¿Qué consecuencias tendría el lanzamiento de un ataque nuclear para Putin y la guerra en Ucrania? Una conversación entre los economistas, Maxim Mironov y Georgy Egorov.

¿Qué hace un dictador cuando se da cuenta de que está perdiendo la guerra que ha empezado? ¿Existe alguna estrategia racional en esta situación? ¿Y qué pasará si Putin lanza un ataque nuclear táctico contra Ucrania?

Maxim Mironov (MM), Economist, Professor of Finance, IE Business School:

El presidente ruso Vladimir Putin inspecciona un campo de entrenamiento en la región de Ryazan para los reclutas que fueron convocados al servicio militar bajo una movilización parcial, en Ryazan, Rusia, el 20 de octubre de 2022. (Foto de la Oficina de Prensa del Kremlin/Handout/Anadolu Agency via Getty Images)

Nunca ha habido un caso en la historia de un país con un gran arsenal nuclear que haya librado una guerra a gran escala y haya amenazado con utilizar esas armas nucleares. Los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki son completamente diferentes de la situación actual, no hay comparación ni, por tanto, datos para valorar los acontecimientos actuales. Por eso es útil examinar esta situación desde la perspectiva de la economía política y la teoría de juegos, para analizar el comportamiento de los “jugadores” (es decir, las partes del conflicto), evaluar las posibles estrategias y sopesar los pros y los contras de esas estrategias.

Georgy, ¿qué opinas de la situación? ¿Qué estrategias están siguiendo Putin, Estados Unidos y otros países occidentales, además de India y China? ¿Qué medidas podrían evitar la peor de las situaciones y disuadir a Putin de utilizar armas nucleares?

Georgy Egorov (GE), teórico de juegos, profesor de la Kellogg School of Management:

Si analizamos el contexto en términos de economía política y teoría de los juegos, tenemos que definir los objetivos de los jugadores antes de abordar sus estrategias. No podemos hablar de lo que hará Putin y de cómo evitarlo sin entender primero qué quiere conseguir: la probabilidad del resultado que está maximizando, por utilizar términos de la teoría de juegos. Hay una gran incertidumbre. Disponemos de investigaciones sobre lo que quieren los políticos en países no democráticos. Lo que no sabemos es si es totalmente aplicable a Putin.

Por ejemplo, si creemos que el objetivo de Putin es permanecer en el poder el mayor tiempo posible, entonces ha estado maximizando este resultado de manera bastante mediocre, al menos en el último año. Para conseguir ese objetivo debería haber mantenido las políticas de los últimos siete años, intentar que se levanten gradualmente las sanciones a cambio de algún tipo de concesiones en el Donbás, en el marco de los acuerdos de Minsk u otro pacto similar. Pero está claro que esto no es lo que ha hecho.

Con toda probabilidad, su objetivo es la gloria. Quiere que la historia lo conozca como “el recolector de tierras”, el gobernante que aumentó el tamaño de los territorios de Rusia. Se esfuerza por ser lo contrario de Gorbachov y de Yeltsin y aspira a ser Catalina la Grande. Ni que decir tiene que no creo que pase a la historia como él se imagina. Pero, dada la actual situación, la cuestión es cómo encajan estos dos deseos: mantenerse en el poder y conseguir algún tipo de conquista territorial.

Si damos por sentado que la anexión completa de Ucrania ya no es una opción para Putin, la siguiente pregunta es qué considera él que sería una retirada aceptable. En mi opinión, no veo cómo puede asegurar su lugar en la historia si se limita a anexionarse los territorios que ahora controlan las tropas rusas en Ucrania. Así no va a adquirir mucha gloria. Así que, ¿cuáles son sus opciones? Como se puede ver, es bastante difícil imaginar qué puede estar pensando Putin.

