A través de las nuevas tecnologías, los medios
sociales desafían
a los tradicionales.
Cuando Hunter S. Thompson se fue a Las Vegas a cubrir con el doctor Gonzo
una carrera de motos, su editor asumió el riesgo. Thompson escribiría
un delirio de gasolina, drogas y rock and roll. De motos habló poco
en Miedo y asco en Las Vegas, pero el sueño americano aparecía
despanzurrado tras los felices 60. En 1971 la guerra de Vietnam no había
acabado y un público
crítico y descontento estaba listo para ser sorprendido. El relato del
viaje de Thompson acabó convertido en icono del llamado periodismo
gonzo.
La receta: una mirada personal que hurgaba en los convencionalismos. Desde
entonces, los grandes medios dominan el periodismo, la industria multimedia
de la información y el entretenimiento, necesitada de grandes audiencias.
Los medios de masas buscan el mínimo común denominador para
llegar al máximo de público. Afloran en el centro: de la audiencia,
del mercado, de la política. Sin espacio para la imaginación,
la rebeldía y la visión radical. Viven satisfechos en el paraíso
de lo políticamente correcto, apostados en la normalidad y rebajando
su cuota de enfrentamiento con el poder, los anunciantes y parte del público,
adormecido entre la publicidad y la vida remedada en un reality
show. Cuando
Walter Lippmann puso el periodismo bajo el dios de la objetividad, nunca pensó que
el mito positivista de la verificación acabaría en la falta de
imaginación y las puntas romas de gran parte del periodismo actual.
Contra esos convencionalismos, el sueño apacible de la información
sin compromiso y la presunta objetividad disparan en Internet comandos de francotiradores.
Los medios sociales sacuden el periodismo desde los blogs
(bitácoras),
los medios participativos hiperlocales, foros, listas de correo y wikis.
Los ciudadanos asaltan los medios y les arrebatan el trono de la verdad objetiva.
Comandos de superusuarios aprovechan los instrumentos digitales para denunciar
el monopolio de la información y disputar a los medios la atención
del público más inquieto. Surge el Periodismo 3.0 o periodismo
participativo para hacer de la información una conversación entre
ciudadanos comprometidos, que no quieren estar al margen, parapetados en la
objetividad y la neutralidad. Quieren que las noticias contribuyan a cambiar
la realidad. Los superusuarios son consumidores intensivos de información
expertos en el uso de los medios y herramientas sociales, promueven la movilización
social y son los líderes de las comunidades virtuales, grupos formados
en el ciberespacio que, a través de blogs, teléfonos móviles
y foros, se relacionan, comparten ideas y se organizan para producir más
información o para actuar.
Así surgen las multitudes inteligentes que tejieron una urdimbre política
y de pequeñas donaciones que permitieron a un oscuro gobernador de Vermont,
Howard Dean, llegar hasta la recta final de las primarias demócratas
norteamericanas y convertirse después en presidente del partido. Pero
son también las jaurías lanzadas contra los medios y periodistas
tradicionales, como las que forzaron la dimisión del jefe de informativos
de ...
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