Manifestación encontra de la inseguridad. (Alfredo Estrella/AFP/Getty Images)
Manifestación encontra de la inseguridad. (Alfredo Estrella/AFP/Getty Images)

La provisión de información sobre la incidencia del delito es clave a la hora de reducir el miedo al crimen en aquellos casos en que las percepciones no se condicen con la ocurrencia real de dicho fenómeno. Esto podría prevenir conductas que afectan negativamente el bienestar de la población.

Los costos del crimen sobre el desarrollo y bienestar no solo dependen de los efectos directos de la delincuencia sobre la salud y el patrimonio de las víctimas, sino también de decisiones que las familias toman a partir de su percepción de la probabilidad de ser sujetas a este problema aun cuando nunca lo hayan sufrido directamente. Es por ello que resulta importante medir y evaluar los determinantes de estas percepciones o del miedo al crimen.

La percepción de inseguridad puede medirse como el porcentaje de la población para el cual el crimen es su principal preocupación. Según la encuesta CAF 2013 este porcentaje es casi 24%, superior al porcentaje de los encuestados que indicaron como principal preocupación la pobreza (13,0%), los servicios de salud deficientes (12,5%) y el desempleo (9,2%).

Si bien un determinante de la percepción de inseguridad está vinculado a que la persona o alguien de su entorno cercano haya sido victimizado, no hay una perfecta correlación entre ambas variables. En la encuesta CAF 2013, por ejemplo, el promedio de los encuestados estimó que el porcentaje de hogares víctimas de algún delito en su ciudad fue 47%, mientras que la tasa de victimización real fue, en promedio, mucho menor (27%).

La percepción de inseguridad puede estar relacionada con factores distintos al crimen realmente ocurrido, como, por ejemplo, el grado de cobertura en los medios, la confianza en las instituciones policiales y la disponibilidad de información estadística creíble. Si eso ocurre, la política de seguridad debe contemplar también estos factores.

¿Son realmente estos otros determinantes de la percepción de inseguridad cuantitativamente relevantes? Una hipótesis que se podría plantear es que deficiencias informativas sobre el alcance real de este fenómeno podrían llevar a magnificar las percepciones, pues la población podría formar sus predicciones sobre la base de información parcial y sesgada, usando como fuentes la incidencia del crimen entre sus familiares y amigos, o la cobertura periodística recibida por ciertos hechos delictivos.

Para evaluar en qué grado la provisión de información estadística confiable sobre crimen podría modificar las percepciones de inseguridad en las ciudades de América Latina, a través de la encuesta CAF 2013, se realizó un ejercicio experimental que consistió en proporcionar información sobre el nivel y la evolución del delito a un subgrupo de hogares elegidos al azar en cada ciudad de la encuesta. En particular, la muestra de hogares se dividió en tres grupos: un tercio de los encuestados recibió información sobre la tasa de victimización en su ciudad procedente de la encuesta CAF del año previo; otro tercio recibió información no solo sobre el nivel sino también sobre la evolución de la tasa de victimización en los últimos cinco años (toda información proveniente de la encuesta CAF de años previos); el tercio restante (el grupo de control) no recibió ningún tipo de información.

Al principio de la encuesta se preguntó a los encuestados cuál pensaban que era la tasa de victimización en su ciudad y si esta tasa había estado subiendo o bajando en los últimos años. Luego, a todos aquellos encuestados que recibieron información sobre victimización (los grupos de tratamiento) también se les preguntó si la información provista les parecía nada, poco o muy creíble. Por último, se preguntó sobre la percepción de inseguridad y sobre las acciones que cada encuestado pensaba tomar para lidiar con el problema.

Los resultados sugieren que los individuos de los grupos de tratamiento que inicialmente sobre-estimaban el nivel o el crecimiento de la tasa de victimización, y que además consideraron creíble la información recibida, tienden a reportar una menor percepción en comparación con los individuos que no recibieron la información. Estos individuos, luego del shock informativo (recibir información estadística sobre la incidencia del crimen), reportaron sentirse más seguros, asignaron una menor probabilidad a la posibilidad de ser victimizados, y reportaron menos preocupación por esa probabilidad. También reportaron una menor inclinación a adoptar en el futuro nuevas medidas para protegerse de la inseguridad.

Los resultados sugieren entonces que producir información estadística confiable, periódica y de libre acceso sobre la incidencia del delito es un elemento central en una estrategia que procure moderar las expectativas sobre la inseguridad. No hacerlo podría potenciar el miedo al crimen por arriba de lo que se justifica por la incidencia real del fenómeno, generando conductas que afectarían negativamente el bienestar de la población.

 

Este artículo está basado en el Capítulo 2 del Reporte de Economía y Desarrollo 2014: Por una América Latina más segura. Una nueva perspectiva para prevenir y controlar el delito, elaborado por Lucila Berniel

 

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