¿Cree que Moscú es la gran vencedora en Georgia? Están equivocados: el experto en la región y veterano de la CIA Paul Goble explica por qué Rusia ha tirado piedras contra su propio tejado al reconocer a Osetia del Sur y Abjasia y cómo los nuevos ricos rusos pueden ser los que saquen al Kremlin del apuro.

 

Foreign Policy: Existe todavía mucha discusión sobre quién empezó la guerra. Rusia, por supuesto, asegura que fue Georgia y Tbilisi dice que la provocación fueron los bombardeos desde Osetia del Sur. Muchos otros creen que Georgia ha caído en una trampa planeada desde hacía mucho por los rusos. ¿Qué opina usted? ¿Qué cree que provocó este conflicto?

Paul Goble: Hay dos preguntas diferentes: qué provocó esta guerra y qué la causó. Tras la cumbre de la OTAN en Bucarest, en la que Estados Unidos indicó que iba a presionar para que se incluyera a Georgia en la OTAN, el Gobierno ruso, como dejó claro Putin en aquel momento, se indignó tanto que Moscú empezó a hacer planes para emplear la fuerza en un momento dado. Creo que [el presidente georgiano Mijail] Saakashvili dio a Rusia la excusa para utilizar dicha fuerza. Si no hubiera actuado como lo hizo, a Moscú le habría resultado mucho más difícil justificar que actuaba dentro de los límites de su mandato [de paz].

VIKTOR DRACHEV/AFP/Getty Images
¿Orgullo insensato? Los surosetios celebran que Rusia ha reconocido su independencia.

Sin embargo, una vez que el Gobierno ruso traspasó las fronteras de Osetia del Sur y Abjasia y entró en zonas de Georgia que nunca habían estado en disputa, la situación se convirtió en un acto de agresión por parte de Kremlin, aunque el detonante fuera un desgraciado error de cálculo de Tbilisi.

FP: El presidente ruso, Dmitri Medvédev, escribió en el Financial Times que decidió reconocer la independencia de Abjasia y Osetia del Sur porque “a algunas naciones les resulta imposible vivir bajo la tutela de otra” y porque no podía “decir a los abjasios y a los surosetios… que lo que valía para los albanokosovares no valía para ellos”. ¿Qué le parece este argumento?

PG: Los esfuerzos de Moscú para culpar a Occidente y a la actuación de la OTAN cuando reconoció Kosovo no han obtenido tanto resultado como esperaba Moscú, pero el Gobierno ruso sigue haciéndolos. Es significativo el hecho de que los serbios se sienten muy molestos, porque Rusia está haciendo en Georgia exactamente lo que denunció en Kosovo.

El comentario de Medvédev también vale para otros lugares. El país de Eurasia que tiene más habitantes a los que les gustaría ser independiente no es Georgia, sino la Federación Rusa. Como dijo un checheno en una frase que vi citada el otro día: “¿Es que somos peores que los abjasios?” Por tanto, el presidente ruso ha desenfundado una espada de doble filo.

FP: Medvédev escribe también: “En las relaciones internacionales, no puede haber una norma para unos y otra para los demás”.

PG: Pues es lo que acaba de hacer él, ¿no? Ha dicho que hay una norma para los abjasios y otra para los chechenos. Todavía no he visto ningún argumento que me convenza de que esas dos crisis son esencialmente distintas.

Lo que dice el Kremlin, en definitiva, es que “si sois amigos nuestros, apoyaremos vuestra integridad territorial; si no sois amigos nuestros, apoyaremos la autodeterminación de las minorías”. Es una actitud bastante torpe y que, hasta ahora, no parece que esté contando con mucha aprobación en el mundo. De hecho, los únicos dirigentes políticos del mundo que apoyaron a Rusia fueron los de Hamás, y ésa no es precisamente una gran recomendación.

FP: ¿Cuál es entonces la diferencia entre Kosovo y Abjasia y Osetia del Sur?

PG: No soy un experto en Yugoslavia, pero la impresión que tengo es la siguiente. La primera diferencia es que Kosovo no se ha convertido en un Estado satélite de otro. No se dejó absorber por Albania, como dijeron los serbios y los rusos que iba a ocurrir. Con los debidos respetos, los gobiernos de Osetia del Sur y, en menor medida, Abjasia son claramente satélites. El Ejecutivo de Osetia del Sur dice lo que Moscú quiere que diga, y en Kosovo no es así.

La segunda diferencia es que no hubo nadie que dijera: “Tenemos la responsabilidad internacional de mantener la paz y vamos a introducir nuestras fuerzas para poder reconocer este lugar”. Que es lo que han hecho los rusos.

FP: Pero, si los osetios del sur y los abjasios no quieren formar parte de Georgia, ¿por qué tiene Occidente que apoyar la postura del presidente Saakashvili? ¿Por qué es una buena idea defender la “integridad territorial” de este país?

