El terrorismo es un fenómeno complejo y diverso. Dentro de la yihad salafista global, podemos distinguir las organizaciones terroristas con fuerte
apoyo social, el terrorismo que surge de las poblaciones en la diáspora
o emigrantes y el terrorismo antirrégimen dentro de una sociedad.

No hay una explicación que abarque todo el diverso espectro del terrorismo.
Más bien debería hablarse de terrorismos en plural y de psicologías
terroristas. Cada terrorismo debe entenderse en su contexto político,
cultural e histórico. Las causas que se encuentran en el ámbito
de la psicología individual son insuficientes para en-tender por qué algunas
personas se involucran en el terror.

Los conceptos de desviación o psicopatología no son útiles
para entender el fenómeno. La psicología social, organizativa
y grupal, con especial énfasis en la "identidad colectiva",
proporciona el marco más constructivo para comprender la psicología
y el comportamiento terrorista.

Es importante distinguir entre los líderes y los seguidores. El papel
de los dirigentes es crucial en el proceso de transformación de unos
individuos frustrados y alienados en una organización coherente. El
dirigente ofrece un mensaje unificador que proporciona un sentido a las acciones
de la organización y que transmite una justificación ideológica,
política o religiosa a sus diferentes seguidores.

Matar en nombre de Dios: militantes de Hamás durante un desfile en la franja de Gaza, en noviembre de 2003.
Matar en nombre de Dios: militantes de Hamás
durante un desfile en la franja de Gaza, en noviembre de 2003.

Es importante entender el ciclo vital del terrorismo. Es útil desentrañar
la trayectoria vital de los terroristas para considerar los procesos psicológicos
por los que éstos pasan en las diferentes fases del ciclo vital del
terror. Cada una de esas etapas (atracción hacia el grupo, entrada en
el mismo, radicalización, comisión de atentados terroristas y
desvinculación del grupo) proporciona oportunidades únicas para
la intervención. Abandonar el terrorismo puede ser tan complicado como
involucrarse en él, debido a la intoxicación de la violencia.

El terrorismo suicida es una función de la cultura del martirio: una
decisión de la organización de emplear esta táctica y
proporcionar reclutas deseosos de dar sus vidas para la causa en una "operación
de martirio". Los nuevos medios, con Internet y las cadenas de noticias
que emiten 24 horas al día y 7 días a la semana por cable y satélite,
tienen una gran influencia en la creación de una comunidad virtual de
odio y dan forma a la identidad terrorista, a la vez que amplían el
apoyo del terror. Éste es un serio dilema para la acción antiterrorista
y constituye un campo de batalla futuro.

La guerra contra el terrorismo es una guerra diferente a las demás
y requerirá esfuerzos concertados durante décadas. Es importante
reconocer que el terrorismo global no puede ser eliminado totalmente. Si bien
deberían llevarse a cabo todos los esfuerzos posibles para reducir el
terrorismo, esto no debe hacerse a costa de las libertades civiles, pues ello
debilitaría la democracia liberal.

Dado que el terrorismo es un tipo despiadado de guerra psicológica -que
se realiza a través de los medios informativos, con la violencia como
comunicación-, no se lucha contra este tipo de combate con bombas
inteligentes y misiles, sino mediante más guerra psicológica.
Dicha estrategia debería perseguir las siguientes metas: en primer lugar,
evitar que los terroristas se unan a las organizaciones, producir disensión
en el grupo, facilitar a los miembros la salida de la organización,
reducir el apoyo al grupo y deslegitimar a su líder, y, finalmente,
aumentar la resistencia de la sociedad y reducir la vulnerabilidad de ésta
al terror.

Los comunicados terroristas, sus escritos ideológicos, sus discursos
de odio y su propaganda en Internet no deberían dejarse pasar sin respuesta,
pero ésta tendría que consistir en argumentaciones bien razonadas.

Para muchos grupos terroristas, la socialización en el odio y la violencia
comienza pronto, por lo que ésta se encuentra bien arraigada en ellos.
Por ello es necesario intervenir pronto para impedir su entrada en el sendero
de la violencia. Deberían realizarse intervenciones que involucren a
las organizaciones educativas, religiosas y sociales, así como a los
me-dios de comunicación, proporcionando oportunidades para la integración
y contrarrestando el mensaje de odio contra la minoría. Dichas acciones
deberían basarse en la investigación social, como los fructíferos
programas diseñados para acabar con la violencia de las bandas juveniles.
De modo similar, puesto que cada vez hay más personas vulnerables en
peligro en las comunidades de la diáspora, será importante que
las acciones respeten las diferencias culturales, al mismo tiempo que ayuden
a integrar a los refugiados en la sociedad del país de acogida.

