Un soldado del SPLA. (Samir Bol/AFP/Getty Images)
Un soldado del SPLA. (Samir Bol/AFP/Getty Images)

Una vez más, el país más joven del mundo está en peligro de caer en una guerra civil declarada. El acuerdo de paz firmado entre el Gobierno y el mayor grupo de la oposición en agosto, después de una intensa labor de mediación encabezada por países africanos, está a punto de venirse abajo. Mientras tanto, proliferan los grupos armados ajenos al acuerdo.

Las raíces del conflicto están en la rivalidad interna entre varias facciones durante la larga lucha de Sudán del Sur por la independencia. El país se separó de Sudán, pero poco después, el 15 de diciembre de 2013, estalló una guerra civil cuando las divisiones dentro del Movimiento de Liberación Popular, que gobernaba en Sudán, llevaron a luchas y asesinatos selectivos con criterios étnicos en la capital, Juba. Horas después de estallar el conflicto, decenas de miles de personas buscaron refugio en las bases de la ONU para huir de las masacres étnicas y la violencia sexual. Hoy, casi 200.000 personas están bajo protección directa de las fuerzas de paz de la ONU.

En los dos últimos años, se han visto desplazadas más de 2,4 millones de personas y han muerto decenas de miles. Un informe hecho público por la Unión Africana en octubre contaba con detalle atrocidades cometidas por las dos partes, incluidos asesinatos en masa y violaciones. Ahora son más de 24 grupos armados los que no se alinean ni con el Gobierno ni con las principales fuerzas de oposición. Se materializa la perspectiva de una guerra multilateral. Los países de la región interesados, en especial los miembros de la Autoridad Intergubernamental de Desarrollo (IGAD), que medió para lograr el acuerdo de paz , y las potencias internacionales, entre las que figuran socios de la IGAD como China, Noruega, Estados Unidos y Reino Unido, deben emprender acciones urgentes y unidas para obligar a los líderes de Sudán del Sur a respetar su compromiso con el acuerdo de paz y evitar un catastrófico regreso a la guerra.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.