
La formación y el desarrollo de agrupaciones industriales pueden impulsar las inversiones y la innovación en los países de la región, haciendo más competitivas a las economías latinoamericanas.
Los círculos académicos y de debate político siempre están pensando en la próxima gran idea sobre desarrollo. Sin embargo, en Latinoamérica y el Caribe, la realidad es que no hemos logrado materializar ni siquiera algunas de las estrategias más básicas para promover el desarrollo y la creación de empleo al nivel necesario. Una de las grandes ideas que ha pasado de moda es la importancia de agrupar las actividades industriales y enlazar esos grupos locales con cadenas de valor de ámbito mundial para fomentar más inversiones, la innovación y, en definitiva, actualizar los modelos de crecimiento económico. Los responsables políticos no deben desperdiciar las posibilidades inexploradas que ofrece esta actualización de las redes existentes y promover el desarrollo de sectores industriales basados en el conocimiento.
La región ha tenido cierto éxito en ese frente, como con la industria del vino en Chile. La combinación de inversiones extranjeras directas, importaciones de bienes de equipo especializados y recursos humanos muy cualificados ha sido clave para la modernización tecnológica del sector. La economista italiana Elisa Giuliani estudió las empresas del valle de Colchagua, una región famosa por sus vinos de primera calidad, y advirtió que la gran mayoría de las empresas habían adoptado nuevas tecnologías para mejorar las técnicas de bodegas, plantas embotelladoras y procesos de producción como la viticultura y la vinificación.
Igual de importante, señala Giuliani, fue la formación de una agrupación empresarial del sector del vino chileno que ofrecía servicios complementarios muy especializados: asesoramiento profesional en el viñedo y el terroir, implantación de determinados certificados de calidad, diseño y embalaje y ayuda en las ferias y los concursos internacionales. Además de que eso permitió que las empresas intercambiarán información y colaborarán en la búsqueda de soluciones a los problemas, la agrupación servía también para relacionarse con instituciones nacionales de investigación y asociaciones empresariales y, de esa forma, poder acudir a otras fuentes de conocimiento. Todo ello fue crucial para impulsar la capacidad exportadora de Chile y convertirlo en el cuarto exportador de vino del mundo.
Como demuestra el ejemplo chileno, las agrupaciones (clusters en inglés) pueden ser instrumentos eficaces para aumentar la competitividad y desarrollar comunidades locales. Además es fundamental su función de reunir empresas que están próximas geográficamente y abordar así todas las actividades necesarias para llevar un producto o servicio desde que es una idea hasta el mercado. Y pueden proporcionar un mecanismo muy necesario para que un país pase de una dependencia excesiva de la producción de materias primas a sectores industriales más flexibles y resistentes.
Es frecuente que el propio mercado forme agrupaciones de manera natural, cuando las empresas se especializan y tratan de sacar provecho a las economías de escala. Pero hace falta un esfuerzo concertado y político para promover la creación ...
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