Psicología. Jerrold Post

El terrorismo es un fenómeno complejo y diverso. Dentro de la yihad salafista global, podemos distinguir las organizaciones terroristas con fuerte
apoyo social, el terrorismo que surge de las poblaciones en la diáspora
o emigrantes y el terrorismo antirrégimen dentro de una sociedad.

No hay una explicación que abarque todo el diverso espectro del terrorismo.
Más bien debería hablarse de terrorismos en plural y de psicologías
terroristas. Cada terrorismo debe entenderse en su contexto político,
cultural e histórico. Las causas que se encuentran en el ámbito
de la psicología individual son insuficientes para en-tender por qué algunas
personas se involucran en el terror.

Los conceptos de desviación o psicopatología no son útiles
para entender el fenómeno. La psicología social, organizativa
y grupal, con especial énfasis en la "identidad colectiva",
proporciona el marco más constructivo para comprender la psicología
y el comportamiento terrorista.

Es importante distinguir entre los líderes y los seguidores. El papel
de los dirigentes es crucial en el proceso de transformación de unos
individuos frustrados y alienados en una organización coherente. El
dirigente ofrece un mensaje unificador que proporciona un sentido a las acciones
de la organización y que transmite una justificación ideológica,
política o religiosa a sus diferentes seguidores.

Matar en nombre de Dios: militantes de Hamás durante un desfile en la franja de Gaza, en noviembre de 2003.
Matar en nombre de Dios: militantes de Hamás
durante un desfile en la franja de Gaza, en noviembre de 2003.

Es importante entender el ciclo vital del terrorismo. Es útil desentrañar
la trayectoria vital de los terroristas para considerar los procesos psicológicos
por los que éstos pasan en las diferentes fases del ciclo vital del
terror. Cada una de esas etapas (atracción hacia el grupo, entrada en
el mismo, radicalización, comisión de atentados terroristas y
desvinculación del grupo) proporciona oportunidades únicas para
la intervención. Abandonar el terrorismo puede ser tan complicado como
involucrarse en él, debido a la intoxicación de la violencia.

El terrorismo suicida es una función de la cultura del martirio: una
decisión de la organización de emplear esta táctica y
proporcionar reclutas deseosos de dar sus vidas para la causa en una "operación
de martirio". Los nuevos medios, con Internet y las cadenas de noticias
que emiten 24 horas al día y 7 días a la semana por cable y satélite,
tienen una gran influencia en la creación de una comunidad virtual de
odio y dan forma a la identidad terrorista, a la vez que amplían el
apoyo del terror. Éste es un serio dilema para la acción antiterrorista
y constituye un campo de batalla futuro.

La guerra contra el terrorismo es una guerra diferente a las demás
y requerirá esfuerzos concertados durante décadas. Es importante
reconocer que el terrorismo global no puede ser eliminado totalmente. Si bien
deberían llevarse a cabo todos los esfuerzos posibles para reducir el
terrorismo, esto no debe hacerse a costa de las libertades civiles, pues ello
debilitaría la democracia liberal.

Dado que el terrorismo es un tipo despiadado de guerra psicológica -que
se realiza a través de los medios informativos, con la violencia como
comunicación-, no se lucha contra este tipo de combate con bombas
inteligentes y misiles, sino mediante más guerra psicológica.
Dicha estrategia debería perseguir las siguientes metas: en primer lugar,
evitar que los terroristas se unan a las organizaciones, producir disensión
en el grupo, facilitar a los miembros la salida de la organización,
reducir el apoyo al grupo y deslegitimar a su líder, y, finalmente,
aumentar la resistencia de la sociedad y reducir la vulnerabilidad de ésta
al terror.

Los comunicados terroristas, sus escritos ideológicos, sus discursos
de odio y su propaganda en Internet no deberían dejarse pasar sin respuesta,
pero ésta tendría que consistir en argumentaciones bien razonadas.

Para muchos grupos terroristas, la socialización en el odio y la violencia
comienza pronto, por lo que ésta se encuentra bien arraigada en ellos.
Por ello es necesario intervenir pronto para impedir su entrada en el sendero
de la violencia. Deberían realizarse intervenciones que involucren a
las organizaciones educativas, religiosas y sociales, así como a los
me-dios de comunicación, proporcionando oportunidades para la integración
y contrarrestando el mensaje de odio contra la minoría. Dichas acciones
deberían basarse en la investigación social, como los fructíferos
programas diseñados para acabar con la violencia de las bandas juveniles.
De modo similar, puesto que cada vez hay más personas vulnerables en
peligro en las comunidades de la diáspora, será importante que
las acciones respeten las diferencias culturales, al mismo tiempo que ayuden
a integrar a los refugiados en la sociedad del país de acogida.

Jerrold Post es catedrático de
Psiquiatría, Psicología Política y Relaciones Internacionales
en la Universidad George Washington (EE UU). Estas son las conclusiones provisionales
del grupo de trabajo sobre causas psicológicas que presidió.