Carteles De La Campaña Política De Los Candidatos A Las Elecciones (Adrien Fillon/NurPhoto via Getty Images)

Repaso de las principales propuestas en política exterior del presidente Emmanuel Macron (La République en Marche), la conservadora Valérie  Pécresse (Les Républicains), las formaciones de izquierda la socialista Anne  Hidalgo, el ecologista Yannick Jadot y el líder de Francia Insumisa, Jean-Luc  Mélenchon y los representantes de la extrema derecha, dividida entre Marine  Le Pen (Reagrupamiento Nacional) y Éric Zemmour (Reconquista). 

La guerra en Ucrania ha irrumpido de pleno en la campaña presidencial francesa, forzando a los candidatos a redefinir sus propuestas en asuntos exteriores, cuestiones con relativamente poca presencia en el debate público antes del conflicto. Si bien todos los aspirantes condenan la invasión del presidente ruso, Vladímir Putin, y abogan por el restablecimiento de la paz en Ucrania, hay divergencias en cuanto a  cómo afrontar el conflicto y cuál debe ser el papel de Francia en el plano geopolítico.

Según un estudio realizado dos meses antes de la invasión, el 73% de los franceses se consideran exigentes con la política exterior de los candidatos presidenciales (Instituto Open Diplomacy y OpinionWay). Otro sondeo más reciente realizado por Ifop detalla que el 77% de los ciudadanos espera de Francia una respuesta europea global a los principales problemas geopolíticos y  socioeconómicos. En este sentido, hay consciencia entre la población de que la  elección del próximo presidente de la República tendrá un impacto significativo en el lugar que ocupa su país en el mundo, desde su encaje en las organizaciones  internacionales, su grado de implicación en las crisis globales o su influencia en la UE.

 

Condena unánime a la ofensiva militar de Putin 

Más allá de la retórica de proteger a los franceses en tiempos de guerra, la ofensiva rusa ha puesto de manifiesto la necesidad de fortalecer a Francia y Europa en la esfera internacional, una prioridad que comparten todos los aspirantes al Elíseo. Si en 2017 algunos partidos defendían el Frexit o un referéndum sobre la pertenencia de Francia en Europa, ninguna formación pone en duda ahora la permanencia del país en la UE.

Entre los candidatos de centro y de derecha hay una clara apuesta por invertir en defensa y consolidar el Ejército francés, una propuesta que se intensifica a medida  que nos acercamos a los extremos. El presidente Macron propone aumentar el presupuesto en defensa a 50.000 millones de euros para 2025 y doblar  los reservistas. La republicana Valérie Pécresse y el ultraderechista Eric Zemmour van un poco más allá: la conservadora plantean una inversión militar de 65.000  millones de euros para 2030, mientras que Zemmour opta por incrementar esta cifra a 70.000 millones. Marine Le Pen, por contra, defiende un ejército más eficaz,  invirtiendo en material bélico y formación.

Emmanuel Macron habla con mujeres que luchan contra la guerra de Ucrania durante su primer viaje de campaña. (Aurelien Meunier/Getty Images)

Sin embargo, es difícil comprobar la viabilidad de estas promesas: tras los comicios  presidenciales, Francia votará su próximo parlamento en las elecciones legislativas de junio. Serán los futuros diputados de la Asamblea Nacional quienes deberán  modificar la ley que regula el presupuesto en defensa destinado entre 2019 y 2025. Esta norma —la ley de programación militar— prevé una dotación de 295 millones a lo largo de estos seis años. Si bien el presidente Macron es quién presenta un incremento del presupuesto más realista, este aumento dependerá de los próximos parlamentarios. A esta cuestión se le añade otra dificultad: el elevado nivel de deuda pública, fruto de la pandemia y de la guerra, al que el futuro presidente galo deberá hacer frente.

Las formaciones de izquierda, en cambio, abogan por una defensa europea y una  regulación más estricta en el campo militar, como por ejemplo un mayor control  sobre las exportaciones de armas. Defienden políticas que fomenten la paz,  priorizando una mayor inversión en desarrollo en otros países, ante el despliegue de tropas y envío de armas. La izquierda más radical, encabezada por Jean-Luc  Mélenchon, lleva esta idea al extremo y apuesta por una política militar  completamente dependiente de Naciones Unidas: sugiere que cualquier  intervención de tropas francesas en el mundo se gestione a través de un mandato especial de la ONU.