MM: Permíteme que intente ponerme en el lugar de Putin. En teoría, es posible racionalizar lo que está sucediendo si asumimos la hipótesis de que está maximizando su tiempo en el poder. Sí, ha tomado una decisión intrínsecamente cuestionable, pero quizá disponía de una información y una premisa equivocadas. Si nos remontamos a hace tiempo, la anexión de Crimea le supuso un enorme aumento de popularidad y, durante por lo menos cinco años, eliminó por completo cualquier amenaza de la oposición. Poco antes de Crimea, Alexei Navalny estuvo a punto de convertirse en alcalde de Moscú y, de hecho, lo habría conseguido si no hubiera sido por el fraude electoral. La popularidad de Putin estaba cayendo. Y la solución, en forma de Crimea, impulsó su popularidad durante cinco o seis años, después de las protestas de 2011-2012.

En los últimos años, Putin ha sufrido otros reveses. Primero, la reforma de las pensiones de 2018, que mermó su popularidad. En 2020, la incapacidad —por decirlo suavemente—, de reducir los efectos de la pandemia de Covid. A principios de 2022, la popularidad de Putin seguía estancada. Quizá, cuando desencadenó esta guerra, pensaba que su ejército era el segundo mejor del mundo. Y mucha otra gente también lo pensaba, incluidos muchos observadores en Estados Unidos, que predijeron que Kiev caería en tres o cuatro días. A lo mejor esos fueron los cálculos que se le entregaron a Putin y quizá fueron los mismos que usaron los servicios de inteligencia estadounidense. Podemos imaginar a Putin pensando antes de la guerra: “Invadir Ucrania no me supondrá mucho tiempo. ¿Qué va a decir Occidente? Se limitarán a expresar sus preocupaciones, impondrán sanciones a un puñado de personas y listo”.

Pero ahora se da cuenta de que ha perdido y de que se está deslizando poco a poco hacia la bancarrota. Si deja las cosas como están, saldrá con los pies por delante o, en el mejor de los casos, acabará en la cárcel. Esa es la razón por la que ahora puede subir la apuesta. La movilización para la guerra influirá muy poco en las posibilidades de éxito y va a costar desarrollo económico y vidas humanas. Pero merece la pena porque, si gana, se mantendrá en el poder; si no, lo perderá. Lo mismo podría pasar con un ataque nuclear táctico: es una forma de jugarse aún más cosas. ¿Qué te parece esto como explicación de lo que podría estar pensando Putin?

GE: Muy bien. De hecho, sería aún más creíble si sustituimos “Putin” por “las élites”. Para éstas es todavía más importante que para Putin mantener su poder y sus propiedades. La anexión de territorios no hará que se les levanten monumentos, aunque podría erigirse alguno que otro en honor a Putin. Hablemos de lo que necesitan las élites para conservar el poder. En mi opinión, es bastante evidente que la escalada y las amenazas son el camino equivocado, igual que el uso de armas nucleares.

De hecho, este tipo de escalada solo tiene sentido para el propio Putin y solo en una situación: si los rumores sobre sus problemas de salud son ciertos, es decir, si no le quedan más que unos meses de vida y no quiere pasar a la historia como un perdedor. En ese caso, tiene sentido que acelere, que trate de superar el invierno a toda costa y estabilizar la situación en los frentes. Luego morirá como Francisco José de Austria y la guerra la perderá otro cualquiera.

En esta hipótesis, sí podría entender que adoptara este rumbo. Si no, si está pensando en 10, 20 o 30 años, su estrategia sería completamente diferente.

Además, no podemos suponer que una guerra perdida signifique una pérdida de poder. Por ejemplo, Rusia perdió la guerra ruso-japonesa, a la que siguió una revolución, pero los zares siguieron en el poder, aunque hicieron reformas políticas. Lo mismo ocurrió en 1991 con Saddam Hussein, que seguiría aún en el poder si George W. Bush no lo hubiera rematado. Por tanto, es una equivocación suponer que un régimen autocrático que pierde una guerra pierde inevitablemente el poder.

