En diciembre de 2007, las diversas bandas de barbudos cubiertos de turbantes negros y con fusiles AK-47 que ocupaban las ATAF y la PFNO anunciaron que a partir de ese momento responderían a un solo nombre, Tehrik e Taliban Pakistan (TTP), o Movimiento Talibán de Pakistán. Los yihadistas paquistaníes llevan decenios utilizando ese tipo de nombres para designar grupos escindidos (muchos de los cuales pasan inadvertidos), pero algunos analistas decidieron que el TTP era el evangelio y afirmaron que, de la noche a la mañana, los talibanes se habían unido y se habían vuelto disciplinados. Mientras tanto, varios de esos analistas se han olvidado de las importantes diferencias y divisiones que existen dentro de los grupos protalibanes que actúan en Pakistán.

Comencemos con un poco de historia. En 1996, el mulá Mohamed Omar y su grupo de talibanes -que en lengua urdu, pastún y árabe se define como “estudiantes” o “buscadores”- conquistaron Afganistán. Cinco años después, Estados Unidos expulsó al gobierno talibán y a los matones de Al Qaeda que habían trabajado bajo la protección del mulá Omar. Muchos escaparon a las ATAF, que forman parte de Pakistán, por supuesto, pero que, en realidad, están gobernadas por unas tribus cuya fidelidad, en ese caso, estaba con los talibanes y sus invitados extranjeros, la red de Bin Laden. Poco después, grupos de hombres de las ATAF habían empezado a reunirse y a cruzar la frontera para luchar contra el Ejército estadounidense en Afganistán. Los pastunes ignoran la frontera que separa a los dos países, llamada la Línea Durand por el inglés que la trazó en 1893; para ellos, la nación pastún abarca cualquier lugar en el que vivan personas de esta etnia. Por consiguiente, desde su punto de vista, luchar contra EE UU era una cuestión de defensa propia, incluso para los residentes de las ATAF. Mientras tanto, Al Qaeda estaba cada vez más arraigada en esta zona. Sus miembros, en su mayoría árabes y uzbecos, influyeron en una nueva mentalidad talibán, más agresiva respecto al Ejército paquistaní y más propensa a perturbar las tradiciones locales de las tribus.

Baitulá Mehsud, el hombre acusado por los servicios de inteligencia paquistaníes y estadounidenses de haber organizado el asesinato de la ex primera ministra Benazir Bhutto, es el jefe teórico del TTP. Sin embargo, tiene muchos rivales, incluso en su nativo Warizistán del Sur. En esta región viven dos grandes tribus: los mehsuds y los wazirs. Los wazirs dominan Wana, la principal ciudad de la zona. Pero el wazir que ocupa un cargo más alto entre los talibanes, Maulvi Nazir, tiene muy buenas relaciones con el aparato militar paquistaní.

Probablemente estará usted rascándose la cabeza y se sentirá un poco confuso. Lo que pasa es que a Nazir sólo le interesa luchar contra las fuerzas de Estados Unidos, la OTAN y Afganistán al otro lado de la frontera. No forma parte del TTP y no ha intervenido en la ola de violencia que ha asolado Pakistán en los últimos tiempos. Por consiguiente, para los generales paquistaníes, es un talibán bueno, a diferencia de Baitulá Mehsud, que es, para ellos, inequívocamente malo. Éste no es más que un ejemplo de talibanes residentes en Pakistán que no necesariamente entran en la denominación de “talibanes paquistaníes” ni bajo el título de “Tehrik e Taliban Pakistan”.

En el Valle de Swat, donde Islamabad firmó hace poco un tratado de paz con los talibanes, las fisuras entre los militantes tienen que ver más con una cuestión generacional. Swat, a diferencia de Waziristán del Sur, forma parte de la PFNO y no limita con Afganistán. A finales de los 80, un grupo que se autodenominaba Tehrik e Nifaz e Shariat e Mohammadi (TNSM), o Movimiento para el Establecimiento de la Ley de Mahoma, lanzó una campaña para imponer la ley islámica en Swat y sus alrededores. Recurrieron a la violencia contra el Estado en numerosas ocasiones a lo largo de los 90, incluida una toma del aeropuerto local y el bloqueo de la carretera principal que conecta Pakistán con China.

Tras la invasión estadounidense de Afganistán, el líder del TNSM, Sufi Mohamed, organizó a un grupo de estudiantes de madrazas y los llevó al otro lado de la frontera para combatir contra los estadounidenses. Pero sólo regresó el propio Sufi Mohamed. Todos los que le habían seguido cayeron como mártires, o al menos eso es lo que dijo a sus padres. Fue encarcelado por el entonces presidente y jefe del Ejército, Pervez Musharraf, de modo que designó a su yerno, Maulana Fazlulá, para dirigir el TNSM en su lugar. Sin embargo, Fazlulá tenía ambiciones más amplias y reunió un Ejército de varios centenares de hombres que prometieron luchar contra el Gobierno paquistaní. La dirección del TNSM le repudió, así que se organizó por su cuenta y es hoy el segundo de Mehsud en el TTP. Durante el último año y medio, los seguidores de Fazlulá han hecho estallar bombas y han secuestrado y asesinado a cualquiera que se haya atrevido a desafiar sus dictados en Swat.

En 2008, Sufi Mohamed parecía un moderado en comparación con su yerno. De modo que el gobierno paquistaní le pidió que hiciera de mediador. Quizá él pudiera calmar a Fazlulá. El reciente tratado firmado en Swat es entre el Ejecutivo paquistaní y Sufi Mohamed, que se ha comprometido a convencer a Fazlulá. Hasta ahora, el acuerdo se ha respetado, si no contamos a los soldados asesinados por los talibanes de Fazlulá por “no haber informado a los talibanes de sus movimientos”.