
Por qué, dónde y quién mata periodistas en México. Y cómo es que el presidente del país alienta la hostilidad contra ese gremio.
En un bar llamado La Resistencia, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, unos 50 periodistas mexicanos se reunieron a honrar a otro centenar de compañeros de oficio colocando veladoras por cada uno de ellos, los muertos por la violencia en los anteriores 22 años.
Sobre el piso del establecimiento, un pulcro espacio de nueve metros de fondo por tres de ancho, en las paredes fotos de la guerrilla zapatista que de los cerros aledaños brotó en 1994, la mano de Gabriela Gamboa colocó cinco columnas de veladoras, cada hilera con 30 unidades. Tarjetas negras impresas en letras rojas asignaban nombre a cada una de ellas. El rectángulo de luces parpadeantes era un tapete de fuego al que decenas de camarógrafos tomaban fotos y filmaban. Fuera del edificio, en la penumbra de las angostas calles del pueblo serrano, quietos hombres guardaban silencio, mientras la reportera de una televisora nacional describía ante cámara el evento.
El rectángulo perfecto hecho por Gabriela Gamboa fue, sin embargo, alterado en ese mismo instante de la solemne vigila. Una mano ajena colocó una veladora más. Una tarjeta distinta a las otras y sobre ésta un nombre escrito con caligrafía apurada, “Juan Carlos M”, fue recostada en el vaso de la nueva candela. “¿Y esto?”, preguntó uno de tantos periodistas. “Es por el que mataron hoy”.
A esa hora nocturna, los restaurantes del centro de San Cristóbal de la Casas se llenaban de comensales, extranjeros y turistas nacionales. Era el primer viernes de marzo y en el país donde más periodistas son víctimas de muerte violenta en el mundo hoy, México, un homenaje con 151 veladoras incluía ya seis llamas de los caídos en 2022, cuando apenas habían transcurrido 63 días de iniciado el año.
La guerra en Europa
Una semana después, en Chiapas también, a 430 kilómetros de distancia, esta vez en Tapachula, en la zona fronteriza con Guatemala, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador —quien en diciembre pasado llegó a la mitad de su periodo de gobierno; tres de los de seis años que indica la Constitución—, instruía al público de su diaria conferencia de prensa sobre lo que esas muertes de periodistas representan para el país: “En estos dos meses y medio (de 2022), lamentablemente han perdido la vida cerca de 5.000 mexicanos; han sido asesinados. Y de esos 5.000, cinco (eran) periodistas”. Son muy malas las comparaciones, advirtió el presidente, antes de dar las cifras con las que, a su juicio, dejaba en claro qué pequeño número es cinco ante 5.000. Agregó que por los asesinatos de esos periodistas, “solo en un caso no tenemos detenidos”.

Pese haber transcurrido una semana completa del asesinato de Juan Carlos Muñiz, en Fresnillo, ...
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