La gran evasión: han salido del gigante asiático más de 700.000 millones de dólares en solo 13 meses.

La fuga de capitales ha superado los 630.000 millones de dólares en la segunda economía mundial en 2015 y se está acelerando en 2016. ¿De qué tienen tanto miedo los inversores?

Hace pocas semanas decíamos que no existían motivos para el pánico en el sentido de que era (y es) altamente improbable un colapso financiero de grandes proporciones o un frenazo del crecimiento tan drástico que provoque un grave malestar entre la población y, en consecuencia, la desestabilización del Gobierno.

Sin embargo, hay que reconocer que no sería la primera vez que el temor de los inversores hace realidad un acontecimiento que pocos años antes se hubiera considerado remoto. Es erróneo pensar que los mercados anticipan tendencias o ven el futuro; lo que hacen es provocar acontecimientos y, entre ellos, algunos totalmente inesperados para la inmensa mayoría de los observadores.

Un hombre camina en el distrito donde se concentran los negocios en Pekín. Fred Dufour/AFP/Getty Images
Un hombre camina en el distrito donde se concentran los negocios en Pekín. Fred Dufour/AFP/Getty Images

En el caso de China, los inversores locales y extranjeros –los mercados– han empezado a dudar de la capacidad divina del Partido Comunista. “Antes se creía que iban a  poder gestionar sin muchos sobresaltos el cambio de modelo económico, pero el verano pasado no gestionaron correctamente el desplome de la Bolsa y, desde entonces, todos hemos empezado a dudar”, reconoce a esglobal Albert Enguix, gestor de GVC Gaesco Gestión.

Hasta hace pocos meses, el pensamiento y estado de ánimo dominantes sobre China los encarnaba el economista Nicholas Lardy, experto del Peterson Institute en Washington. Sus argumentos, bien expresados en un análisis para The New York Times, podían resumirse así: China crece demasiado en empleo no agrícola, en PIB o en salarios para que podamos hablar de un aterrizaje brusco de su economía, la transición hacia el sector servicios los ha convertido en el principal motor de su PIB durante los últimos tres años, la deuda es grande pero manejable, la Bolsa se ha desplomado porque estaba artificialmente hinchada y las turbulencias financieras son en parte la consecuencia de que las reformas van en la buena dirección.

Ésa era la narrativa mayoritaria hasta el verano pasado, pero ahora mismo el consenso se inclina mucho más hacia el lado de analistas mucho más escépticos. Ellos consideran, para empezar, que el gobierno comunista ni está haciendo los deberes ni se puede asegurar que vaya a hacerlos a partir de ahora. Moreno Bertoldi y Annika Melander, dos economistas de la Comisión Europea, subrayan entre las reformas pendientes la de las empresas estatales, la de las desequilibradas cuentas de las administraciones locales y nacionales o la del sector financiero. La convicción generalizada de los escépticos es que, cuanto más tiempo pase, más se agravará la situación y más drásticas, impopulares y peligrosas para la estabilidad del Gobierno tendrán que ser las medidas que tome.

El experto en finanzas y profesor de la escuela de negocios de la Universidad de Pekín ...