Refugiados cruzan la frontera entre Grecia y Macedonia. (Robert Atanasovski/AFP/Getty Images)
Refugiados cruzan la frontera entre Grecia y Macedonia. (Robert Atanasovski/AFP/Getty Images)

¿Cómo están gestionando los países balcánicos la llegada masiva de refugiados? ¿Cuál es el papel de la Unión Europea?

Natalija Dević tuvo un fin de semana complicado. El jueves publicaba su nueva colaboración en el periódico serbio Danas con el título Stranci u Beogradu (Extranjeros en Belgrado), y el viernes vivía su pico de impopularidad. Entre otros dislates utilizaba el calificativo bula, forma despectiva de referirse a las mujeres que llevan velo. Anteponía su posición de belgradense (luego se supo que era montenegrina) a la imagen indecorosa de los inmigrantes sirios, afganos o libios, derrumbados en los parques de la capital, o se preguntaba si para ellos las mujeres locales irían demasiado “desnudas“. Esta, y otras aseveraciones, reconociendo que venía recién llegada de la playa. Todo de muy mal gusto, incluso para la alta alcurnia capitalina. De ser otra la publicación —las hay donde estos artículos tienen cabida— el asunto hubiera pasado desapercibido, pero Danas tiene una reputación que mantener, como periódico defensor de los derechos humanos que se le presupone. El comité editorial publicaría una rectificación el lunes. Dević anunciaba que cancelaba sus colaboraciones con el diario y pedía disculpas por si había ofendido a alguien.

Dević quiso tratar el tema con frivolidad. Chispear, elegante y sofisticada, como si fuera la protagonista de una sitcom neoyorquina, frente a toda esta chusma de sombras oscuras y medievales. Sin embargo, el tema es mucho más grave que un conflicto estético o clasista. El comisionado de Inmigración, Asuntos Internos y Ciudadanía de la Unión Europea, Dimitris Avramopoulos, dice que es la “peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial”. Solo en julio más de 100.000 personas entraron por la frontera sur de la UE. Desde el 1 de enero, unas 90.000 personas han llegado a Serbia. La media es de unos 2.000 al día. Desde Turquía a Grecia, para luego recorrer Macedonia. Muy pocos lo hacen por Bulgaria, que ha levantado un muro que ocupa de momento más de 50 kilómetros de frontera, y 4 metros de alto frente a Turquía. Van hacia Reino Unido, países escandinavos y Alemania, que este año llegará a las 800.000 peticiones de asilo. La mayoría son sirios, afganos y eritreos. Muy pocos se quedan en los Balcanes, casi todos recorren la región sin intención de quedarse.

En la estación de trenes de Gevgelija, una ciudad macedonia de menos de 16.000 habitantes, se han vivido escenas de tensión. Las peleas entre pasajeros por entrar en un vagón son habituales, con palos y navajas de por medio. Los familiares introducen a sus hijos por las ventanas, y luego buscan cómo entrar en el vagón. Si no lo consiguen, los hijos vuelven a la salir por la ventana. Asfixias, quemaduras, forcejeos y horas interminables de espera. El verano ha sido muy caluroso en los Balcanes, con temperaturas de 40 grados, y las carreteras, que atraviesan el sureste europeo, están siendo recorridas por familias enteras que ...