Reclutas rusos se reúnen fuera de un centro de procesamiento militar mientras los hombres reclutados se despiden de sus familias antes de partir de su ciudad en Moscú, Rusia, el 06 de octubre de 2022. (Foto de Sefa Karacan/Anadolu Agency vía Getty Images)

¿Cuántos soldados necesita Rusia y de qué grupos demográficos los va a extraer? ¿Cuál será la repercusión de la movilización militar para el país?

Durante los próximos seis meses, las autoridades rusas van a intentar reclutar entre 700.000 y un millón de hombres para reforzar su campaña militar en Ucrania. Según nuestros cálculos, durante esta primera campaña se escogerá una selección de aproximadamente entre dos y tres millones de hombres, que tendrán un 25% de probabilidades de acabar movilizados.

El perjuicio demográfico que va a sufrir Rusia por la guerra de Ucrania será aún más grave que el debido a la pandemia de la COVID-19. Se prevé que las bajas se sitúen en torno al 60-70% de los reclutas durante los primeros seis meses, de los que se calcula que el 15-20% resultarán muertos y el 45-50% heridos.

Como es natural, el daño no se limitará a aquellos que vayan a la guerra, sino que con el tiempo se extenderá a toda la sociedad rusa. Los que regresen con vida necesitarán cuidados físicos y psicológicos; y no hay que olvidar a las familias, los hijos, de quienes no vuelvan.

No podemos dejar de subrayar que los autores de este artículo somos economistas, no expertos militares. Nuestra experiencia en este campo se limita a dos años de entrenamiento durante nuestro periodo universitario y un mes de formación como reservistas. Por consiguiente, todas las conclusiones de este artículo se basan sobre todo en la lógica y el interés de nuestra perspectiva económica profesional.

Además, todavía no se han publicado datos objetivos —como el número de bajas o el tamaño previsto de la movilización— sobre el despliegue militar ruso, sino solo estimaciones. Nos apoyamos en las cifras que consideramos más creíbles en este momento.

Al principio de la guerra se calculaba que el número total de soldados rusos desplegados en Ucrania era 200.000; desde la primavera, las autoridades del país han reclutado sin cesar, con contratos de corta duración, para sustituir a los que mueren o resultan heridos. Pero no hay información fiable sobre el número de aquellos contratados en los últimos tiempos en Rusia ni sobre el de personas movilizadas en las regiones separatistas de Luhansk y Donetsk. En junio, los servicios de inteligencia británicos calcularon que el Ejército ruso había tenido 20.000 bajas, así que podemos suponer que a finales de septiembre la cifra habrá aumentado hasta alrededor de 35.000-40.000. Si utilizamos la estimación histórica sobre las guerras, de una proporción de 1 a 3 entre muertos y heridos, las tropas rusas habrán sufrido aproximadamente 150.000 bajas a finales de septiembre. Si se han incorporado al menos tantos como se han perdido, el resultado final es de 150.000 soldados durante este tiempo. Y también habrá que reemplazar pronto a los supervivientes y sanos del despliegue inicial, que no pueden luchar eternamente sin descanso.

¿Cuántos reclutas harían falta para sustituir a los 350.000 soldados? Al principio de la guerra, la mayoría de aquellos enviados a Ucrania eran profesionales. Después, las autoridades militares recurrieron a voluntarios motivados que querían servir a su país. La movilización actual implica el reclutamiento obligatorio de soldados que no son profesionales y no desean luchar, lo que significa que su eficacia será muy inferior a la de los militares profesionales. Para compensar las bajas harán falta entre dos y tres veces más individuos que las desplegados inicialmente, es decir, entre 700.000 y un millón.

En las redes sociales ha habido mucha polémica sobre el número de personas al que se refiere el séptimo párrafo “secreto” del decreto de movilización que permite convocar a un millón, pero no tiene mucho sentido enzarzarse en esas discusiones. Las autoridades llamarán a toda la gente como necesiten y, la verdad, pueden aumentar o reducir el número en cualquier momento. No debemos basar nuestros razonamientos en las cifras oficiales que pueda indicar el decreto, sino en las necesidades reales de la campaña militar rusa. Como hemos mencionado antes, se calcula que el número total de soldados necesarios es muy superior a los 300.000 reclutas anunciados oficialmente.

Creemos que los llamados a servir en Ucrania serán predominantemente los jóvenes rusos de entre 20 y 30 años. Hay pocas probabilidades de que se seleccione a personas mayores, puesto que a) seguramente están en peor forma física y b) es más probable que tengan hijos y relaciones sociales. Por tanto reclutarlos tendría un coste mayor para el Gobierno que alistar a los jóvenes.

