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A medida que la tecnología y la Inteligencia Artificial cobran importancia global, su uso por parte de las organizaciones terroristas aumenta. El Índice de Terrorismo 2022 registra un descenso en las muertes por terrorismo, pero un aumento en el número de ataques en el mundo. El Sahel es la región que experimenta un mayor deterioro y Myanmar entra por primera vez en la lista de los 10 países más afectados. Además, el terrorismo por motivos políticos supera al inducido por motivaciones religiosas.

En 2021, las muertes por terrorismo cayeron un 1,2%, hasta las 7.142, y representan ahora un tercio de lo que fueron en su punto máximo en 2015. El pequeño descenso en el número de muertes es el reflejo de una reducción también en el impacto del terrorismo, ya que 86 países registraron una mejora en comparación con los 19 que empeoraron. Sin embargo, el número de ataques a nivel mundial aumentó en un 17% hasta alcanzar los 5.226. En cuanto a la letalidad de los atentados, disminuyó de 1,6 a 1,4 muertes por ataque durante el período de 12 meses. Rusia y Eurasia tienen la mayor mejora regional.

El número de países que experimentaron al menos una muerte por terrorismo en el último año fue de 44, un ligero aumento respecto a los 43 de 2020. Otros 105 no registraron muertes ni ataques relacionados con el terrorismo en 2021. Este es el número más alto de países en esta situación desde 2007.

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Los datos muestran un cambio en la dinámica del terrorismo, cada vez más concentrado en regiones y países que sufren inestabilidad política y conflictos, como el Sahel, Afganistán y Myanmar. Los conflictos violentos siguen siendo uno de los principales impulsores del terrorismo y más del 97% de los ataques terroristas producidos en 2021 se localizaron en países en esta situación. Los diez más afectados en el año analizado estuvieron todos involucrados en una crisis armada en 2020. Los ataques en países implicados en conflictos son seis veces más letales que aquellos que tienen lugar en países pacíficos.

Se registraron graves deterioros en muchos Estados del África Subsahariana (SSA en inglés), especialmente en el Sahel. El 48%, es decir, 3.461, de todas las muertes por terrorismo a nivel mundial ocurrieron en el SSA, con cuatro de los diez países con los mayores aumentos de muertes por terrorismo localizados en esa región: Burkina Faso, la República Democrática del Congo, Malí y Níger. Tres de estos están en el Sahel.

Un aspecto más positivo es que se produjo una mejora del 10% en las muertes causadas por el terrorismo en el SSA. Esta se puede atribuir al éxito de las operaciones de contrainsurgencia dirigidas contra Boko Haram, ya que las muertes provocadas por el grupo se redujeron en un 72% entre 2020 y 2021, descendiendo de 629 a 178. Nigeria registró el segundo mayor descenso de muertes. Esto supera la disminución general de muertes por terrorismo en el SSA. Los ataques del grupo también descendieron significativamente, reduciéndose a la mitad del año anterior, con 64 ataques.

El Sahel es motivo de grave preocupación. La expansión de las filiales del Estado Islámico (EI) condujo a un aumento del terrorismo en muchos países de la región. Como reflejo de la magnitud del problema, las muertes por terrorismo han aumentado en más de un 1.000% entre 2007 y 2021 en el Sahel. En Níger se duplicaron considerablemente en 2020, llegando a 588. Las muertes atribuidas a grupos extremistas islámicos como el Estado Islámico en África Occidental (ISWA), Jama’at Nasr al Islam wal Muslimin (JNIM), Boko Haram y Al Shabaab se extendieron hasta llegar a puntos tan al sur como Mozambique, aunque el 43% tuvieron lugar en el Sahel. La situación en esta zona se está deteriorando rápidamente, con ocho intentos de golpe de Estado en los últimos dieciocho meses en Burkina Faso, Malí, Guinea y Chad. Los factores subyacentes son complejos y sistémicos e incluyen el mal uso del agua, la falta de alimentos, la desnutrición, el crecimiento acusado de la población y la debilidad de los gobiernos. Además, la mayor parte de la actividad terrorista ocurre a lo largo de las fronteras donde el gobierno tiene un menor control. Para aumentar aún más esta complejidad, muchas organizaciones criminales se presentan cada vez más como grupos insurgentes islámicos.

