La rebuscada interpretación de los sueños de George W. Bush Freud
en Irak (Slavoj Zizek, FP edición española, febrero/marzo) me
recordó a lo que balbuceaba durante su siesta David Lloyd George después
de una de las interminables sesiones negociadoras de la Conferencia de París
de 1919. Un asombrado Arnold Toynbee, que era miembro de la delegación
británica, escuchó a su primer ministro murmurar entre ronquido
y ronquido: "Mesopotamia… sí… petróleo… regadíos…
tenemos que tener Mesopotamia; Palestina… sí… la Tierra Santa…
sionismo… tenemos que tener Palestina; Siria… buuueno… ¿Qué
hay en Siria? Que lo tengan los franceses".

¡Vivan los países que realmente pretenden ser imperios! Así
fue como, ante el asombro, primero, y enfado, después, de Woodrow Wilson
se puso en marcha el llamado acuerdo Sykes-Picot, tan cínico como secreto,
que negociaron sir Mark Sykes, un rico parlamentario inglés que conocía
bien Bagdad, y Georges Picot, un aristocrático diplomático francés
que fue cónsul en Beirut, y se repartió el botín otomano
(lo que hoy son la Autoridad Nacional Palestina, Irak, Israel, Jordania, Líbano
y Siria). Bin Laden se refería a Sykes-Picot cuando habló de la
"humillación" sufrida por el islam "hace 80 años"
en su aparición afgana post 11-S. Para entender las cosas puede ser más
útil reconstruir sueños reales, sobre todo cuando los documenta
un Toynbee, que recurrir a ejercicios de psicoanálisis aderezados por
un irritante antiamericanismo.

  • Tom Burns Marañón
    Director de Comunicación Grupo Recoletos, Madrid

 

Deberíamos dar todos la bienvenida a iniciativas, como las de su revista,
que aspiran a reconducir los debates sobre temas candentes a ámbitos
razonables. Entiéndase, en los que sea posible el uso de la razón.
(…) a poco que lo consideremos veremos que, en nuestro mundo confuso y globalizado,
esto está lejos de ser el caso. Tenemos de todo. A gente que llama asesinos
a los que disienten de una determinada interpretación, a políticos
que mienten con un descaro estremecedor, a analistas pertrechados de buenas
intenciones que desarrollan una suerte de dadaísmo interpretativo, a
responsables políticos que niegan la evidencia a veces ante la misma
evidencia, etcétera. La inteligencia no prolifera, sí lo hace
la pasión por la causa (cualquiera que sea la pasión, cualquiera
que sea la causa).

El artículo me parece un ejemplo de cómo deberíamos abordar
temas al tiempo complejos y espinosos, erizados de dificultades y cruciales
para nosotros. Imaginación interpretativa, seriedad, ironía e
inteligencia no son virtudes que abunden. Mi enhorabuena por una buena cosecha.

  • Rafael del águila
    Catedrático de Ciencia Política Universidad Autónoma
    de Madrid

 

Irak contradice la pretensión del actual Gobierno estadounidense de exportar
democracia, algo que requiere una madurez suficiente para pensar en el bien
común. (…) La democracia está reñida con la inmadurez.
La psicopatología de los dirigentes -la paranoia, en este caso-
conduce a una visión de "los que no están conmigo están
contra mí" y a proyectar la propia violencia.

  • Gabriel Aboud Ozón
    Psiquiatra psicoanalista. Madrid

La rebuscada interpretación de los sueños de George W. Bush Freud
en Irak (Slavoj Zizek, FP edición española, febrero/marzo) me
recordó a lo que balbuceaba durante su siesta David Lloyd George después
de una de las interminables sesiones negociadoras de la Conferencia de París
de 1919. Un asombrado Arnold Toynbee, que era miembro de la delegación
británica, escuchó a su primer ministro murmurar entre ronquido
y ronquido: "Mesopotamia… sí… petróleo… regadíos…
tenemos que tener Mesopotamia; Palestina… sí… la Tierra Santa…
sionismo… tenemos que tener Palestina; Siria… buuueno… ¿Qué
hay en Siria? Que lo tengan los franceses".

¡Vivan los países que realmente pretenden ser imperios! Así
fue como, ante el asombro, primero, y enfado, después, de Woodrow Wilson
se puso en marcha el llamado acuerdo Sykes-Picot, tan cínico como secreto,
que negociaron sir Mark Sykes, un rico parlamentario inglés que conocía
bien Bagdad, y Georges Picot, un aristocrático diplomático francés
que fue cónsul en Beirut, y se repartió el botín otomano
(lo que hoy son la Autoridad Nacional Palestina, Irak, Israel, Jordania, Líbano
y Siria). Bin Laden se refería a Sykes-Picot cuando habló de la
"humillación" sufrida por el islam "hace 80 años"
en su aparición afgana post 11-S. Para entender las cosas puede ser más
útil reconstruir sueños reales, sobre todo cuando los documenta
un Toynbee, que recurrir a ejercicios de psicoanálisis aderezados por
un irritante antiamericanismo.

  • Tom Burns Marañón
    Director de Comunicación Grupo Recoletos, Madrid

Deberíamos dar todos la bienvenida a iniciativas, como las de su revista,
que aspiran a reconducir los debates sobre temas candentes a ámbitos
razonables. Entiéndase, en los que sea posible el uso de la razón.
(…) a poco que lo consideremos veremos que, en nuestro mundo confuso y globalizado,
esto está lejos de ser el caso. Tenemos de todo. A gente que llama asesinos
a los que disienten de una determinada interpretación, a políticos
que mienten con un descaro estremecedor, a analistas pertrechados de buenas
intenciones que desarrollan una suerte de dadaísmo interpretativo, a
responsables políticos que niegan la evidencia a veces ante la misma
evidencia, etcétera. La inteligencia no prolifera, sí lo hace
la pasión por la causa (cualquiera que sea la pasión, cualquiera
que sea la causa).

El artículo me parece un ejemplo de cómo deberíamos abordar
temas al tiempo complejos y espinosos, erizados de dificultades y cruciales
para nosotros. Imaginación interpretativa, seriedad, ironía e
inteligencia no son virtudes que abunden. Mi enhorabuena por una buena cosecha.

  • Rafael del águila
    Catedrático de Ciencia Política Universidad Autónoma
    de Madrid

Irak contradice la pretensión del actual Gobierno estadounidense de exportar
democracia, algo que requiere una madurez suficiente para pensar en el bien
común. (…) La democracia está reñida con la inmadurez.
La psicopatología de los dirigentes -la paranoia, en este caso-
conduce a una visión de "los que no están conmigo están
contra mí" y a proyectar la propia violencia.

  • Gabriel Aboud Ozón
    Psiquiatra psicoanalista. Madrid

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