Feministas y biógrafos arrasan en Irán
FOREIGN POLICY: Háblenos de la cultura literaria de Teherán.
Hadi Semati: La oferta de la ciudad
es muy amplia. Se puede comprar todo tipo de obras en las librerías
del barrio universitario o en las dos librerías de varias plantas llamadas
Shahreketab (ciudades del libro).
FP: ¿Qué se vende
más?
H. S: Historias de entretenimiento,
ficción, románticas y también libros escritos por mujeres.
Entre los más vendidos están Jóvenes fugitivas,
de Shahla Mozami; Violencia contra las mujeres, de Pour Reza, y
Mujeres en busca de la liberación, de Shahla Lahiji. Las obras
de la poetisa Simin Behbahani; la premio Nobel de la Paz, Shirin Ebadi, y
de feministas como Noshin Ahmadi Khorasani y Shadi Sadr cuentan con numerosos
lectores.
FP: ¿Qué opina la
gente sobre el éxito de ventas internacional Leer ‘Lolita’
en Teherán, de Azar Nafisi?
H. S: No hay traducción
al persa, pero a la gente no le gusta su relato exaltado, y posiblemente exagerado,
de la reciente injerencia del Estado.
FP: ¿Tienen lectores los
libros sobre la historia de Irán?
H. S: Una reciente autobiografía
del ayatolá Jaljali ha tenido una estupenda acogida. Desde la caída
del Sha se le conoce como el juez de la horca por sus atroces ejecuciones
sumarias. A los lectores también les encantan las obras históricas
y de ficción de la época del Sha, como las memorias de Assadolah
Alam, ministro de justicia de Reza Palevi.
FP: ¿Qué les ha ocurrido
a los escritores que han reivindicado reformas democráticas en los
últimos años?
H. S: Interpretación
fascista de la religión y el gobierno, de Akbar Ganji; Poder
desmitificado, de Saeed Hajjarian; las sátiras de Ibrahim Nabavi,
y el relato de Abbson aún reivindican enérgicamente la democracia
en Irán. Ganji y Abdi son ahora presos políticos.
FP: ¿Qué obras extranjeras
se leen?
H. S: Traducciones al persa, como
libros en rústica de John Grisham y Agatha Christie, experimentan un
boom de ventas. Los iraníes también leen a Toni Morrison
y Milan Kundera, así como libros políticos de Anthony Giddens,
Hernando de Soto y Francis Fukuyama. Europa y Latinoamérica siguen
siendo los principales puntos de referencia cultural de Irán; por eso,
muchos iraníes aprecian las obras de Karl Popper, Jacques Derrida,
Jürgen Habermas y Gabriel García Márquez.
FP: ¿Y los periódicos?
H. S: Lo más populares son
los diarios deportivos y Havades (Incidentes), sobre crímenes
y accidentes. El periódico urbano financiado con fondos públicos
de Teherán, Hamshahri (Ciudadano), ha perdido popularidad,
pero algunos periodistas que trabajaron allí disfrutan de enorme éxito
con Shargh (Este), periódico sofisticado y de vocación
global.
Feministas y biógrafos arrasan en Irán
Hadi Semati es profesor ayudante de Ciencia Política
en la Universidad de Teherán y experto invitado en la Fundación
Carnegie para la Paz Internacional en Washington.
FOREIGN POLICY: Háblenos de la cultura literaria de Teherán.
Hadi Semati: La oferta de la ciudad
es muy amplia. Se puede comprar todo tipo de obras en las librerías
del barrio universitario o en las dos librerías de varias plantas llamadas
Shahreketab (ciudades del libro).FP: ¿Qué se vende
más?H. S: Historias de entretenimiento,
ficción, románticas y también libros escritos por mujeres.
Entre los más vendidos están Jóvenes fugitivas,
de Shahla Mozami; Violencia contra las mujeres, de Pour Reza, y
Mujeres en busca de la liberación, de Shahla Lahiji. Las obras
de la poetisa Simin Behbahani; la premio Nobel de la Paz, Shirin Ebadi, y
de feministas como Noshin Ahmadi Khorasani y Shadi Sadr cuentan con numerosos
lectores.FP: ¿Qué opina la
gente sobre el éxito de ventas internacional Leer ‘Lolita’
en Teherán, de Azar Nafisi?H. S: No hay traducción
al persa, pero a la gente no le gusta su relato exaltado, y posiblemente exagerado,
de la reciente injerencia del Estado.FP: ¿Tienen lectores los
libros sobre la historia de Irán?H. S: Una reciente autobiografía
del ayatolá Jaljali ha tenido una estupenda acogida. Desde la caída
del Sha se le conoce como el juez de la horca por sus atroces ejecuciones
sumarias. A los lectores también les encantan las obras históricas
y de ficción de la época del Sha, como las memorias de Assadolah
Alam, ministro de justicia de Reza Palevi.FP: ¿Qué les ha ocurrido
a los escritores que han reivindicado reformas democráticas en los
últimos años?H. S: Interpretación
fascista de la religión y el gobierno, de Akbar Ganji; Poder
desmitificado, de Saeed Hajjarian; las sátiras de Ibrahim Nabavi,
y el relato de Abbson aún reivindican enérgicamente la democracia
en Irán. Ganji y Abdi son ahora presos políticos.FP: ¿Qué obras extranjeras
se leen?H. S: Traducciones al persa, como
libros en rústica de John Grisham y Agatha Christie, experimentan un
boom de ventas. Los iraníes también leen a Toni Morrison
y Milan Kundera, así como libros políticos de Anthony Giddens,
Hernando de Soto y Francis Fukuyama. Europa y Latinoamérica siguen
siendo los principales puntos de referencia cultural de Irán; por eso,
muchos iraníes aprecian las obras de Karl Popper, Jacques Derrida,
Jürgen Habermas y Gabriel García Márquez.FP: ¿Y los periódicos?
H. S: Lo más populares son
los diarios deportivos y Havades (Incidentes), sobre crímenes
y accidentes. El periódico urbano financiado con fondos públicos
de Teherán, Hamshahri (Ciudadano), ha perdido popularidad,
pero algunos periodistas que trabajaron allí disfrutan de enorme éxito
con Shargh (Este), periódico sofisticado y de vocación
global.