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Las recientes aventuras de China en África son bien conocidas, como también los intentos de Occidente de mantener el ritmo. Ahora hay que añadir otro jugador: Rusia está entrando en África a lo grande, quedándose con contratos de gas y petróleo con la intención de adquirir aún más influencia en el mercado mundial de la energía.

En septiembre, el monopolio energético estatal ruso Gazprom obtuvo concesiones de gas en Nigeria, que, según se cree, tiene una de las mayores reservas mundiales de este recurso. Además de ofrecer incentivos de ayuda al desarrollo como la producción de electricidad, acordó ayudar al país de África occidental a financiar un gaseoducto transahariano de 4.000 kilómetros hacia Europa.

Gazprom, en una joint venture con la italiana Eni, aspira además a invertir en un gaseoducto desde Libia que lleve el gas natural bajo el Mediterráneo. Moscú se ha ofrecido a comprar todo el gas de este país y parte de sus exportaciones de crudo. Si el acuerdo sigue adelante daría a los rusos el control total de los suministros a la UE. Rusia ha firmado asimismo con Argelia, Angola, Egipto y Costa de Marfil unos acuerdos por 3.500 millones de dólares que espera que estén en vigor en 2010.

Pero lo que quiere Rusia no son sólo gaseoductos y oleoductos; quiere también ganarse a la gente. Ha cancelado deuda africana por valor de 20.000 millones de dólares y hace poco anunció un paquete de ayuda de 500 millones de dólares para los países de este continente, sin condiciones. Colaboró para impedir que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara las sanciones contra Zimbabue pocos meses después de que este país abriera una oficina de turismo en Moscú.

Todo esto tiene a Europa muy preocupada. Si su gran vecino controla el abastecimiento de gas natural del este -a través de las reservas de Gazprom en Asia Central- y del sur, Europa quedaría rodeada, con escaso margen para encontrar fuentes de suministro alternativas. No fue una coincidencia que la UE ofreciera 21.000 millones de dólares por el gaseoducto transahariano justo después de la guerra entre Rusia y Georgia. Que empiece el gran juego.