Un joven palestino camina entre los escombros de un edificio derribado por el Ejército israelí en Gaza. (Mohammed Abed/AFP/Getty Images
Un joven palestino camina entre los escombros de un edificio derribado por el Ejército israelí en Gaza. (Mohammed Abed/AFP/Getty Images

La tregua indefinida entre Israel y Hamás dará paso a uno de estos cuatro escenarios alternativos

Aunque el Gobierno israelí la haya denominando “Margen protector” –a modo de operación militar dentro de la letal secuencia acaecida tras la retirada de Israel de la Franja de Gaza en agosto de 2005: “Lluvias de verano” (junio de 2006), “Invierno caliente” (febrero de 2008), “Plomo fundido” (diciembre de 2008) y “Pilar defensivo” (noviembre de 2012)– esta nueva confrontación que comenzó el pasado 7 de julio y terminó el 26 de agosto puede considerarse como una guerra en toda regla. Al menos así lo han percibido el conjunto de los gazatíes y una gran parte de la opinión pública israelí. Más de medio millón de los habitantes de Gaza, así como el 70% de los ciudadanos israelíes de las localidades y de los kibutzim adyacentes a la Franja, optaron por abandonar temporalmente sus viviendas hasta que por fin se alcanzó una tregua duradera y sostenible.

Desgastados tras 50 días de hostilidades, el Gobierno israelí y el movimiento islamista Hamás decidieron poner fin a sus respectivas ofensivas, a pesar de no ver todavía cumplidas algunas de las principales condiciones que demandaban en la mesa de negociaciones de El Cairo. Para el primero, la prioridad está en obtener un compromiso formal y verificable de que Hamás va a renunciar a excavar nuevos túneles de ataque transfronterizos y a seguir produciendo y lanzando cohetes contra Israel, para en un momento ulterior participar en un proceso integral de Desmovilización, Desarme y Reintegración (DDR). Mientras que para el segundo lo más importante es lograr el levantamiento del bloqueo que desde 2007 estrangula la Franja de Gaza, abriendo los pasos fronterizos, ampliando la zona de pesca, recuperando los terrenos de uso agropecuario comprendidas dentro de las “zonas de exclusión” impuestas por el Ejército en un radio de 3 kilometros respecto de la verja perimetral, para en un momento posterior construir un puerto marítimo y reconstruir el aeropuerto internacional Yaser Arafat de Rafah.

Así, Israel y Hamás han estado jugando una nueva partida de ajedrez en la que han caído progresivamente muchas de sus piezas, sobre todo los peones –esto es, sus respectivas poblaciones civiles, que son las que más han sufrido las consecuencias– aunque también han sacrificado alguna pieza de mayor valor sobre el tablero. En el caso de Israel a 64 de sus soldados, la mayoría de ellos fallecidos durante la fase terrestre de la ofensiva. En el caso de Hamás no sólo el medio millar de milicianos muertos, sino algunos de sus más importantes mandos en las Brigadas Izzadin al Qassam, como los tres de la zona sur que fueron alcanzados por varios misiles el pasado 21 de agosto en Rafah y puede ser que también su comandante en jefe, Mohammed Deif, que incluso si hubiera sobrevivido al intento de “asesinato selectivo” perpetrado contra él dos días ...