Si es así, la pregunta es: “¿Cómo se pierde una guerra sin perder el poder?” Y sospecho que lanzar bombas nucleares para lograr ese objetivo no se considera una buena estrategia. En lugar de eso, conviene debilitar por igual a los diferentes grupos de la clase dirigente: los distintos servicios de seguridad, el FSB, el líder checheno Ramzan Kadyrov y otros, para que, cuando llegue la paz ninguno de ellos acabe siendo más fuerte que los demás. Se necesita una estrategia de “aterrizaje suave” para perder la guerra sin perder el poder.

MM: Entonces, ¿descartas mi estrategia de la necesidad de mantenerse en el poder, desde el punto de vista de Putin? Crees que, aunque en un principio sobrestimó la fuerza de su ejército, le convendría ahora levantar el pie del acelerador y hacer todo lo posible para conseguir una tregua, incluso haciendo concesiones sobre los territorios que ya están bajo su control y tratando de dejar a Rusia en una vitrina, como una Corea del Norte de gran tamaño.

GE: Más o menos. Vamos a detenernos en las armas nucleares en general y en lo que significa su uso.

MM: Sí, de acuerdo. Pero, si volvemos a la idea de que la estrategia de Putin es pasar a la historia como “Putin el Grande”, al estilo de Catalina y Pedro, como “recolector de tierras rusas”, entonces eso explica la movilización y que decida jugárselo todo en el futuro.

Un retrato de Vladimir Putin como blanco de tiro se ve durante un entrenamiento militar de campo el 20 de mayo de 2022 en Kyiv, Ucrania. (Foto de Oleksii Samsonov/Global Images Ukraine vía Getty Images)

Oleg Itzhoki y yo fuimos escribimos un artículo en el que demostrábamos que no hay tanta gente en Rusia a la que se pueda llamar a filas. Todos están tratando de evitar que los recluten, lo cual es perfectamente normal. Hay informaciones que dicen que ya se ha reclutado a 200.000 personas. Pero incluso si se consiguen otras 300.000 o 400.000, incluso hasta 700.000, eso no resolverá el problema, sino que solo aplazará la agonía. ¿Qué ocurrirá si el ejército ucraniano elimina a esas 700.000 personas o a un millón, con el poder que tienen las armas modernas? ¿Dirá Putin: “Estoy cansado, me voy”, o intentará que se estanque la situación? ¿Cuál es su siguiente paso, qué hará?

GE: La movilización como estrategia de aplazamiento desde luego que podría funcionar, igual que las armas nucleares. Pero la cuestión es si la estrategia principal es el aplazamiento. Eso no evita la derrota al final. Soy escéptico sobre las armas nucleares, incluso sobre su uso demostrativo o real.

Por ejemplo, se arrojaron las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Después de aquello, todo el mundo se dio cuenta rápidamente de que las armas nucleares y termonucleares son mucho más potentes de lo necesario para el campo de batalla y que, de hecho, son armas estratégicas. Por eso, el objetivo principal de las armas nucleares durante la Guerra Fría fue la disuasión estratégica mediante la garantía de mutua destrucción. De ahí que otros países, como India, Pakistán y Corea del Norte hayan desarrollado armas nucleares para poder tener un factor de disuasión. El paradigma básico ha consistido en que las armas nucleares son armas de disuasión.

Ahora bien, ¿de dónde viene la idea de que las armas nucleares pueden verdaderamente utilizarse? Por ejemplo, ¿qué sentido tiene la Doctrina Gerasimov, que aboga por “la escalada en aras de la desescalada”? Es un interesante problema de la teoría de juegos. Durante la Guerra Fría, por ejemplo, Occidente estaba petrificado ante la posibilidad de que la URSS marchara contra Europa Occidental poco a poco, de que siguiera la llamada “estrategia del salami”. Capturarían una ciudad, y luego otra, pero no valdría la pena destruir todo el planeta por una sola pérdida individual.