JNIM es el grupo que está creciendo más rápidamente a nivel global, registrando el mayor aumento en la cifra de ataques y muertes en 2021. Fue responsable de 351 en ese año, lo que supone un incremento del 69%. En contraste, ISWA es el más letal en el Sahel, siendo responsable de un promedio de 15,2 muertes por ataque en Níger.

En Occidente, el número de ataques ha bajado sustancialmente en los últimos tres años, con caídas sucesivas cada año. Se registraron 59 ataques y 10 muertes en 2021, una disminución del 68% y 70% respectivamente desde su pico en 2018. En Europa, los extremistas islamistas llevaron a cabo tres ataques en 2021. Los atentados en Estados Unidos también cayeron al nivel más bajo desde 2015, con solo siete registrados en 2021. Ninguno fue atribuido a un grupo terrorista conocido. Las víctimas mortales en EE UU aumentaron ligeramente, de dos a tres entre 2020 y 2021.

El terrorismo por motivos políticos ha superado, actualmente, a aquel producido por motivaciones religiosas, que disminuyó un 82% en 2021. En los últimos cinco años, han tenido lugar cinco veces más ataques terroristas por motivos políticos que religiosos. Existen ahora similitudes notables entre las ideologías extremistas de extrema izquierda y extrema derecha, y ambas eligen como objetivos a figuras gubernamentales y políticas. Desde 2007, el 17% de los ataques terroristas de estos grupos han tenido como objetivo esta categoría.

Además, si bien se puede inferir la motivación, la mayoría de los ataques atribuidos a ideologías de izquierda o de derecha son perpetrados por individuos o grupos sin afiliación formal a una organización reconocida, y muchos de los factores subyacentes que los motivan son similares.

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Vista de los restos del ataque después de los ataques de Daesh sobre el pueblo de Degesman, en el sur de Kirkuk, Irak, el 31 de agosto de 2021. (Ali Makram Ghareeb/Anadolu Agency via Getty Images)

El EI siguió siendo el grupo terrorista más mortífero a nivel mundial, causando mayor cantidad de ataques y muertes que cualquier otro en 2021. Sin embargo, a nivel global, el 52% de todos los incidentes terroristas no se atribuyen a ningún grupo. A pesar de esto, la fuerza y ​​la influencia de Daesh y sus grupos afiliados —como el Estado Islámico-Provincia de Jorasán (ISKP), el Estado Islámico-Provincia de Sinaí (ISSP) e ISWA— están mostrando signos de declive. Veinte países experimentaron una muerte por terrorismo causada por el EI en 2021, una disminución respecto a los 26 del año anterior. Las muertes atribuidas a este grupo también descendieron en 2021, cayendo un 1,6% hasta las 2.066.

Las muertes en la región de Oriente Medio y África del Norte (MENA en sus siglas en inglés) se redujeron en un 14% hasta las 1.139, la cota más baja desde 2007, aunque los ataques se mantuvieron estables en 1.271. Por lo tanto, los ataques terroristas se están volviendo menos mortales en la región, con menos de una persona muerta de media por atentado en 2021, la tasa de letalidad más baja de la última década. En contraste, las regiones del SSA y el sur de Asia registraron más muertes que MENA.

El informe también analiza la relación entre la insurgencia, el conflicto y el terrorismo, así como la aplicación del pensamiento sistémico para comprender mejor las dinámicas de este y su impacto en la sociedad. Una vez que los grupos existen durante más de doce años, son muy difíciles de detener. En contraste, más de la mitad de todas las organizaciones terroristas no sobreviven más de tres años. Esto pone de relieve la necesidad de llevar a cabo operaciones antiterroristas mientras estos aún son incipientes.

