorrido por los estadounidenses no se hace de la noche a la mañana. Con los recursos humanos disponibles, España tiene margen para aumentar su impacto a través de la concentración y la coordinación. Pero éstos son insuficientes si queremos tener la ambición de convertirnos en un centro global de pensamiento y formación sobre la región. Potencialidad para cuya transformación en realidad procedería elaborar una estrategia. Ésta debería contemplar tanto la producción de conocimiento, pensamiento y análisis como la formación. Y en ésta, tanto los estudios latinoamericanos específicos, y la formación de latinoamericanistas, como la incorporación del conocimiento sobre América Latina a otros programas. Un MBA con especial atención a la zona, impartido en inglés por una de las escuelas de negocios de mayor prestigio internacional establecidas en España, y posgrados en otras materias y estudios latinoamericanos, podrían constituir ejemplos de ello.

El reto de desarrollar dicha potencialidad especialmente relevante, contra lo que, a primera vista, pudiera parecer, en la actual coyuntura de crisis económica. Pues, por un lado, la salida de toda crisis necesita un repensar, un replanteamiento, nuevos paradigmas y perspectivas desde las que afrontar la realidad; y, por otro, el pensamiento es el factor de poder internacional comparativamente menos costoso y de duración más prolongada –como nos muestra el legado de pensamiento de Grecia y de Roma, del que todavía bebemos-. Lo que resulta especialmente relevante en un escenario de declive relativo de la Unión Europea y de España. El incremento de nuestro poder de pensamiento es en tal perspectiva uno de los factores que mejor puede sustituir la disminución de otros y por ello contribuir mejor al mantenimiento o incremento de nuestro poder internacional.

Potencialidad a desarrollar, sin embargo, con y desde la conciencia de la paradoja que potencialmente conlleva, la semilla y riesgo de orientalismo que alberga. Y ello en un doble sentido.

Por un lado, el de la deconstrucción, el desentendimiento global, la potenciación de las diferencias, la distorsión orientalizadora que en definitiva conlleva la contemplación de la realidad latinoamericana como específica y diferenciadamente latinoamericana. Quien tiene un martillo tiende a ver clavos. Y a clavar. Cuando el reto y verdadera esencia de América Latina –y de la humanidad en su conjunto- es el camino hacia la universalidad compartida entre los seres humanos. Y para ello saber aprehender y comprender lo común subyacente a lo en apariencia específicamente latinoamericano; plantearse los retos universales de construcción de la paz, la democracia, el desarrollo y cualesquiera otras ideas que guíen el ideal de la vida en común entre los seres humanos en y desde ella.Que requiere afrontar el reto compartido de superación de la fragmentación académica e intelectual con que contemplamos, analizamos y aprehendemos el mundo y la vida.

Por otro, el del riesgo de que el mantenimiento de la lógica orientalista acabe teniendo un efecto boomerang que se vuelva sobre nosotros. Pues si analizamos los programas de estudios de la mayoría de las universidades occidentales observaremos que la lógica implícita que subyace a su estructuración es la de una filosofía, un pensamiento y unas ciencias sociales y humanas universales que son objeto de especificidades o particularidades en los estudios de área, de algún modo excepción o diferenciación de la regla. Que somos nosotros. Pues los area studies son siempre sobre el otro. Y así como consideramos que nuestra posición en el mundo y frente a él requiere de hacerlo objeto de nuestro conocimiento, no estamos preparados para ser nosotros a su vez objeto del suyo, materia de una extraña disciplina que confirme la excepción a su regla. O para que Platón acabe siendo un extravagante filósofo en lugar de aquel respecto al cual el pensamiento posterior son notas a pie de página. Vivimos en un cambio de era como pocas generaciones han vivido en la Historia humana, caracterizado por la emergencia simultánea de China e India, de la centralidad de Asia, por cuyas consecuencias intelectuales cabe preguntarse. Pues toda emergencia de un centro de poder global ha acabado conllevando la reconfiguración de los paradigmas globales. Preguntarnos si afrontamos la disyuntiva de construir entre todos una universalidad compartida desde la que afrontar la comprensión de las especificidades de cada uno o la de insistir en los estudios de área como vía para conocer al otro desde nuestra pretendida universalidad para acabar siendo con el tiempo materia de exóticos estudios de área que constituirán la excepción a una universalidad que no será ya nuestra.

Paradoja, y reto de superarla…

 

Artículos relacionados