En cuanto a la permanencia de Francia en la OTAN, solo Le Pen, Zemmour y  Mélenchon abogan por una salida de la Alianza Atlántica o de su mando integrado. Le Pen y Zemmour justifican su posición con la necesidad de recuperar la voz independiente de Francia en el mundo: la primera está dispuesta a utilizar el arma nuclear si no hay otra manera de proteger a los franceses, mientras  que el segundo propone reforzar la capacidad de disuasión nuclear. Estos planteamientos más radicales se fundamentan, en gran parte, en el miedo ante la  amenaza nuclear rusa que hay entre la población: el 76% de los franceses asegura estar inquieto ante un posible ataque nuclear en Ucrania, según un sondeo realizado  por el Instituto CSA.

Esta posible retirada de la OTAN cuenta con un apoyo minoritario entre la población  —un 33% según datos de Ifop, aunque es precisamente el electorado ultraderechista quién se muestra favorable a ello. Por contra, un 61% de los ciudadanos está convencido de que Francia solo puede tener peso en la esfera internacional dentro de la UE.

 

Un país más independiente y soberano 

Mientras siete de cada 10 franceses consideran Francia como una gran potencia  europea integrada en la UE y la OTAN (OpenDiplomacy y OpinionWay),  un 61% de la población piensa que hay que desconfiar de otros países (sondeo  TF1 de enero de 2022). Concretamente, solo un 53% considera a EE UU como un aliado, mientras que el porcentaje disminuye en el caso del Reino Unido (40%) y Australia (37%). Esta falta de confianza se debe, mayoritariamente, a la  crisis del contrato de los submarinos —el Pacto AUKUS— del pasado octubre y que supuso un duro golpe para Francia.

La anulación del contrato provocó que el Gobierno francés se replanteara sus relaciones con otras potencias mundiales, incluyendo sus aliados occidentales. El  presidente Macron reconoció que EE UU, pese a ser un aliado histórico, tiene sus propios intereses y que Europa debe salir de la ingenuidad y asumir su  propia protección, una idea que ha ganado peso a raíz de la guerra en Ucrania.

Hay unanimidad entre los principales candidatos en cuanto a la necesidad de que  Francia tenga más peso en el mundo. Macron, por su parte, ha  aprovechado la guerra para adquirir un rol más significativo internacionalmente, ya  sea liderando iniciativas como las negociaciones de Normandía —el grupo  representado por Rusia, Ucrania, Francia y Alemania—, erigiéndose como mediador entre Vladímir Putin y Volodimir Zelensky, o a través de la presidencia rotativa de Francia en la UE, que le ha permitido organizar encuentros de alto nivel  como la Cumbre de Versailles del pasado marzo.

Ante los esfuerzos diplomáticos del presidente Macron, los demás aspirantes  proponen una mayor influencia francesa en otras regiones del mundo o reformular  las relaciones con grandes potencias como Estados Unidos y China.

El candidato presidencial francés de extrema derecha Eric Zemmour en la campaña electoral.(Chesnot/Getty Images)

Los líderes de la ultraderecha abanderarían una política exterior independiente y  proteccionista: plantean desde una reconfiguración de las relaciones con Washington para frenar la dependencia tecnológica y comercial con EE UU, hasta políticas que protejan la economía y la industria francesa frente a China. Le Pen, por ejemplo, sugiere intensificar las relaciones diplomáticas en el sureste asiático —India, Japón, Indonesia, Malasia, Singapur y Filipinas— para contrarrestar  la influencia del gigante asiático y la ruta de la seda.

La conservadora Valérie Pécresse no es tan punitiva con Washington, aunque sí con Pekín, con quien quiere cesar toda ayuda en cuanto a desarrollo. También sugiere intensificar la influencia de Francia a través de sus territorios estratégicos de ultramar.

La izquierda, por contra, se escuda en la UE. La socialista Anne Hidalgo considera que el “G2” —Estados Unidos y China— es uno de los principales  desafíos geopolíticos actuales. La alcaldesa de París insiste en que una Europa fuerte es el único modo de proteger la soberanía y la integridad territorial del país, en  línea con la autonomía estratégica europea que defiende el presidente Macron o el ecologista Yannick Jadot.

