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Personas sostienen banderas de China y de Macao ante la llegada del dirigente chino, Xi Jinping, a la excolonia portuguesa, diciembre 2019. EDUARDO LEAL/AFP via Getty Images

La excolonia portuguesa ha prosperado económicamente gracias a potenciar los lazos con Pekín y explotar su ventaja comparativa como meca asiática de los casinos, aunque patrones históricos e identitarios también son clave para entender sus diferencias con Hong Kong.

En los círculos intelectuales y periodísticos de Estados Unidos ahora está de moda hablar de la “China delusion”, es decir, la supuesta sorpresa al descubrir que China, irremediablemente, no tiene por qué acabar adoptando un modelo liberal-democrático occidental. Aunque esta visión de que la historia no avanza en una dirección concreta va ganando peso, todavía aparecen análisis internacionales en los que parece que el anhelo de todo ser humano tuviera que encajar en los parámetros del liberalismo occidental. Esto pasa incluso en el análisis de la llamada “sinoesfera”: el caso más reciente es el de Macao, al que se compara con Hong Kong.

¿Por qué en Macao no están protestando como en Hong Kong? ¿Por qué en Macao se subyugan tanto ante la férrea mano de Pekín? ¿Cuánto tardarán en explotar allí las manifestaciones que ahora ocurren en Hong Kong? Todas estas preguntas –y el lenguaje fukuyamesco de reportajes como este o este otro– parten del prejuicio de que, tarde o temprano, en Macao pasará lo que está sucediendo en Hong Kong, porque eso es lo que debería pasar. Se confunde la realidad particular con el deseo universal. Cuando, en el fondo, lo único que podemos hacer es analizar la evolución de ambas ciudades, e intentar sacar alguna conclusión sobre por qué en Hong Kong la tensión con Pekín es tan fuerte y, en Macao, todo lo contrario.

Hay tres parámetros que ayudan a entender por qué Macao es como es hoy en día: la economía, la historia y la identidad. También nos sirven para establecer diferencias con Hong Kong –y entender por qué han tomado caminos diferentes.

En el ámbito económico, aunque Hong Kong y Macao son dos economías ricas y desarrolladas, hay varios factores que juegan a favor de la estabilidad interna de la excolonia portuguesa. El primero es la riqueza: según datos del Banco Mundial, Macao es actualmente la cuarta economía más rica del plantea en términos de PIB per cápita, sólo superada por Mónaco, Liechtenstein y Luxemburgo. En este sentido, su PIB per cápita es casi el doble que el de Hong Kong. Que esta explosión de riqueza se haya producido desde la reincorporación formal de Macao en China en 1999 –después de más de cuatro siglos de dominio portugués–, también favorece una visión positiva de Pekín: de 1999 hasta la actualidad, su PIB per cápita se ha multiplicado casi por seis. En 1999, Macao tenía unos niveles de riqueza per cápita equivalentes a los que hoy tienen Polonia o Croacia.

En términos de tamaño de la economía o de población, eso sí, Hong Kong tiene niveles bastante más altos que Macao: el PIB de Hong Kong, por ejemplo, es seis veces el de la excolonia lusa. A pesar de que ambas ciudades tienen problemas por el alto coste de vida, factores como el alquiler o la compra de la vivienda se han mantenido mucho más asequibles en Macao, cosa que también juega a su favor en términos de estabilidad social.

Aprovechando la autonomía que Pekín le ofreció en 1999, Macao ha especializado su economía en un ámbito: los casinos. Desde 2006, cuando superó a Las Vegas como ciudad del mundo con más ingresos gracias al juego, se ha convertido en un núcleo del turismo regional y especialmente del turismo de China continental, donde el juego y los casinos están prohibidos. Desde 1999, cuando este negocio empezó a coger fuelle, el número de turistas que visitan Macao se ha triplicado, siendo dos tercios de ellos habitantes de la China continental. El impulso económico que ha dado el sector de los casinos ha aumentado la riqueza generalizada de la población –los salarios se han doblado desde 1999–, pero a costa de una desigualdad generada por este tipo de economía, o de las actividades paralelas que atrae, como el lavado de dinero o el establecimiento de tríadas mafiosas.

La ventaja comparativa que Macao ha podido obtener al ser la ciudad de los casinos de China, también lleva asociado un problema de dependencia hacia este modelo, y de vulnerabilidad hacia factores como una reducción de la llegada de turistas o de su gasto cuando visitan la ciudad. Como apunta este artículo de Bloomberg, el 80 % de los ingresos del gobierno de Macao vienen del sector del juego. De hecho, esta dependencia es un problema a largo plazo que el Partido Comunista chino quiere solucionar: en su reciente visita a la ciudad, en el 20º aniversario de la devolución de Macao a China, el discurso del presidente Xi Jinping fue analizado por muchos medios en clave hongkonesa, pero uno de los puntos en los que el mandatario chino incidió más fue que Macao debería diversificar su economía para seguir siendo una economía relevante y una sociedad estable.

