PODER FEMENINO
Llegué a Fez (Marruecos) como cooperante universitaria en 1974 y permanecí durante varios años en el departamento de español de la Universidad. Recuerdo que asistían a los cursos de licenciatura chicos con vaqueros y muchachas con minifalda, buenos lectores, modernos y políglotas. Han transcurrido tres decenios. La orilla de la Europa mediterránea aparece en el mundo como utopía de modernidad para quienes contemplan nuestra conciencia desdoblada entre un nosotros y un vosotros que en otro tiempo se comportaron como objetos de controversia. Las mujeres de la orilla septentrional ejercemos distintas profesiones, tenemos derechos por los que peleamos largamente y hemos actualizado nuestra visión heterogénea dentro del legado común que permite, al menos, a una mayoría distanciarse del modelo tradicional. Las de la orilla sur libran una batalla más difícil.
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Hace pocos años regresé a Fez. Mis antiguas alumnas, con traje-pantalón, me presentaron a sus hijas y sobrinas de edad cercana a la que ellas tenían cuando las conocí. Y salvo un par de casos de semejanza con la generación anterior, algunas llevaban el cabello oculto bajo un bonito pañuelo y otras el coqueto velo bordado fasí que apenas deja al aire los ojos. El suave contraste entre las mujeres árabes tradicionales o modernas en sus países en mi tiempo de cooperante es más ostensible ahora que entonces. La cooperación entre las dos orillas no acaba de fluir, y el peso de la tradición y el desdén hacia Occidente de ciertos núcleos musulmanes atrae, si exceptua...