MM: También ha sido la principal preocupación de Occidente en el conflicto actual y la razón por la que no estableció una zona de exclusión aérea sobre Ucrania en los primeros días de la guerra. En realidad, parece que, según el derecho internacional, nadie puede impedir que Ucrania pida a la OTAN que imponga una zona de exclusión aérea. Pero la preocupación en Occidente era que pudiera interpretarse como que la Alianza se unía a la guerra y por eso se decidió no establecerla. Nadie dice que Putin vaya a apuntar con un misil a Londres o a Estados Unidos. Más bien, dirá: “Ahora, para salvar la vida de los soldados rusos, voy a…” Se venderá como una táctica para asustar a Ucrania, es decir, “¿Estáis seguros de que Occidente os va a cubrir las espaldas, suponiendo que las armas nucleares actúan como elemento disuasorio? ¿Creéis que están dispuestos a jugar a este juego, si tenían miedo de imponer una zona de exclusión aérea?”

GE: De hecho, es importante preguntarse: ¿a quién le importa más no perder? Cuando Putin dice que utilizará las armas nucleares porque “¿por qué querría alguien un mundo sin Rusia?”, le creemos, porque entendemos que preservar Rusia como Estado es una prioridad importante para él. Se puede imaginar cómo funciona la estrategia de “la escalada en aras de la desescalada” en el caso de una guerra defensiva. Por ejemplo, si las tropas de la OTAN toman Pskov y se acercan a Novgorod y Rusia detona una bomba nuclear, probablemente pensarán: "¿Para qué necesitamos Novgorod? Será mejor que nos retiremos, en realidad no necesitamos este territorio”.

Pero en una guerra ofensiva las cosas no funcionan así. No se puede avanzar hasta las fronteras de Polonia, detonar una bomba nuclear y decir: “Ya está, gobierno polaco, vete a Pomerania. Varsovia es nuestra”.

MM: ¿No es esa la razón por la que las cuatro regiones se anexionaron formalmente a la Federación Rusa? ¿Para que ahora, cuando Ucrania recupere Liman o Jerson, Rusia pueda ponerse a la defensiva y decir: “¡Estas son nuestras tierras ancestrales! Ucrania ocupa ahora el Jerson ruso, así que tenemos derecho a defender la existencia de Rusia. Jerson, Novosibirsk o Barnaul, ¡todos son nuestra querida Rusia!”. ¿No era este el argumento fundamental de Rusia para actuar?

GE: Sí, pero este era un relato para callar bocas. Nadie cree que esta sea una tierra ancestral rusa: ni Occidente, ni los ucranianos, ni siquiera los propagandistas rusos. Aunque los informes del Ministerio de Defensa siguen refiriéndose a las fuerzas aliadas de Donetsk y Luhansk como entidades separadas de Rusia, hasta ahora no ha habido ninguna unión de fuerzas. Además, Occidente entiende que ni el propio Putin se lo cree del todo.

Declarar un territorio como ruso no convierte una guerra ofensiva en una defensiva. El deseo de Ucrania de recuperar sus territorios es firme. La sensación de que Rusia, personificada en Putin, constituye una amenaza existencial no disminuye, por lo que su deseo de defenderse sigue intacto. Ucrania no ha anunciado que “hemos recuperado todo nuestro territorio y ahora vamos a llegar hasta Taganrog y Rostov”. Eso sería muy diferente.

Digamos que Putin, como parte de lo que todavía consideramos una guerra ofensiva, arroja una bomba nuclear. Ya sea sobre las fuerzas ucranianas que avanzan, o en el Mar Negro, o en el Mar Báltico para causar un apagón en Escandinavia…

MM: No, no se atreve a amenazar a la OTAN, ni siquiera con armas convencionales. Pero pienso también que Putin sigue creyendo que Occidente no se va a jugar el pellejo por Ucrania si eso implica riesgos importantes para sus ciudadanos.

