La nueva política del calor y la sed

La nueva política del calor y la sed.

 

En medio de uno de los veranos más calientes que se recuerdan, el Departamento de Agricultura estadounidense ha calificado casi la mitad de todos los condados del país de “zonas catastróficas”, después de varias semanas de escasez de lluvias y temperaturas superiores a los 37 grados Celsius. La sequía ha destruido casi la mitad de las cosechas de maíz y soja, lo cual ha empujado a algunos expertos a advertir de una posible crisis alimentaria mundial, cuando la disminución de las reservas provoque el alza de los precios en el mercado.

Sin embargo, EE UU no es el único rincón del globo que se derrite. Casi el 13% de la superficie terrestre del mundo sufre un calor extremo, según un nuevo informe de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense. Tal vez no parezca mucho, pero, si tenemos en cuenta que en 1980 era menos del 1%, el aumento es espectacular.

El informe probablemente va a alimentar las llamas de un debate científico cada vez más intenso sobre el cambio climático, con las sequías producidas solo en primavera y verano de este año en África occidental, China, Brasil y grandes regiones de India, que han dejado ya a decenas de miles de agricultores en la pobreza y a millones de personas hambrientas.

 

 

Según la Oficina de Agricultura de Illinois, el Estado está viviendo el sexto año más seco que se recuerda. El 2 de agosto, el Congreso de Estados Unidos aprobó una ley de ayudas a zonas de desastre que amplía el periodo que tienen los agricultores para pagar las primas del seguro y les permite utilizar tierras protegidas como pastos en situación de emergencia.

Arriba, unas plantas de maíz luchan para sobrevivir en un terreno agrícola asolado por la escasez de agua cerca de Oakton, Indiana. Este Estado fue el cuarto productor de maíz de EE UU en 2011, pero el Gobierno federal declaró el 1 de agosto que casi el 85% de este territorio estadounidense está en situación de sequía grave.

 

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Una estación de monzones retrasada y muy breve en India está agudizando la fragilidad de la economía del país porque miles de hectáreas de tierra de cultivo están secándose. Las lluvias anuales son vitales para sus casi dos tercios de los 1.200 millones de habitantes, que dependen de la agricultura para vivir, pero este año las precipitaciones han disminuido un 20% y, como consecuencia, el alza de los precios de los alimentos y los tipos de interés bancarios están lastrando la atribulada economía india.

En la foto, el agricultor indio Rameshwar Dayal contempla sus campos resecos en la aldea de Kherikhummar, en el Estado septentrional de Haryana, el 26 de julio.

 

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A principios de este verano, el norte de Brasil experimentó su peor sequía en 40 años y 900 pueblos declararon el estado de emergencia. Las exportaciones de soja del país disminuyeron un 15%, a pesar de una subvención federal de 3.000 millones de dólares (unos 2.450 millones de euros) para evitar el desastre en la agricultura. La situación ha mejorado en las últimas semanas con el aumento de las lluvias y Brasil ha podido ofrecer maíz a buen precio como alternativa a la disminuida cosecha procedente de Estados Unidos.

Arriba, un campo de algodón abandonado y afectado por la sequía en Apodi, en el Estado brasileño de Rio Grande do Norte, el 29 de junio.

 

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En España, la sequía primaveral en la región de Galicia, al noroeste, provocó incendios que destruyeron miles de hectáreas y causaron la muerte de un bombero. Aquí, unos árboles arden cerca de la aldea de Castrelo do Val, en el noroeste de España, el 27 de marzo. Le Monde ha informado de que la sequía en España causó 17 incendios esta primavera.

 

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La provincia china meridional de Yunán sufrió esta primavera su tercer año consecutivo de severa escasez de recursos hídricos. La crisis ha afectado a más de ocho millones de personas en la provincia, y casi la mitad de ellas tienen acceso limitado al agua potable. La escasa lluvia ha hecho que se sequen 273 ríos y 413 estanques. La sequía de China ha llegado a sus regiones más septentrionales. El gigante asiático, el mayor productor y consumidor mundial de trigo, puede vivir su primer declive anual de la producción en 10 años, después de una sequía en regiones fundamentales para este cultivo.

Arriba, campesinos chinos llevan cubos de agua recogida de un pozo hasta sus hogares en Yiliang, el 27 de febrero.

 

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La sequía sufrida esta primavera en Gran Bretaña secó el pantano de Bewl, en Kent, hasta casi la mitad de su capacidad, durante uno de los bienios más secos de la historia. Aquí, unos residentes transportan una canoa a través del barro seco hasta el borde del pantano semilleno el 5 de abril. Según Southern Water, la compañía regional de agua y alcantarillado de Kent, el Bewl debería haber estado a un 90% en esa época del año. El 5 de abril, el Gobierno impuso una prohibición de utilizar mangueras en 20 millones de hogares del sur del país.

 

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Un bombero lucha contra el fuego en un bosque el 21 de julio después de un incendio en Meia Serra, en la isla portuguesa de Madeira. Las temperaturas abrasadoras y los fuertes vientos alimentaron un fuego que se había iniciado tres días antes en los límites de Funchal, la capital de la isla. Todo Portugal ha experimentado este verano una sequía mientras el país soportaba una ola de calor prolongada.

 

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La organización humanitaria Oxfam informa de que los índices de malnutrición en varios países de África occidental están ya entre el 10 y el 15%, y casi un millón de niños corren peligro de malnutrición grave. Oxfam ha advertido de que, sin ayuda internacional, la sequía de esta primavera en África occidental se convertirá en una crisis total. La ONU calcula que más de 18 millones de personas sufren de escasez de alimentos debido a la grave sequía de la región.

En la foto, un niño malnutrido yace en un centro médico de una ONG en el campo de refugiados de Mirriah, en la región de Zinder, Níger.

 

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Irak sufre sequías habituales y ha tenido varias en los últimos 10 años. El primer ministro iraquí, Nouri al Maliki, advirtió en mayo a otros Estados árabes de que la región puede encaminarse hacia una “guerra del agua” a medida que disminuyan las reservas por las repetidas sequías y olas de calor.

Arriba, un pastor iraquí baja de su camello para permitirle descansar en el desierto de Kut, a unos 180 kilómetros al sur de Bagdad, el 1 de julio.

 

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Los restos de una cabra yacen en la arena en Katawane, al sureste de Mauritania, el 4 de mayo. El golpe militar del 22 de marzo en el vecino Malí y la toma de medio país por los rebeldes han agravado los efectos ya preocupantes de la crisis alimentaria en la región del Sahel, en África occidental. La ONU calcula que la crisis de Malí ha obligado a más de 320.000 personas a abandonar sus hogares; 187.000 han buscado refugio en países vecinos, incluido Níger, que sufre una nueva sequía por la que millones de personas corren peligro de pasar hambre.

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