Nathaniel Fick y John Nagl (‘Manual de contrainsurgencia’, www.esglobal.org) identifican dos cuestiones fundamentales para mejorar la situación en Afganistán: proteger a la población y establecer instituciones estatales legítimas. La reflexión clave de los autores consiste en vincular las dos: demostrar que la única manera de proteger a la población a largo plazo es crear las condiciones para el autogobierno de los afganos.

La cuestión fundamental sigue siendo la siguiente: ¿cómo crear instituciones eficaces y responsables que respondan a las necesidades de las personas? La construcción inteligente de un Estado es viable. La historia reciente nos brinda múltiples ejemplos en los que países como Corea del Sur o Irlanda del Norte han conseguido revertir situaciones complejas y que planteaban grandes retos, y crear estabilidad y prosperidad.

Por nefastas que puedan parecer las perspectivas, existen ingredientes para alcanzar el éxito en Afganistán. Durante los años que pasé allí, pude comprobar que la mayoría de los afganos tienen ansias de orden y de leyes. Afganistán era un país estable con un desarrollo bien encaminado en la década de los 70, y sigue existiendo una generación de más edad con gran capacidad profesional, así como una entusiasta generación más joven deseosa de paz.

Con esfuerzos como los llevados a cabo por el Ejército afgano o el sistema de atención sanitaria, se han hecho muchos progresos. Como señalan Fick y Nagl, el Programa de Solidaridad Nacional introduce con buenos resultados la gobernanza en el ámbito local. El avance exige conceder una mayor atención a las actuaciones que adopte el Gobierno y a los servicios que preste en los diferentes niveles, desde la capital a las localidades.

Con la crisis financiera global, existe una necesidad apremiante de garantizar un gasto de recursos prudente. El despliegue de un soldado extranjero puede costar lo mismo que el de 70 soldados afganos; un gestor de proyectos de ayuda cuesta lo mismo que 400 profesores afganos. Con una inversión por adelantado en la creación de instituciones, el precio de la estabilización puede verse radicalmente reducido a largo plazo.

Para apoyar este enfoque y responder al llamamiento de cambio del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, podrían forjarse nuevas asociaciones con el fin de revitalizar la agricultura gracias a instituciones educativas con dotación de terrenos; ofrecer tecnologías renovables, como la solar, la eólica y la energía microhidráulica a las localidades de Afganistán, y establecer bibliotecas públicas e instalaciones médicas para ofrecer enseñanza a distancia y atención sanitaria a las localidades.

  • Clare Lockhart
    Directora
    Institute for State Effectiveness,
    Washington, DC, EE UU

 

Nathaniel Fick y John Nagl responden:

Pocas personas están más cualificadas para reflexionar sobre el futuro de Afganistán que Clare Lockhart, que fue una figura clave en el establecimiento del Gobierno afgano en 2001 y en 2002, y que ha trabajado de manera incansable desde entonces contra enormes obstáculos para garantizar un gobierno eficaz.

Al igual que Lockhart, estamos convencidos de que es posible construir un Gobierno afgano mejor, que conquiste el apoyo de su pueblo dando respuesta a sus demandas de seguridad, oportunidades económicas y supremacía de la ley. Aunque el Programa de Solidaridad Nacional es realmente prometedor, los esfuerzos internacionales actuales para apoyar el desarrollo de una gobernanza adecuada adolecen de una falta de coordinación entre los numerosos gobiernos nacionales participantes; demasiados cocineros arruinan el puchero o, más bien, el qorma (el estofado afgano tradicional).

El mando de todas las tropas de la OTAN y de Estados Unidos se ha consolidado recientemente en manos de un hombre, el general David McKiernan, pero no se ha producido una coordinación similar en cuanto a los programas de ayuda y de desarrollo. Aunque Estados Unidos trabaja para duplicar su compromiso militar en el conflicto en 2009, hasta ahora no existe un correspondiente aumento de expertos en las tareas de desarrollo y de reconstrucción civil.

Las elecciones generales previstas para este otoño ofrecen la perspectiva de un liderazgo afgano distinto o revitalizado, de manera que Estados Unidos y la comunidad internacional podrán contar con nuevos socios con los que trabajar para construir un Afganistán mejor, que pueda velar por su propia seguridad y que, al hacerlo, mejore la de Estados Unidos. Inevitablemente, el proceso será complicado y lento, como todas las campañas de contrainsurgencia, pero con un liderazgo norteamericano e internacional inteligente es posible conseguirlo.