Ahora, ¿qué crees que pasará si el ejército ucraniano continúa su ofensiva y retoma todos los territorios ocupados, incluida Crimea? Lo está consiguiendo poco a poco y no parece que Rusia pueda organizar una defensa eficaz. ¿Qué pasará cuando Ucrania recupere Crimea? ¿Se conformará Putin y seguirá hablando de expulsar a la junta fascista o preparará algo diferente? ¿Qué podría inventar para no perder la guerra? ¿O crees que está preparado para perder y simplemente reconocer que Crimea ya no es Rusia?

GE: Va a perder la guerra. La cuestión es cuándo y si vivirá para verlo. Me parece que no hay ninguna manera de que no pierda la guerra.

Ciudadanos rusos reclutados durante la movilización parcial son vistos siendo enviados a las áreas de coordinación de combate después de un llamado militar para la guerra entre Rusia y Ucrania en Moscú, Rusia, el 10 de octubre de 2022. (Foto de Stringer/Anadolu Agency vía Getty Images)

MM: Estoy bastante de acuerdo contigo, pero ¿a cuánta gente está dispuesto a matar por el camino? ¿Crees que estará preparado para perder y no volver a emprender una escalada? ¿Que la movilización ha sido su último gran movimiento y va a reconocer que ha perdido? No me creo que solo le queden unos meses de vida. No he visto ninguna fuente fiable que profetice su muerte. Así que yo descartaría esa idea.

GE: Bien, mucho mejor para la paz mundial. Porque, en realidad, la única razón para utilizar armas nucleares sería posponer la derrota de Rusia hasta un momento en que él ya no esté. Si su calendario es más largo, mejor. Imagina que las tropas rusas atacan, digamos, Jerson. Putin prepara una bomba nuclear y la detona sobre el Mar Negro o…

MM: Leópolis, por ejemplo. Imagina que lanza una pequeña bomba nuclear sobre Leópolis.

GE: Si es Leópolis, a Europa no le gustará nada.

MM: Y eso es precisamente lo que busca: que la contaminación nuclear se extienda a Polonia y a otros países. Así, aunque no haya destrucción directa en Europa, la pequeña nube radiactiva de la detonación pondría muy nerviosos a los europeos. Putin ya intentó acabar más deprisa chantajeando a Europa con una crisis alimentaria y fracasó. Luego cortó el suministro de gas. De modo que ahora está pensando: “No tengo más armas que estas bombas nucleares. Pero no quiero perder, así que voy a lanzar una bomba sobre Ucrania de vez en cuando y Europa solo tendrá que aguantar una lluvia nuclear de vez en cuando”.

GE: ¿Y entonces? El empuje de los ucranianos no disminuye. Su deseo de librarse de Putin y de la amenaza rusa no va a dejar de crecer. Lo mismo ocurre con los países bálticos y de Europa del Este, con Finlandia, con todos los que temen a Rusia. Sus razones para ayudar a Ucrania a poner fin a la guerra no van a cambiar y, en cuanto a los países occidentales, digamos el Reino Unido y Estados Unidos, les horrorizará pero no les afectará directamente. Si pensamos que es imposible bombardear Londres, entonces Reino Unido no sufrirá ningún daño directo.

MM: Los bombardeos de Londres son físicamente imposibles hasta que Occidente decida deshacerse de Putin. He oído decir a Leonid Volkov —el jefe de gabinete de Alexey Navalny— que cree que, si Putin utiliza armas nucleares, un misil no nuclear volará hacia su búnker y lo matará en el acto. Se supone que ya le han explicado esta posibilidad a Putin. Creo que, si el sistema ruso de defensa de misiles detecta un misil, habría un contraataque como represalia. Eso me hace pensar que Occidente no lanzará misiles al búnker de Putin aunque este utilice armas nucleares. Por consiguiente, ¿cómo puede Occidente frenar a Putin?

GE: Un misil dirigido contra el búnker de Putin es poco probable.