Myanmar tuvo el mayor aumento de muertes por terrorismo, multiplicándose por veinte, de 24 a 521, en 2021. Este año marca la primera aparición del país en la lista de los diez países más afectados por el terrorismo, siendo la inestabilidad política actual la responsable de este aumento y es probable que crezca en 2022.

Níger registró el segundo mayor crecimiento de muertes por terrorismo, aumentando en un 129% hasta las 588, mientras que los ataques se mantuvieron constantes. El incremento de la letalidad se debe en gran medida a la creciente sofisticación y las cada vez mayores capacidades organizativas de ISWA.

Mozambique registró la mayor caída en las muertes por terrorismo, con 414 menos en 2021, una disminución del 82% respecto al año anterior. El descenso fue impulsado por las exitosas medidas antiterroristas contra el EI puestas en práctica por las fuerzas mozambiqueñas junto con Ruanda y la Comunidad de Desarrollo de África Meridional.

El sur de Asia sigue siendo la región con la peor puntuación media en el GTI en 2021, ya que registró 1.829 muertes por terrorismo ese año, un aumento del 8%, o, lo que es lo mismo, 137 muertes más. Pakistán sigue siendo uno de los diez países más afectados en 2021. Las muertes por terrorismo dentro de sus fronteras subieron ligeramente a 275, un aumento del 5% respecto a las 263 de 2020. No ha habido ataques terroristas ni fallecimientos en Sri Lanka por segundo año consecutivo. El peor año para el terrorismo fue 2019, cuando 197 personas murieron en 11 ataques.

A medida que las nuevas tecnologías se han vuelto más omnipresentes, también lo ha hecho su uso por parte de organizaciones terroristas. El ascenso del IED (artefacto explosivo improvisado) en Irak es un buen ejemplo, y provocó más del 70% de las muertes de las fuerzas estadounidenses en los cinco años que siguieron a 2001. Los smart phones que usan sistemas GPS son capaces de guiar drones baratos con precisión letal. Los ataques de misiles y drones se han vuelto cada vez más comunes. Otros avances como la inteligencia artificial, la impresión 3D o los vehículos autónomos pueden convertirse en armas en el futuro. Estos nuevos riesgos impulsarán futuros avances en las tácticas antiterroristas.

Los factores que estadísticamente se asocian más estrechamente al terrorismo varían según el desarrollo socioeconómico de un país. El terror político y la aceptación de los derechos básicos son comunes en todo el mundo. Para los países de la OCDE hay dos grupos estadísticos. Son medidas asociadas a la equidad social y a la aceptación de la violencia dentro de una sociedad. Esto último asociado con el terror político, el acceso a las armas y la militarización. Para los países menos desarrollados económicamente, los grupos estadísticos son instituciones débiles y fraccionamiento social. Las dos correlaciones más fuertes para este grupo fueron la Escala de Terror Político y las Quejas de Grupos.

El declive del terrorismo en Occidente coincidió con la pandemia de la Covid-19. Las restricciones a la libertad de movimiento, las reuniones públicas y los viajes, así como la amenaza inmediata a la salud personal, pueden ayudar a explicar parte de esta caída. Una vez que se eliminen las medidas de emergencia y las sociedades comiencen a convivir con la Covid-19, existe la posibilidad de un repunte en la actividad terrorista. Esto requeriría abordar los problemas subyacentes de la alienación.

Nota: Esta es la novena edición del Índice de Terrorismo Global (GTI en sus siglas en inglés). El informe ofrece un completo resumen de las principales tendencias y patrones globales del terrorismo durante la última década. El cálculo de las puntuaciones del GTI tiene en cuenta no solo las muertes, sino también los incidentes, los rehenes y las lesiones producidos por el terrorismo, ponderados durante un período de cinco años. Es elaborado por el Institute for Economics & Peace (IEP) utilizando datos de TerrorismTracker y otras fuentes. TerrorismTracker proporciona registros sobre ataques terroristas desde el 1 de enero de 2007. El conjunto de datos cubre más de 60.500 incidentes terroristas producidos durante el período de 2007 a 2021.

 

Traducción realizada por Natalia Rodríguez.