Los centros de detención y deportación son el destino generalizado de los inmigrantes en situación irregular, pero hay otras soluciones.
ANGELOS TZORTZINIS/AFP/Getty Images
Una de las flaquezas que se le pueden achacar a este mundo es no haber encontrado una forma de mitigar las causas que alimentan la inmigración irregular. Otra es tratar a estas personas como a delincuentes y encerrarlas en centros de internamiento hasta que son deportadas. No es un hecho aislado, sino la práctica común de los grandes países receptores. Personas que huyen de la pobreza o de la tortura, solicitantes de asilo o víctimas del tráfico de seres humanos, son sistemáticamente encerrados en centros en los que cumplen penas indefinidas y pueden ser víctimas de abusos o sufrir condiciones indignas.
La historia se repite, con matices, en el destino final o intermedio de todas las grandes rutas de la inmigración irregular. Estados Unidos llega a albergar hasta a 429.000 inmigrantes en 250 centros de internamiento, a pesar de que en la inmensa mayoría de los casos no tendría que ser necesario detenerlos como paso previo a la deportación. Aunque organizaciones como Amnistía Internacional insisten en que encerrarlos de forma sistemática vulnera el derecho internacional, el aumento de las detenciones ha llevado a que el 67% de los inmigrantes irregulares en EE UU se encuentren internos en prisiones convencionales y el resto en centros gestionados por las autoridades de inmigración y por operadores privados. Además, las condiciones de los centros son deficientes: los inmigrantes son mezclados con los reclusos comunes, el acceso a servicios médicos o de asistencia psicológica es inadecuado y, en algunas ocasiones, son sometidos a confinamiento solitario. Frente a esta situación, la futura puesta en marcha de la reforma migratoria contiene elementos prometedores, como potenciar las alternativas a la detención de los inmigrantes mediante instrumentos como los dispositivos de seguimiento.
El debate en torno a estos centros es especialmente intenso en Australia. En la actualidad, hay allí más de 10.000 inmigrantes irregulares detenidos, sin que exista un tiempo máximo de cautividad permitido. El centro de detención de inmigrantes más conocido del país, situado en Christmas Island, en pleno Océano Índico, saltó al primer plano de la actualidad en junio después de que una avalancha de demandantes de asilo desbordara las capacidades del recinto. Operado por una empresa británica, cuenta con un largo historial de incidentes como automutilaciones y huelgas de hambre (en total, se registran al año unos 2.400 incidentes, sobre un total de cerca de 4.200 detenidos).
Australia ha confiado la detención de algunos inmigrantes que se dirigen a sus costas a otros países, como Indonesia o Papúa Nueva Guinea. Ante el crescendo migratorio experimentado a lo largo de este último año, sobre todo por la llegada masiva de solicitantes de asilo de países como Irak, Afganistán o Sri Lanka, el Gobierno del laborista Kevin Rudd, recientemente derrotado, cerró un acuerdo para internar a los demandantes de asilo que se dirigen a Australia en el ...
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