En 2010, la demanda de petróleo reanudará su trayectoria ascendente. La OPEP reaccionará aumentando la oferta, pero será muy tarde para mantener los precios bajos, con el consumo de los mercados emergentes empujándolos hacia arriba. En el caso más extremo, la reanimación de los precios del crudo podría llevar a la economía estadounidense a una crisis en W.

A medida que se recuperen las finanzas mundiales, la demanda de crudo se intensificará con respecto a los 85 millones de barriles diarios de noviembre pasado. Esa cifra es ya un 4% superior a la de la peor fase de la recesión, en mayo de 2009. Como consecuencia, los inventarios de los yacimientos en tierra y las plataformas marinas han empezado a descender. El número de buques cisterna que almacenan crudo en el Golfo de México, por ejemplo, pasó de 22 en mayo a siete en octubre.

Muchos ven en esta tendencia la señal de la recuperación. Pero esta incipiente recuperación contiene las semillas de su propia destrucción. A medida que los precios del petróleo se reponen, la economía y el empleo pueden permanecer por debajo de su nivel normal, y puede incluso avecinarse un nuevo crash. El banco Goldman Sachs ha previsto que el crudo alcance los 90 dólares por barril en 2010. Eso significaría que Estados Unidos gastaría el 4,5% de su PIB en petróleo, un lastre como los que históricamente han desencadenado las recesiones. No todos sufrirán igual. A los productores de petróleo les irá bastante bien. La OPEP ha dicho que un precio de entre 75 y 80 dólares por barril es “justo”, y “justo”, en este caso, significa “bastante bueno”. Por supuesto, a la OPEP tampoco le interesa que haya una recesión en EE UU. Intentará mantener los precios dentro de un margen controlable, y en 2010 tendrá un exceso de capacidad que le permitirá hacerlo. Pero la OPEP suele reaccionar con retraso, en parte por la tardanza en disponer de datos y en parte por puras complicaciones logísticas. Mientras tanto, los precios seguirán subiendo poco a poco.

Cuando lo hagan, cuidado. Una vez que unos precios más altos saquen a la economía rusa de su atolladero, el Kremlin, que ha demostrado su afición a proyectar su poder y a quedarse con territorios de Georgia, recobrará la confianza. Georgia es el origen del oleoducto BTC, un enlace crucial para el abastecimiento de crudo entre el sur del Cáucaso y Occidente. Rusia quizá tenga la tentación de completar la tarea que empezó en 2008. Y luego está China, con un consumo cada vez mayor de petróleo y un destino vinculado a la economía de EE UU. Si Washington tiene dificultades, la estrategia de China, centrada en las exportaciones, se resentirá, y sus dirigentes tendrán que fijar su atención en las prioridades internas. A largo plazo, el futuro podría ser aún peor. Macquarie, uno de los principales bancos de inversiones en recursos naturales, cree que la capacidad mundial de producción de crudo ha alcanzado su pico en 2009 (otros, incluida mi firma, prevén el pico para 2015). Es decir, Obama puede ser el primer presidente de Estados Unidos que vea el cénit del petróleo, con todos los problemas que eso representa. No sólo se realineará el orden mundial ante sus ojos, sino que la disminución de las reservas mundiales de crudo hará que encontrar alternativas al estilo de vida estadounidense y su inmenso consumo de petróleo sea una cuestión de supervivencia nacional.