
La relación entre las fuerzas armadas y la homosexualidad raramente sale a la luz pública. La excepción a este relativo silenciamiento tuvo lugar en 2011, cuando Estados Unidos retiró la ley que impedía servir en el Ejército a los gays que manifestaran abiertamente su orientación sexual. La norma, conocida comúnmente como "Don't ask, don't tell" ("No preguntes, no contestes") ilegalizaba la discriminación y el maltrato a los homosexuales en el ámbito castrense, pero al mismo tiempo prohibía a éstos la pública manifestación de sus inclinaciones sexuales, so pretexto de que podía poner en riesgo la moral, la disciplina y la cohesión de las fuerzas armadas. La administración Obama dio al traste con esa paradójica normativa, en una pugna que ocupó los titulares de la prensa estadounidense e internacional durante varias semanas.
No ha habido otra ocasión en que la atención del mundo haya estado tan centrada en esta cuestión. Fuera de aquel empuje mediático, la peliaguda simbiosis entre la homosexualidad y los cuarteles emerge sólo, y de forma puntual, en los Estados en los que al menos existe un debate al respecto y que, por lo general, tienen legislaciones permisivas. Pero éstos son pocos, se concentran fundamentalmente en el mundo rico occidental, y ni siquiera en estos lugares están libres de limitaciones y controversia. Fuera de ese espectro de países, lo que predomina es el silencio y el estigma.
Un reciente estudio ofrece un panorama del grado de aceptación de las minorías sexuales en los ejércitos nacionales, valorándolo mediante una puntuación que va de cero a cien. Nueva Zelanda, con 100 puntos, es el país que más hace por integrar a los homosexuales en sus Fuerzas Armadas. No sólo cuenta con una legislación que, desde 1993, permite a gays, lesbianas, bisexuales y transexuales servir en el Ejército sin tener que ocultar su condición, sino que posee además herramientas adicionales para asegurar que la no discriminación se lleve a la práctica, como por ejemplo un servicio de asesoramiento a los soldados que pertenezcan a minorías sexuales. En el extremo contrario se sitúa Nigeria, considerado por el citado informe como el país que más discrimina a los gays en las fuerzas armadas. Situación que está en sintonía con la homofobia general del Estado, reforzada recientemente con una nueva legislación que criminaliza la homosexualidad.
Por el contrario, Holanda ofrece un panorama abierto e inclusivo desde 1974, cuando se convirtió en el primer país en prohibir la discriminación de los homosexuales en el Ejército. Las Fuerzas Armadas holandesas cuentan con un sindicato propio que representa a las minorías sexuales ante el Ministerio de Defensa, un buen ejemplo de cómo un entramado institucional específico puede ayudar a que la no discriminación estipulada en las leyes tenga su reflejo en la práctica. Sin embargo, el liberalismo de los cuarteles holandeses no siempre ha sido bien recibido fuera de sus fronteras y ...
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