Irán ha caído 11 puestos en el Índice este año. ¿Qué ha ido mal?

 

Cuando en marzo de 2008 el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la tercera oleada de sanciones contra Irán por su programa nuclear, la economía del país, impulsada por precios récord del petróleo, aún parecía estar en auge. Los ingresos petrolíferos le habían permitido crecer a un saludable ritmo del 6,9% durante 2007. Incluso había disminuido el nivel de pobreza, según el Banco Mundial. Así que ¿cómo ha subido este año el país 11 puestos en el Índice?

El Índice penaliza correctamente a Teherán por su mala gestión macroeconómica. Después de que el presidente Mahmud Ahmadineyad incrementase el gasto social para “hacer llegar el dinero del petróleo a todos los hogares”, la inflación interanual se multiplicó por dos, pasando del 15% al 30%. El aumento de la demanda hizo que el precio de bienes como la vivienda se disparase, asfixiando a los pobres y a la clase media. La llegada masiva de productos baratos importados evitó una subida aún mayor de los precios, pero perjudicó a la industria local, destruyendo puestos de trabajo. Con el fin de contener la inflación, el Banco Central restringió duramente el crédito, lo cual dañó aún más a las empresas y provocó más despidos. En diciembre, la inflación efectivamente había bajado al 20 %, pero probablemente el desempleo había aumentado. La tasa de paro en Irán ronda el 12%, y tres de cada cuatro desempleados tienen menos de 30 años.

Ahmadineyad decidió redistribuir el dinero del petróleo, entre otros motivos, a causa del creciente descontento por las desigualdades. Pero también en este aspecto los resultados han sido decepcionantes. Entre 2005 y 2007, los ingresos del 20% más rico de la población crecieron cuatro veces más rápido que los del quintil más bajo. El dinero proveniente del petróleo, que fluye a través de la injusta estructura de acceso al poder y a los cargos en Irán, parece empeorar la distribución de la renta.

Tampoco debemos exagerar la debilidad económica iraní. Por ejemplo, el Índice critica con demasiada dureza a Irán por su déficit presupuestario y por controlar los precios. El presupuesto estatal de 2008 se basaba en una previsión de precios de 39,70 dólares por barril de petróleo, mucho menos de lo que costó el barril durante gran parte del año, lo que significa que el gasto deficitario seguramente se compensó de sobra. Y aunque el Gobierno comenzó a limitar la compra de gasolina subvencionada, se podía adquirir combustible a precios que, aun siendo algo mayores, estaban muy por debajo del precio de mercado. Por último, cualquier aumento de la pobreza será amortiguado por el sistema gratuito de enseñanza, la atención sanitaria básica universal y las ayudas económicas.

Puede que lo que el Índice dice que ocurrió en 2008 en realidad sea lo que está ocurriendo en 2009. Precios del petróleo aún más bajos provocarán un enorme déficit. Si el Gobierno trata de mantener su nivel de gasto, volverá a dispararse la inflación. Si cae en la tentación de controlar el precio de productos clave, la tasa de cambio o las tasas de interés, perjudicará las exportaciones.