El memorándum que Joshua Muravchik ha dirigido a sus compañeros neocons [a través de FP] es un perfecto ejemplo de confusión forzada del mundo real con el deseo; pura esquizofrenia ideológica.

Podría, en pocas líneas, aportar numerosas razones en contra de sus argumentos (sin mencionar la nula referencia al principal problema en Oriente Medio, el conflicto árabe-israelí). Pero creo que basta con la cita del siguiente artículo publicado en su revista, cuyo autor es Alan Wolfe: "La política exterior de la Casa Blanca, primero en Irak y más recientemente en Líbano, está bajo el influjo de una extraña alianza entre evangélicos y judíos".

Termino con la definición de razón según Leibniz: "Facultad capaz, al menos en parte, de establecer o captar las relaciones que hacen que las cosas dependan unas de otras, y estén constituidas de una determinada forma y no de otra".

  • Eugenio de la Cuesta
    Meruelo, Cantabria, España

Cuando Joshua Muravchik escribe: "Las recientes elecciones en los territorios palestinos y en Egipto han tenido unos resultados desconcertantes, que sugieren que la democratización de Oriente Medio puede ser más difícil de lo que nos imaginábamos", transmite la sensación de que los neocons no han sabido valorar objetivamente la existencia del Estado de Israel, su reciente historia y lo que supone, para el mundo árabe en general y en concreto para los palestinos, su presencia en la región.

Es inquietante que el Gobierno de EE UU esté en manos de un grupo de personas que sólo son capaces de valorar en su justa medida un lado de la realidad. Han ocurrido y ocurren demasiadas cosas terribles en Palestina. Hay demasiado odio en Oriente Medio para que todo se arregle con la invasión de Irak.

El problema real está en el sufrimiento del pueblo palestino. Su situación no sólo es injustificable, sino que es el motor generador de odio del mundo musulmán. Mientras los palestinos sigan sufriendo, el mundo musulmán seguirá desconfiando de EE UU y de Occidental en general.

Evidentemente, Israel va a seguir existiendo. Quienes mejor lo saben son los gobernantes de los países de Oriente Medio. No creo que el presidente iraní Ahmadineyad quiera de verdad bombardear Tel Aviv con misiles de cabeza nuclear, porque sabe cuáles serían las consecuencias: una nueva guerra mundial. Creo que Teherán quiere conseguir lo que han logrado India y Pakistán: una mayor cuota de poder.

Si los principios del neoconservadurismo son paz mundial indivisible, poder de ideas, libertad y democracia universales y lucha contra el mal, parece obvio que cualquier persona los compartirá. Pero ¿qué es el mal? Si en Oriente Medio los neocons lo equiparan con todo lo que se oponga a la hegemonía de Estados Unidos, seguro que esa definición no será compartida por mucha gente.

Por el bien de todos, espero que la operación retorno de los neocons sea constructiva, pero desconfío de los resultados. Parece que lo único que busca este grupo de personas es la hegemonía de su país (como todo el mundo ha hecho a lo largo de la historia). Si, como sugiere Muravchik, la operación retorno hace que sea inevitable una acción bélica contra las instalaciones nucleares de Irán, el futuro no será mejor que el presente.

  • José Rodríguez Millán
    Murcia, España

Leí, divertido, los consejos de Muravchik sobre cómo salvar a los neocons. En ningún momento cita como "área de pensamiento neoconservador que necesita ser reconsiderada con urgencia" la cuestión de la tortura o del hábeas corpus o el Estado de Derecho. ¿Son acaso elementos del legado de George W. Bush que le gustaría conservar y extender? ¿O simplemente niega que la Administración Bush esté involucrada en ese tipo de graves violaciones de los derechos humanos y de la Constitución estadounidense? ¿Cómo puede el proyecto neocon defender esas prácticas y afirmar al mismo tiempo que la devoción por la democracia es una de sus características definitorias?

  • Peter Abbott
    Wauwatosa, Wisconsin,
    EE UU

A pesar de lo que diga Muravchik, la guerra de Irak es un proyecto neoconservador hasta la médula en su concepto y en su realización (y equivocado en ambos niveles). Sus ideas sobre cómo combatir la guerra contra el terror distorsionaron las decisiones esenciales sobre las prioridades estratégicas de Washington en ese conflicto. Como consecuencia, EE UU no pudo terminar su trabajo contra Al Qaeda cuando tuvo la oportunidad. Además, empeoró la amenaza yihadista a largo plazo y (…) debilitó su capacidad de enfrentarse de forma eficaz a amenazas importantes en todo Oriente Medio.

Muravchik no debería permitirse culpar de la mala gestión del proyecto neoconservador en Irak a la revolución en los asuntos militares y a las debilidades burocráticas. Hoy, la rigidez del credo neoconservador está impidiendo a la Administración Bush llegar a un compromiso estratégico serio con Irán y Siria, acercarse de forma más realista a la cuestión palestina o hacer otras cosas que EE UU necesita urgentemente si quiere salir del pozo en el que le han metido los neoconservadores.