Supongamos que estalla una bomba nuclear rusa y eso asusta a Estados Unidos y a Europa Occidental. Lo peor que podría pasar es que se interrumpa el suministro de ciertas tecnologías o armas, como los HIMARS. ¿Qué consecuencias tendría? Que el ejército ucraniano tendría más dificultades para luchar y el equilibrio de fuerzas en el campo de batalla cambiaría. Nos encontraríamos con una larga guerra y una línea de frente que apenas se mueve. ¿A quién beneficiaría eso?

Lo cual nos lleva de nuevo al punto anterior. Si las élites rusas o el propio Putin están intentando aguantar hasta que haya un cambio de poder —en Estados Unidos, por ejemplo—, entonces tiene sentido congelar el conflicto. Si se trata de buscar una salida para Rusia, no veo ningún sentido al uso de armas nucleares, más que para posponer una derrota militar. Y, lo que es más importante, si se utilizaran las armas nucleares, las condiciones para la paz después de la derrota serían mucho, mucho peores, porque Occidente no negociaría y no habría oportunidad de restablecer los lazos económicos, acordar la reestructuración de la deuda, las reparaciones, etcétera. En resumen, el uso de armas nucleares pospone la derrota, sí, pero también aumenta su coste.

MM: He oído la opinión, e incluso estaría de acuerdo con ella, de que el principal motor para que Putin no utilice las armas nucleares no es la reacción de Occidente, sino el riesgo de que India y China rompan sus relaciones con Rusia. ¿No crees que sería mucho más eficaz que sus amigos chinos o indios llamaran a Putin y le dijeran: “Si usas armas nucleares, nos uniremos al embargo comercial”? ¿Quizá Putin debería negociar con estos países, no con Occidente?

GE: No podemos descartar que esa negociación no esté ya en marcha, pero no importa si lo han dicho o no. Creo que el uso de armas nucleares por parte de Rusia en una operación ofensiva es un gran problema para India y China. ¿Por qué? Porque ambos han desarrollado armas nucleares precisamente para la disuasión nuclear. Para ellos, es importante que la no utilización de éstas sea una especie de garantía. ¿Para qué necesita China las armas nucleares? Para que no haya un ataque de Estados Unidos. ¿Para qué las necesita India? Para que no haya un ataque de China o, al menos, para que un posible ataque no vaya más allá de los territorios disputados en el Himalaya. Si las armas nucleares pasan de ser un arma disuasoria a una convencional, no quedarán totalmente devaluadas, pero sí cambiará el equilibrio estratégico y militar de esos países.

Sería un gran contratiempo para las necesidades de China e India que Putin decidiera utilizar armas nucleares, de modo que querrían castigar a Rusia con la mayor severidad posible. Otra cosa es si al final darían ese paso, ¿quién sabe? Pero probablemente es una de las cosas que podrían frenar a Putin.

MM: Entonces, suponiendo que Putin sea una persona racional y no vaya a morir en los próximos meses, no tiene ninguna razón para utilizar armas nucleares. Por un lado, no asustará a los ucranianos. Podría asustar a Occidente para que dejara de apoyar a Ucrania, pero eso simplemente pospondría la derrota de Rusia. Además, causaría problemas con India y China, lo que sería muy negativo para Putin, porque son sus últimos socios comerciales (por lo menos, si no aliados), que ayudan a mantener a flote la economía rusa.

GE: Sí, exacto. Si Putin o su círculo íntimo se dan cuenta de que esta guerra está perdida, tienen que reducir de alguna manera racional los costes y dejar margen para la negociación; y en esas conversaciones incluso dirían que no han utilizado armas nucleares, aunque lo hubieran hecho. Creo que la esperanza de que no se utilicen las armas nucleares constituye una nota bastante optimista con la que terminar nuestra conversación.

La versión original de esta conversación ha sido publicada en ruso en Novoya Gazeta © IE Insights.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia