• Etiqueta Negra, Vol. 5, número 38,
    julio 2006, Lima (Perú)

En los últimos años, el periodismo sufre dos vicios: una fijación con lo superficial y una creciente frivolidad. América Latina no es una excepción. En los quioscos de la región dominan las revistas españolas de sociedad obsesionadas con la aristocracia, como la ubicua ¡Hola! y las revistas satinadas sobre famosos al estilo estadounidense.

Los quioscos latinoamericanos no estuvieron siempre plagados de publicaciones sin sustancia. En los 30, gracias a una generación de escritores argentinos encabezada por Jorge Luis Borges, vio la luz la revista Sur. El poeta mexicano Octavio Paz recuperó esa tradición y fundó Plural y Vuelta, ambas muy influyentes en el mundo cultural de habla hispana de finales del siglo XX.

Todas ellas comparten la misma vocación y estructura y aúnan creatividad y seria reflexión. Son publicaciones en el sentido original de la palabra: auténticos almacenes en los que encuentran cabida, sin pro- Renovación latinoamericana blemas, casi todas las manifestaciones del pensamiento.

Tal vez consciente de esta tradición, desde hace mucho tiempo la prensa latinoamericana no ha logrado proporcionar a sus lectores una publicación capaz de combinar cuestiones triviales con textos reflexivos y ensayos inteligentes. Al contrario, este continente se ha presentado al mundo a través de la fantasía, de manera que millones de lectores han conocido la región gracias a la imaginación de novelistas como Gabriel García Márquez e Isabel Allende.

Sin embargo, un segmento de la prensa se ha rebelado recientemente contra la estética del realismo mágico. Para esos informadores, unos países con la realidad de América Latina ya no se prestan a interpretaciones fantásticas. Este cambio editorial no debería suponer una sorpresa; tal vez sea más que natural que una región que ha vivido una historia tan brutal durante el siglo XX reflexione sobre su situación, en vez de dedicarse a escribir relatos imaginarios.

En este contexto, The New Yorker, con su énfasis en la reflexión y la información, se ha convertido en el modelo editorial a seguir. Ninguna revista de América Latina ha sido capaz de emular la elegancia y el dinamismo de esa publicación tan bien como la peruana Etiqueta Negra. Bajo la tutela de su fundador (el periodista peruano de 39 años Julio Villanueva Chang), el director editorial, Daniel Titinger, ha compuesto una revista que se ha convertido en un baluarte periodístico de pensamiento serio con toques de fantasía.

Sus páginas albergan artículos de los escritores contemporáneos más notorios de este continente, como Juan Villoro y Santiago Roncagliolo, el ganador del Premio Alfaguara en 2006. La revista también publica reportajes de literatos revelación de todo el mundo, con nuevos y sorprendentes puntos de vista.

A diferencia de la inmensa mayoría de revistas latinoamericanas apegadas a la tradición, Etiqueta Negra tiene fe en la capacidad de concentración y la inteligencia de sus lectores. Sus contenidos revelan el compromiso de la redacción con el buen juicio literario, así como una visión propia del mundo, sin pretensiones.

Hasta ahora, siguiendo una práctica que recuerda a la británica Granta, cada número de Etiqueta Negra se ha centrado en un solo tema. El de julio de 2006, sobre el miedo, fue un clásico del género que incluía un entretenido debate sobre el cine de terror, un artículo sobre vampirismo y un ensayo sobre la fobia a volar, temas no relacionados en apariencia, pero con un hilo conductor real en sus páginas.Aunque los contenidos principales seguirán, de alguna manera, siendo temáticos, Etiqueta Negra no tardará en ampliar su enfoque para convertirse, como afirma Titinger, en una revista “todavía más libre, que permita incluir todas esas otras noticias no vinculadas al tema de cada número”.

Sin embargo, en lo que respecta a la dirección de arte, Etiqueta Negra no guarda ninguna similitud con The New Yorker. Su portada es satinada y, en su mayor parte, monocromática. Sus páginas tienen un diseño limpio y ligero, y albergan inteligentes ilustraciones y provocadoras fotografías. Tal vez porque conoce bien el feroz mercado de publicaciones latinoamericano (en el que la imagen tiende a ser todo), la dirección ha hecho hincapié en la legibilidad.

Etiqueta Negra encarna el brillante futuro del periodismo en América Latina. También es un modelo de conducta para otras publicaciones que intentan representar una identidad regional y, al mismo tiempo, defender de manera creativa una gran tradición literaria. El magacín fundado por Villanueva Chang no subestima al lector ni es esclava del mercado. Se trata de una revista que no teme a la reflexión, y que, sin embargo, no se toma demasiado en serio a sí misma.