Cuando las elecciones presidenciales celebradas en Kenia en diciembre degeneraron en violencia étnica, muchos ciudadanos respondieron no con sus puños, sino con sus pulgares. Contestando a los enfrentamientos, PeaceNet-Kenia, una coalición de grupos pro derechos humanos, creó un “centro neurálgico” de mensajes de texto que permitía a la gente de todo el país informar sobre potenciales puntos calientes, desde luchas entre bandas a problemas con comida envenenada. PeaceNet alertaba a las fuerzas de seguridad o, en algunos casos, a prominentes y venerables ancianos que fueran capaces de detener la escalada de violencia. Esto forma parte de una creciente tendencia a utilizar los SMS para ayudar a resolver conflictos. En Suráfrica, la violencia étnica generalizada obligó en mayo a 50.000 extranjeros residentes en el país a huir de sus casas. Esos hechos impulsaron a Cell-Life, una empresa de salud pública, a crear una línea de emergencia por SMS en colaboración con Treatment Acting Campaign, una ONG surafricana. Los ciudadanos más vulnerables mandaban sus mensajes a ese número, que los rebotaba a las autoridad pertinentes en busca de una respuesta.