Debido a la baja tasa de natalidad de Rusia en los años 90 y 2000, en la actualidad, no hay más que 7,3 millones de hombres entre 20 y 29 años en el país. Lo normal es que la movilización se centre en quienes ya han cumplido el servicio militar. En los últimos años se ha reclutado para el servicio militar a alrededor de 250.000 personas anuales. Si tenemos en cuenta que algunos de ellos se alistaron posteriormente en el Ejército para ser soldados profesionales y que otros han quedado incapacitados para el servicio por diferentes motivos, nos encontramos con una reserva potencial de aproximadamente dos millones de hombres de entre 20 y 29 años, 200.000 reclutas cada año. Si aumentamos la edad de reclutamiento a 35 años, la reserva será de unos tres millones de personas.

Se ve a los rusos intentando salir de su país para evitar una convocatoria militar para la guerra entre Rusia y Ucrania mientras se forman colas en el paso fronterizo de Kazbegi, en el municipio de Kazbegi de Stepantsminda, Georgia, el 30 de septiembre de 2022. (Foto de Davit Kachkachishvili/Anadolu Agency vía Getty Images)

Después de calcular que las necesidades de movilización de Rusia pueden ser de entre 700.000 personas y un millón, la probabilidad de que las personas del grupo objetivo sean llamadas a filas en los próximos seis meses es superior al 25%, aunque repartida de forma desigual entre unas regiones y otras. Se llamará a filas a más hombres de las regiones pobres y remotas porque hacerlo en las ciudades ricas podría atraer una atención indeseada y provocar protestas públicas; de hecho, las autoridades rusas ya utilizan esta táctica desde el principio de la movilización. Eso significa que hay muchas probabilidades de que en las áreas menos desarrolladas se movilice también a personas que están fuera del grupo de edad mencionado.

Es de prever que las tropas recién reclutadas tendrán más bajas que el ejército regular, sobre todo debido a una peor preparación física, la falta de motivación y una preparación muy limitada. Para formar a los militares hacen falta tiempo y recursos. Las autoridades rusas no disponen en estos momentos de suficientes oficiales, material ni tiempo para entrenarlos. Los nuevos reclutas serán enviados al frente después de unos cuantos meses de entrenamiento (quizá incluso solo unas semanas) y fundamentalmente serán carne de cañón. Las pérdidas serán comparables a las de las milicias de Donetsk, que, según los servicios de inteligencia británicos, contaban solo con el 55% de sus efectivos originales ya en junio (a los tres meses y medio de guerra).

El resultado de estas estimaciones son las cifras mencionadas: el índice de bajas entre los reclutas rusos podría alcanzar en los seis próximos meses el 60-70%, de las que el 15-20% serán muertos y el 45-50% heridos. El exceso de muertes por la COVID-19 en Rusia es ya de un millón de personas. Pero la pandemia afectó sobre todo a personas mayores de 60 años, que ya habían criado a sus hijos y completado su carrera profesional. La guerra de Ucrania causará unos 500.000 muertos y heridos (muchos de los cuales sufrirán una discapacidad permanente) en tan solo un año. Además, Rusia se quedará sin varios cientos de miles de hombres de esas edades por otro motivo: la emigración. En total, el país perderá más del 10% de su población masculina de entre 20 y 29 años.

Los que regresen de la guerra padecerán distintos problemas mentales, principalmente los trastornos de estrés postraumático que suelen observarse en los veteranos de combate. En Rusia, en las últimas décadas, estos trastornos se han denominado “síndrome afgano y checheno”, y la guerra de Ucrania ya ha supuesto para el país unas bajas muy superiores a las de esas dos conflictos armados.

Algunos activistas de derechos humanos, periodistas y políticos rusos independientes animan a los hombres en Rusia a que empleen cualquier método que puedan para eludir la llamada a filas, incluso huir del país para evitar las juntas de reclutamiento. Esta estrategia, aunque no tiene más que una mínima repercusión a la hora de no añadir más muertes a la guerra criminal desatada por el régimen de Vladímir Putin, sí contribuye a agotar los recursos del Estado para aplicar la ley y, a medio plazo, evita un aumento significativo de las fuerzas reclutadas. Por desgracia, no supondrá una gran diferencia en el número de personas convocadas en los primeros meses de movilización. Las necesidades de Rusia son tan grandes que evadirse del alistamiento es algo que solo podrán hacer los jóvenes más informados y con mejor posición económica, a expensas de sus compañeros menos afortunados. No evitará la pérdida masiva y sin sentido de vidas por el despliegue de cientos de miles de nuevos reclutas en la guerra de Ucrania.

La sociedad civil rusa tiene que elegir entre las protestas masivas contra la movilización y la guerra o perder decenas de miles de vidas jóvenes. Para muchos de nosotros la elección parece clara, pero no es nada fácil.

La versión original y en ingles de esté artículo se publicó con anterioridad en Insights.  Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.