Nombre: Nil Codina
Progreso inclusivo para garantizar la paz y la democracia

El escritor Stefan Zweig retrataba en sus memorias El Mundo de Ayer lo que significó 1914 para una juventud europea que solo conocían el significado de la palabra progreso. Las vidas de esa generación de jóvenes, con una confianza excesiva en el desarrollo tecnológico, la cultura y la seguridad, quedaron rotas por “esa guerra que nadie quería, ni la gente ni el gobierno, aquella guerra con la que los diplomáticos habían jugado y faroleado y que después, por chapuceros, se les había escurrido entre los dedos en contra de sus propósitos”.

En 2022, las prioridades de un proyecto único como la Unión Europea deben ser garantizar la paz en Europa y, para ello, también un progreso inclusivo entre pueblos europeos y dentro de ellos. En primera instancia, defender la frágil paz en la que los países de la UE nos encontramos, mediante todos los medios pacíficos y los recursos diplomáticos. Apoyar a Ucrania en lo necesario para que la sangrienta guerra que ha dejado por lo menos 6.200 muertos termine. En segundo lugar, garantizar que Europa avance cohesionada en la defensa de los derechos humanos y la democracia dentro de sus fronteras, así como un progreso económico y social a una sola velocidad.

Con estos objetivos, cabe reevaluar las relaciones con nuestros Estados vecinos y aliados, haciendo todo lo posible para establecer relaciones de mutua confianza a la vez que se protege la autosuficiencia europea en recursos clave. Es conocido que los países de la UE importan más de la mitad de los recursos energéticos que consumen de fuera de territorio comunitario, con notoria disparidad entre Estados y poca diversidad entre proveedores. La autosuficiencia en energía e industria debe ser un proyecto vertebrador de cohesión y garante de paz interna.

Es prioritario también reforzar la democracia europea en un momento en que los jóvenes nos sentimos cada día más europeos (el 60% de aquellos entre 15 y 24 años ven positivamente la UE), pero en el que, sin embargo, la ultraderecha euroescéptica crece en las urnas. En oposición a discursos populistas, es más relevante que nunca reforzar la educación formal e informal en valores, promover la movilidad europea en todos los estratos demográficos de población también población adulta y jóvenes menores de 16 e impulsar un progreso económico equitativo para todos. La receta contra quienes defienden regresiones antidemocráticas solo puede ser más democracia.

No queremos ser los jóvenes a quienes la política y la diplomacia truncaron el camino. Proteger la paz y la democracia debe ser la prioridad primera del proyecto europeo, para ello es necesario un progreso inclusivo dentro y fuera de nuestras fronteras.