PG: Desde 1932, desde que se articuló la Doctrina Stimson, cuando los japoneses se apoderaron de Manchuria y la convirtieron en el Estado cliente de Manchukuo, la política estadounidense ha sido (más o menos) siempre la de no reconocer un cambio territorial obtenido mediante un acto de agresión. Por consiguiente, la cuestión no es, como han dicho los rusos, escoger entre la simple integridad territorial y el derecho de las naciones a la autodeterminación. Es saber si Estados Unidos y los gobiernos occidentales van a aceptar cambios de fronteras obtenidos mediante el uso de la fuerza. Y eso es lo que ha ocurrido en este caso.

FP: ¿Qué me dice de Azerbaiyán, que tiene el enclave de Alto Karabaj? ¿Debe tener miedo de convertirse en el próximo objetivo de Moscú?

PG: La política rusa en esta región es mucho más variada de lo que pensamos. Lo que el Kremlin está dispuesto a hacer para defender sus intereses en Ucrania, Azerbaiyán y Georgia son tres cosas muy distintas.

Para empezar, los azeríes tienen mucho más dinero que los georgianos y han hecho más inversión militar. Lo que más le preocupa a Azerbaiyán es poder transportar su petróleo por el territorio georgiano, a través del oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan. Hace unos días, estuvo sin funcionar y tuvo que transportar el crudo a Novorossiisk a través de Rusia, con el consiguiente poder que eso da a este último país, y el petróleo con destino al sur tuvo que llevarlo a través de Irán, una medida que sospecho que inquietaría a bastantes responsables estadounidenses.
Lo que pueda hacer Moscú en Ucrania oriental y en Crimea es muy distinto de lo que ha hecho en Georgia, y no sólo porque Ucrania es mucho más grande. Los estadounidenses son los únicos que parecen pensar que todos estos países son una especie de sucursales de la misma central. Rusia tiene un excelente equipo de expertos que comprenden muy bien lo distintos que son unos de otros.

Por otra parte, no se ha hablado mucho de la reacción en el interior de Rusia, pero hay gente que se ha opuesto. Se han producido manifestaciones contra la guerra. Ha habido comités de madres de soldados que han ido a los tribunales porque el ministerio ruso de Defensa había mentido y había dicho que no iba a llevar reclutas a combatir, cosa que sí ha hecho. Parece ser que Boris Nemtsov, el líder de la oposición, escribió en su blog que, si Moscú continúa por la vía emprendida, “Rusia y los rusos sufrirán todavía más”.

FP: Pero ése es un punto de vista minoritario, ¿verdad?

PG: No digo que, si mañana hubiera una votación, los rusos rechazarían lo que han hecho Putin y Medvédev. Pero es un error creer que todos sus ciudadanos piensan que ha sido el mejor acto de gobierno en la historia del mundo. Hay muchos que no están de acuerdo y, aunque no creo que puedan hacer gran cosa, ignorar el papel que desempeñan es una equivocación.

Me parece que uno de los motivos por los que se interrumpieron los combates fue, no que no hubiera gente en el ministerio de Defensa que opinaba que debía seguir adelante, sino porque, en los dos primeros días laborables de la guerra, salió de Rusia un total de 8.000 millones de dólares [unos 5.500 millones de euros] de capital neto. Son consecuencias muy graves para los rusos acomodados, que tienen mucha más importancia que los comités de madres de soldados, Boris Nemtsov y Gari Kaspárov.

Por culpa de esta guerra, los países extranjeros ya no van a acoger de tan buen grado a los rusos. En Alemania y Francia, muchos prefieren ya contratar viajes a lugares de vacaciones en los que los tour operadores les prometen que “no hay rusos”. Desde un punto de vista humano, es un horror, pero, desde una perspectiva colectiva, puede ejercer una presión inmensa.

Los sondeos nos dicen que, para muchos rusos, el derecho más importante que adquirieron en 1991 fue el de viajar. Si se les hace más difícil obtener visados, les costará mucho más ir a otros países. Les será más complicado inscribir a sus hijos en colegios internacionales de élite. Circulará menos dinero. De modo que hay un sector de la sociedad, y bastante amplio entre la gente más influyente, que va a pedir cuentas al Gobierno ruso y le va a decir: “Nos estáis haciendo daño en donde más nos duele: en la cartera”. Y ése es un factor de influencia que no hay que despreciar en absoluto.

 

Paul Goble es un veterano especialista en la CIA y en otros organismos, en los pueblos no rusos de Eurasia. En la actualidad, es director de investigaciones y publicaciones en la Academia Diplomática de Azerbaiyán, escribe un blog en windowoneurasia.blogspot.com y otro para The New York Times.

 

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