Para ayudar en este desarrollo, según apuntaba una exclusiva de la agencia Reuters en la que se citaba a funcionarios chinos, el Partido Comunista tiene planeado extender la economía de Macao en dirección al mundo de las finanzas. Por un lado, con la creación de una nueva bolsa en Macao (basada en yuanes, en vez de en la moneda local, la pataca macaense) y, por el otro, con el apoyo de bancos estatales y empresas de China continental. Según los funcionarios citados por Reuters, el objetivo, aparte de diversificar, es crear un plan de contingencia en caso de que la situación empeore en Hong Kong. En caso de que no sucediera así, se intentaría evitar que la nueva bolsa de Macao afectara los negocios de las de Hong Kong y Shenzhen, y para ello su enfoque de mercado sería hacia empresas de países lusófonos como Brasil.

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Neones de casinos y establecimientos para el juego en Macao, enero de 2020. ANTHONY WALLACE/AFP via Getty Images

Un segundo factor que diferencia a Macao de Hong Kong es su historia. Aunque ambas han sido colonias dominadas por potencias extranjeras, el control e imagen del Imperio británico y el del portugués eran de grado muy distinto. La capacidad de arraigar las instituciones y de capacidad de gestión eficiente del Reino Unido, en comparación con una gobernabilidad lusa poco fiable y más bien débil, hizo que la reincorporación a China en el caso de Macao fuera mucho mejor vista por la población.

Otros factores también incidieron: como explicaba el experto en Macao y Hong Kong Sonny Lo Shiu Hing en esta interesante columna, dos parámetros a tener en cuenta respecto a la relación de ambas ciudades con sus antiguas colonias son, por un lado, las protestas procomunistas sucedidas en ambas en los 60, y, por el otro, el ámbito educativo. Según este experto, el Gobierno luso salió debilitado de esos disturbios de los 60, mientras que el británico acabó fortaleciendo su poder. Por otro lado, en las escuelas macaenses ya se llevaba enseñando historia china desde hace décadas, también durante el dominio colonial, lo que fortaleció la conexión sentimental con la China continental; en Hong Kong, en cambio, los británicos arrinconaron esta asignatura en el sistema educativo para evitar la aparición de un sentimiento nacionalista chino, lo que creó una narrativa histórica localista donde la China continental casi no tenía ninguna presencia ni conexiones.

La mayor debilidad del Gobierno portugués después de los disturbios de los 60 hizo que tuviera que adoptar una posición más negociadora con Pekín, estableciendo una serie contactos y canales de comunicación. También ganaron peso grupos empresariales y sindicales que buscaban una aproximación mayor a China. Eso, obviamente, ayudó a suavizar la transición de 1999. También lo hizo el hecho poco conocido de que Pekín enviara varios expertos legales a Portugal años antes de la reunificación, para que se formaran en el idioma y el sistema legal, para luego ser colocados en puestos claves de la nueva Macao bajo soberanía china.

El tercer factor clave para entender el Macao actual es el de la identidad, cosa que tiene consecuencias en la visión que los macaenses tienen del Gobierno central chino. Según una encuesta de la Universidad de Hong Kong, la gran mayoría de macaenses se identifican a igual nivel como ciudadanos de Macao que como ciudadanos de China. Además, más de un 60% tiene una visión positiva del Ejecutivo chino –una valoración más alta que la que obtiene el gobierno local de Macao, que baja a casi el 50 %. A esto hay que añadir que más de un 70% de los macaenses dicen confiar en el modelo de “un país, dos sistemas”. Además de por los motivos económicos e históricos ya citados, la llegada de una gran cantidad de inmigrantes desde China continental también tiene efecto en esta percepción identitaria. Los contrastes con el caso hongkonés –donde un 53% de la población considera negativas las políticas de Pekín respecto a su ciudad– son claros.

Macao, de esta manera, es utilizado por los dirigentes chinos como un ejemplo de la viabilidad del modelo de “un país, dos sistemas”. El sistema semidemocrático y las libertades individuales de Macao son relativamente parecidas a las de Hong Kong, pero la actitud generalizada entre la población macaense es mucho menos contestataria –las últimas protestas relevantes se produjeron en 2014, por motivos laborales–, los partidos opositores tienen mucho menos apoyo que en Hong Kong y la integración económica con China es mucho mejor vista –sólo hace falta ver la reacción ante el proyecto de la “Gran Bahía” en ambas ciudades–.

El consenso y estabilidad de Macao también tiene sus críticos, que argumentan que genera una prensa más restrictiva o una libertad de manifestación limitada –las últimas convocatorias de manifestación en Macao de apoyo a Hong Kong fueron prohibidas, bajo el argumento de que realizarlas sería una “interferencia” en los asuntos internos de Hong Kong–. Pese a eso, la posición general es pragmática hacia las ventajas que puede obtener de una relación cercana con Pekín, combinada con una autonomía que le permite desarrollar una ventaja comparativa respecto al resto del país.

Teniendo en cuenta todos estos factores podemos entender cómo, pese a la narrativa de algunos, en Macao se hable mucho más de blackjack o de diversificación económica, que de barricadas o democracia.