El presidente ruso, Vladímir Putin. Bulent Kilic/AFP/Getty Images
El presidente ruso, Vladímir Putin. Bulent Kilic/AFP/Getty Images

¿Qué está desatando el pánico? El miedo a la hiperinflación, a la quiebra de los grandes imperios industriales y gobiernos locales, a la huida de los capitales extranjeros y un rescate del Fondo Monetario Internacional.

El miedo envuelve como una sábana los mercados y se escucha otra vez una palabra que parecía desterrada de nuestros diccionarios hacía meses: el pánico. Pánico a que el rublo siga hundiéndose frente al dólar; pánico ante la posibilidad de que la deuda extranjera de las empresas y hogares rusos los estrangule sin piedad con sus manos de acero; pánico a que los deseos de millones de occidentales se cumplan de repente y se produzca la caída de Vladímir Putin no por los deseos de libertad sino por la ira que pueda desatar el incumplimiento de sus promesas; pánico, en definitiva, ante una nueva implosión justo cuando Europa y el mundo parecían despertar al fin de la pesadilla de la crisis.

El rublo se despeña, eso es un hecho. Las oscilaciones varían de día en día pero el desplome ha superado ampliamente la barrera psicológica de los 60 rublos por dólar. No hace falta saber ruso ni tampoco economía para observar la caída con preocupación: la divisa del gigante del norte ha perdido un 60% de su valor en 2014 y los tipos de interés oficiales han escalado un 10% en los últimos 12 meses. ¿Da escalofríos comprar moneda ucraniana en mitad de la guerra civil que está fraguándose en su seno? Pues si el año termina como parece, el rublo habrá caído todavía más rápido.

En estas circunstancias a nadie le extraña que el banco central ruso haya subido de urgencia los tipos. Es una de las pocas cosas que pueden hacer (además de vender masivamente dólares y comprar rublos con la idea de fortalecer la demanda de los segundos frente a los primeros y así revalorizarlos artificialmente) para poner suelo a una divisa que cotiza con relativa libertad en los mercados internacionales. El Estado sube los tipos para que los activos que los utilizan como referencia (bonos, obligaciones, etcétera) den más rentabilidad y se vuelvan, por arte de magia contable, más atractivos para los potenciales compradores en todo el mundo. Cuando los fondos extranjeros adquieren masivamente esos activos de rentabilidades tan sabrosas con sus dólares, están cambiando los dólares por rublos y por lo tanto aumentando la demanda de estos últimos y atizando el fuego para que se aprecien frente al dólar. En los análisis económicos debería utilizarse el adverbio “presuntamente” casi tanto como en las crónicas de tribunales, porque muchas veces ni las cosas son lo que parecen ni los indicadores actúan como esperábamos.

 

Las cuatro fuentes del terror

Una decisión tan drástica de la autoridad monetaria rusa (elevó el 15 de diciembre los tipos un 6,5%) se debe a algo más que al miedo a que la moneda se estampe contra el suelo. Son las posibles consecuencias domésticas las que inflan ...