  • Flynt Leverett
    Investigador de la New America Foundation,
    Washington, EE UU

El memorándum que Joshua Muravchik ha dirigido a sus compañeros neocons [a través de FP] es un perfecto ejemplo de confusión forzada del mundo real con el deseo; pura esquizofrenia ideológica.

Podría, en pocas líneas, aportar numerosas razones en contra de sus argumentos (sin mencionar la nula referencia al principal problema en Oriente Medio, el conflicto árabe-israelí). Pero creo que basta con la cita del siguiente artículo publicado en su revista, cuyo autor es Alan Wolfe: "La política exterior de la Casa Blanca, primero en Irak y más recientemente en Líbano, está bajo el influjo de una extraña alianza entre evangélicos y judíos".

Termino con la definición de razón según Leibniz: "Facultad capaz, al menos en parte, de establecer o captar las relaciones que hacen que las cosas dependan unas de otras, y estén constituidas de una determinada forma y no de otra".

  • Eugenio de la Cuesta
    Meruelo, Cantabria, España

Cuando Joshua Muravchik escribe: "Las recientes elecciones en los territorios palestinos y en Egipto han tenido unos resultados desconcertantes, que sugieren que la democratización de Oriente Medio puede ser más difícil de lo que nos imaginábamos", transmite la sensación de que los neocons no han sabido valorar objetivamente la existencia del Estado de Israel, su reciente historia y lo que supone, para el mundo árabe en general y en concreto para los palestinos, su presencia en la región.

Es inquietante que el Gobierno de EE UU esté en manos de un grupo de personas que sólo son capaces de valorar en su justa medida un lado de la realidad. Han ocurrido y ocurren demasiadas cosas terribles en Palestina. Hay demasiado odio en Oriente Medio para que todo se arregle con la invasión de Irak.

El problema real está en el sufrimiento del pueblo palestino. Su situación no sólo es injustificable, sino que es el motor generador de odio del mundo musulmán. Mientras los palestinos sigan sufriendo, el mundo musulmán seguirá desconfiando de EE UU y de Occidental en general.

Evidentemente, Israel va a seguir existiendo. Quienes mejor lo saben son los gobernantes de los países de Oriente Medio. No creo que el presidente iraní Ahmadineyad quiera de verdad bombardear Tel Aviv con misiles de cabeza nuclear, porque sabe cuáles serían las consecuencias: una nueva guerra mundial. Creo que Teherán quiere conseguir lo que han logrado India y Pakistán: una mayor cuota de poder.

Si los principios del neoconservadurismo son paz mundial indivisible, poder de ideas, libertad y democracia universales y lucha contra el mal, parece obvio que cualquier persona los compartirá. Pero ¿qué es el mal? Si en Oriente Medio los neocons lo equiparan con todo lo que se oponga a la hegemonía de Estados Unidos, seguro que esa definición no será compartida por mucha gente.

Por el bien de todos, espero que la operación retorno de los neocons sea constructiva, pero desconfío de los resultados. Parece que lo único que busca este grupo de personas es la hegemonía de su país (como todo el mundo ha hecho a lo largo de la historia). Si, como sugiere Muravchik, la operación retorno hace que sea inevitable una acción bélica contra las instalaciones nucleares de Irán, el futuro no será mejor que el presente.

  • José Rodríguez Millán
    Murcia, España

Leí, divertido, los consejos de Muravchik sobre cómo salvar a los neocons. En ningún momento cita como "área de pensamiento neoconservador que necesita ser reconsiderada con urgencia" la cuestión de la tortura o del hábeas corpus o el Estado de Derecho. ¿Son acaso elementos del legado de George W. Bush que le gustaría conservar y extender? ¿O simplemente niega que la Administración Bush esté involucrada en ese tipo de graves violaciones de los derechos humanos y de la Constitución estadounidense? ¿Cómo puede el proyecto neocon defender esas prácticas y afirmar al mismo tiempo que la devoción por la democracia es una de sus características definitorias?

  • Peter Abbott
    Wauwatosa, Wisconsin,
    EE UU

A pesar de lo que diga Muravchik, la guerra de Irak es un proyecto neoconservador hasta la médula en su concepto y en su realización (y equivocado en ambos niveles). Sus ideas sobre cómo combatir la guerra contra el terror distorsionaron las decisiones esenciales sobre las prioridades estratégicas de Washington en ese conflicto. Como consecuencia, EE UU no pudo terminar su trabajo contra Al Qaeda cuando tuvo la oportunidad. Además, empeoró la amenaza yihadista a largo plazo y (…) debilitó su capacidad de enfrentarse de forma eficaz a amenazas importantes en todo Oriente Medio.

Muravchik no debería permitirse culpar de la mala gestión del proyecto neoconservador en Irak a la revolución en los asuntos militares y a las debilidades burocráticas. Hoy, la rigidez del credo neoconservador está impidiendo a la Administración Bush llegar a un compromiso estratégico serio con Irán y Siria, acercarse de forma más realista a la cuestión palestina o hacer otras cosas que EE UU necesita urgentemente si quiere salir del pozo en el que le han metido los neoconservadores.

  • Flynt Leverett
    Investigador de la New America Foundation,
    Washington, EE UU