
En el país están encarcelándose a políticos y empresarios en un intento de frenar la corrupción.
Cuando el presidente de la Cámara de Brasil Eduardo Cunha fue arrestado de forma preventiva por corrupción, el pasado 20 de octubre, una mezcla de sorpresa e incredulidad se apoderó de un amplio sector de la ciudadanía. Parecía imposible que hubiese caído uno de los hombres más poderosos del país, el Deus ex Maquina del impeachment, el político que urdió la trama y escribió el guión que culminó con la expulsión de la presidente Dilma Rousseff de su cargo.
En septiembre la ONG Transparencia Internacional (TI), que considera Cunha como uno de los hombres más deshonestos de Brasil, le tildó irónicamente de “Mr. Trust” en un vídeo de una campaña internacional contra la corrupción. La razón de este apodo es que Cunha negó ser el titular de unas cuentas suizas repletas de dinero, que hasta los jueces del país alpino le han atribuido. El ex presidente de la Cámara afirmó que era tan solo beneficiario de un trust, un fondo de inversión responsable de administrar bienes de terceros.
Este dato puede dar una idea de la trascendencia que ha tenido dentro del país la prisión preventiva de Cunha. Ahora la pregunta que lanzan tanto analistas como ciudadanos de a pie es si algo está cambiando en el complejo escenario político de Brasil que haga presagiar el fin o, por lo menos, la reducción de una de sus mayores lacras: la corrupción.
Brasil ostenta el muy poco halagador récord de ser el cuarto país más corrupto del planeta, solo por detrás de Chad, Bolivia y Venezuela. Este dato, divulgado a principios de octubre por el Foro Económico Mundial, es uno de los indicadores que esta organización incluye en su índice anual de competitividad, basado en una investigación con 15.000 líderes empresariales de 141 economías del mundo.
El caso Lava Coches, relacionado con el desvío de fondos de la estatal Petrobras por un valor de al menos 29.000 millones de reales (7.876 millones de euros), ha contribuido a que Brasil encabece las estadísticas sobre corrupción. Para TI es el segundo mayor escándalo del mundo. Solo la Ucrania de Víktor Yanukóvich superaba a Brasil en el ranking de esta ONG.
No se trata del único caso. Recientemente el escándalo del fabricante de aviones Embraer ha ayudado a destapar un complejo entramado de corrupción internacional. Esta compañía brasileña ha admitido su responsabilidad por el pago de sobornos en Arabia Saudí, República Dominicana y Mozambique para obtener contratos de venta de sus aviones militares. Por esta razón, deberá pagar multas por valor de 206 millones de dólares a EE UU, que ha llevado a cabo la investigación desde 2010 junto al SEC, el organismo que regula el mercado estadounidense de capitales.
Según Bruno Brandão, representante de Transparencia Internacional, el caso Embraer demuestra que Brasil es un “exportador de corrupción”. “Desde ...
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