Sin cabeza mejor que con dos
El águila de dos cabezas rusa no es sólo un emblema del país. Es un símbolo de la esquizofrenia nacional.
Cuando Rusia oscila entre la democracia y la autocracia, la modernidad y el regreso al pasado estalinista, el vacilante liberalismo representado por el presidente Dmitri Medvédev y la represión representada por el primer ministro Vladímir Putin, un símbolo describe el desdoblamiento de personalidad del país con especial precisión: el águila de dos cabezas, el emblema ruso durante la mayor parte del tiempo desde el siglo XVI.
A lo largo de la historia antigua, las águilas –de una cabeza– fueron el símbolo imperial universal, desde Persia, Turquía y el sur de India hasta Mesopotamia, Anatolia y Roma. Napoleón adoptó esta noble ave como su escudo de armas a principios del siglo xix. En la era moderna, el águila ha permanecido, aunque ha perdido parte de su simbolismo despótico. Países como EE UU, Egipto, Irak, México, Polonia y Rumania han adoptado este ave como signo de grandeza nacional más que de conquista.
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Pero si añadimos una cabeza, la ecuación cambia. En Bizancio, la segunda Roma, el águila de dos cabezas señalaba el potente y doble dominio del imperio en...