Para el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, la influencia de Francia en el mundo se debe canalizar a través de la ONU. Quiere dejar de contribuir al programa de defensa europeo y es crítico con organizaciones y alianzas como el G7, el G20, la OCDE, la OMC o el Banco Mundial, que tacha de clubes oligárquicos. Promete romper con “la condescendencia del campo occidental” y abandonar la OTAN,  aunque especifica que ello no implica dejar de tener buenas relaciones con sus miembros, particularmente EE UU.

 

El rumbo de la Unión Europea 

El próximo jefe de Estado también determinará el encaje de Francia en la UE y podría alterar el peso de Europa en el tablero internacional.

Los candidatos ultraderechistas, próximos a Hungría o Polonia, defienden la  superioridad de leyes nacionales sobre las internacionales, la intensificación del control en las fronteras o una política migratoria más estricta. También quieren poner fin al  proceso de adhesión de Turquía en la Unión, una petición que también comparte la  republicana Pécresse. La conservadora, al igual que el presidente Macron, promete una renegociación de Schengen y reforzar la Agencia de Frontex con la  dotación de más guardias fronterizos.

Las formaciones de izquierdas, por otro lado, ponen el acento en la transición ecológica. Anne Hidalgo insiste en cumplir con los objetivos climáticos, en fomentar políticas sociales a nivel europeo o una mayor tasación para las multinacionales,  mientras que el ecologista Jadot quiere aumentar el presupuesto dedicado al clima y a la biodiversidad.

 

La lucha contra el terrorismo en el Sahel 

El grado de influencia de Francia en el continente africano, particularmente en la lucha contra el yihadismo en el Sahel, también es una cuestión clave en la política exterior francesa. La decisión del presidente Macron de retirar las tropas galas en Malí el pasado febrero —la Operación Barkhane— forzará al siguiente líder a delimitar la estrategia militar en la región.

Macron anunció que Francia seguirá luchando contra el terrorismo redistribuyendo las tropas en los países vecinos del Golfo de Guinea y África Occidental. Una posición que comparte, por ejemplo, Pécresse. Por su parte, Zemmour propone reforzar las bases militares y las alianzas con las fuerzas locales, mientras que Le Pen argumenta que la presencia militar en África es crucial para hacer frente a la influencia de Rusia y China en la zona.

En la izquierda, pese a no descartar el mantenimiento de tropas en la región, se prioriza invertir en cooperación y desarrollo. El ecologista Jadot, por ejemplo, critica el hecho de que la estrategia está demasiado centrada en lo militar y quiere que los socios africanos tengan más voz en la región.

 

Cambio climático y energía nuclear 

Partidarios sostienen pancartas durante la campaña de Jean-Luc Mélenchon. (Gerard Bottino/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)

Para reducir la dependencia frente a otras potencias, Macron apuesta por desarrollar las nucleares, puesto que este tipo de energía genera más del 70%  de la electricidad en el país. El presidente justifica su giro respecto a la energía nuclear con un doble objetivo: geopolíticamente reducirá la dependencia del gas y del petróleo, mientras que a nivel climático permitirá descarbonizar el país y alcanzar la neutralidad de carbono para 2030, objetivos fijados en la Cumbre del Clima en Glasgow.

A pesar de que este giro supone un cambio drástico respecto a su antecesor, François Hollande, la mayoría de candidatos es favorable a ella, aunque las izquierdas lo consideran una alternativa temporal mientras se estudia la forma de depender de las energías renovables. Mélenchon, Jadot y Hidalgo quieren una salida progresiva con un horizonte fijado en 2050.

En cuanto a los Acuerdos de París (COP21), ningún candidato francés plantea  retirarse de este compromiso climático, incluyendo los ultraderechistas, y todos abogan por progresivamente dejar de depender del carbono. Sin embargo,  las propuestas de Mélenchon y Jadot son las que más se acercan a dichos objetivos.

 

Francia europeísta versus Francia proteccionista 

En definitiva, la reelección del presidente Macron —favorito en los sondeos—  resultaría en un país con más voz en la UE y en el tablero internacional, con una fuerte apuesta por el desarrollo en tecnología e innovación. Supondría, también, continuar abriendo el país a inversores extranjeros e invertir en desarrollo y tecnología. Por contra, una victoria de la ultraderecha —Marine Le Pen se sitúa como segunda favorita en las encuestas— podría debilitar Europa, considerada como una amenaza ante la identidad nacional francesa, y aislar Francia con una visión más proteccionista.