Tras el éxito de su documental Super Size Me, nominado al Oscar, el director de cine Morgan Spurlock decidió embarcarse en un proyecto todavía más sobrecogedor que pasar un mes en un McDonald’s: encontrar al terrorista más buscado del mundo. Recorrió Oriente Medio, Pakistán y Afganistán para su nueva película Where in the World Is Osama Bin Laden?(¿Dónde diablos está Osama Bin Laden?), que se estrenará en España en los próximos meses.

Foreign Policy: Cuando comenzó el proyecto, ¿tenía pensada alguna pregunta por si se encontrase a Bin Laden?

Scott Halleran/Getty Images

Herida de guerra: Spurlock nos trae a Osama al cine.

Morgan Spurlock: Mi gran inquietud era: ¿cómo se termina todo esto? Seguimos oyendo que hay más cintas, más llamadas a la acción, más castigo eterno en el infierno, pero ¿cómo se termina? ¿Cómo hacemos que todo esto pare? ¿Hay algún modo de que pueda acabar pacíficamente? Por lo que a mí respecta, ya he visto suficiente violencia y guerras en los últimos siete años y me gustaría ver cómo esto llega a su fin.

FP: ¿Qué le hizo sentir que iba a encontrar a Osama cuando ni el Ejército ni la CIA son capaces?

MS: En 2005, [el Presidente de EE UU George W.] Bush fue reelegido, justo cuando acababa de conocerse otra nueva cinta de Osama Bin Laden. De repente le veías en todos los canales, en la televisión, los periódicos y la radio. Y la gente se preguntaba: “¿Por qué no hemos encontrado a este tío? ¿Por qué no le hemos llevado ante la justicia? ¿Dónde diablos está Osama Bin Laden?” Y yo me dije, “Pues sí, es una buena pregunta, yo también quiero conocer su respuesta”. Y pensé, “¿Quién mejor para salir a intentar encontrar a este tío que alguien sin el más mínimo entrenamiento, experiencia o conocimiento?”.

FP: El presidente Bush ha dicho que, tal como están las cosas, ya no le preocupa tanto encontrar a Bin Laden. Sabemos que para la película entrevistó a algunos militares estadounidenses en la zona. Por lo que vio, ¿también piensan lo mismo?

MS: Creo que existe preocupación, porque hay alguien cuya retórica sigue moviendo a la gente. En el instante en que saca una cinta o se filtra alguna historia sobre él, hay personas que se exaltan. Prácticamente se convierte en un llamamiento a la acción para muchas de ellas –extremistas– en gran parte de esos países. Creo que descubrí bastantes cosas. Una, por supuesto, es que deberíamos encontrar a este tío y llevarle ante la justicia. Pero lo más importante es que en el planeta existen muchos problemas que han llevado a que haya un Bin Laden y que han empujado a algunos a seguirle. Mientras no se solucionen, no se está arreglando realmente el problema.

FP: En general, ¿la gente que encontraste por Oriente Medio simpatizaba con su proyecto, o desconfiaba?

MS: Era sorprendentemente cordial y abierta, y estaba increíblemente dispuesta a hablar con nosotros. Es muy fácil encender la televisión y ver a gente gritando y expresando su odio hacia Estados Unidos, y esa es la imagen con la que más nos quedamos. Para mí era importante mostrar otra cara del mundo y otra cara de Oriente Medio que no vemos en esos fragmentos de dos minutos que ponen en las noticias. La película hace una gran labor en ese aspecto. Las personas con las que nos encontramos por el camino son moderadas. Son la mayoría silenciosa de la que no oímos hablar mucho, gente que en cierta medida sigue creyendo en EE UU y quiere que las cosas cambien y mejoren, pero que están muy enfadados con la política exterior que hemos realizado en las últimas décadas.

FP: ¿Te dio la impresión de que la gente hacía una distinción entre el Gobierno de EE UU y el pueblo norteamericano?

MS: Fue muy curioso. Me encontré con personas que nunca antes había conocido a un estadounidense. Todo lo que sabían es lo que habían visto u oído en las noticias. Mira, estábamos en Marruecos, en un gueto a las afueras de Casablanca. Viven en chabolas pero tienen antena parabólica y pillan las noticias de la Fox. Así que esa es su imagen de Estados Unidos. Es lo que oyen y ven. Me los encuentro por primera vez y me dicen, “Eres el primer estadounidense que conozco”, hablamos sobre este tema y me dicen “¿Hay más como tú?”, y les digo “Sí, hay millones iguales que yo”. Y realmente intentaban diferenciar entre las personas como yo y el Gobierno de EE UU, entre la gente y la política. No soy ningún experto en política exterior, pero creo que eso era un gran paso en la dirección correcta.

FP: ¿En algún momento le preocupó el modo en el que se podría percibir el hacer una película cómica sobre un tema serio como este?

MS: He visto que cuando hablas de un asunto difícil, denso, siempre es más fácil conseguir que te escuchen si lo enfocas con un poquito de humor y de levedad. Es la escuela cinematográfica de Mary Poppins: “Con un poco de azúcar esa píldora que os dan…”. No pretendemos sólo darte espinacas, queremos que disfrutes mientras las comes. Es como un restaurante donde te dan espinacas, pero cubiertas de queso.

FP: Después de rodar estas dos películas, ¿qué dirías que es más peligroso para la salud, ser estadounidense en una zona de Afganistán controlada por los talibanes o comer durante un mes en el McDonald’s?

MS: Seguramente, tendría que decir que es más peligroso estar en una zona de Afganistán controlada por los talibanes. Porque cuando comía en el McDonald’s al menos estaba poniendo mi futuro en mis propias manos. Cuando estás allí, hay mucha gente que puede decidir tu destino.

Morgan Spurlock es director de documentales, con una nominación  a los Oscar.