• We-Think: Mass Innovation, Not Mass Production
    (Pensamos: innovación en masa, no producción en masa)
    Charles Leadbeater, 290 págs.,
    Profile Books, 2008, Londres (en inglés)

Wikipedia. Howard Dean.  YouTube. Software de código abierto. eBay. Google. MySpace. “Tú” como personaje del año de la revista Time (en referencia a los millones de internautas que contribuyen a ampliar los contenidos de Internet). Craigslist. Facebook. Amazon. Dan Rathergate. La economía long tail. La Red sólo ha tardado alrededor de una década en crear su propio canon. Pero todos los cánones ocultan, al menos, tanto como lo que revelan. Y sobre todo en el caso de Internet, un explosivo medio sin filtros. Su dinámica social fomenta la producción de más artefactos culturales que nunca. Como consecuencia, el ciberespacio es más de todo: más amor, más odio. Más romance, más porno. Más análisis brillantes, más tonterías raperas.

¿Cómo organizar todo esto? Para Charles Leadbeater, periodista británico, escritor, consultor de gestión y ex asesor de Tony Blair, la Red significa que “más personas pueden colaborar con mayor eficacia en la creación de nuevas ideas”. En su nuevo libro, We-Think, publicado en marzo, describe un mundo en el que los individuos, las empresas y las sociedades ganan más compartiendo la información que siendo propietarias de ella. Curar enfermedades, educar a la población pobre y analfabeta, extender la democracia a cada rincón del planeta: todo es más probable mediante la transferencia de conocimiento que permite Internet. Como siempre, colgó online parte de un primer borrador del libro, abierta a los comentarios y críticas de su público.

Para el periodista, la importancia de la Red es que nos permite pensar juntos. En uno de sus capítulos, aborda los cinco principios clave que exige Pensamos: un grupo central de personas dedicadas a una idea o a un problema que resolver; una amplia red de colaboradores cuyos diversos puntos de vista ofrezcan más perspectivas; conexiones y herramientas para la comunicación entre esos grupos; una cooperación armoniosa y organizada, y la creatividad pura y dura. Pero su definición de Pensamos es bastante amplia: es “mi término para abarcar cómo pensamos, jugamos, trabajamos y creamos, juntos, en masa, gracias a la Red”.

Leadbeater explica sus argumentos con amenos relatos sobre individuos y proyectos que participan en el We-Thinking (pensamiento colectivo en Internet). Muchos son bien conocidos, como la labor independiente de los científicos que colaboran en el Proyecto Genoma Humano, el software abierto de Linux y la Wikipedia, pero también encuentra ejemplos nuevos que aún no están desvirtuados por el uso. Además, el periodista intenta huir del ciberutopismo, señalando que “el potencial de Internet para crear redes de colaboración y en gran medida con una organización propia ha sido aprovechado con más habilidad por los grupos terroristas”, así como por “fanáticos religiosos y neonazis, pedófilos y pornógrafos, jugadores y mafias del crimen organizado”.


Leadbeater es un optimista total, que predice que las instituciones reales empezarán a adoptar las características no jerárquicas, más flexibles y más creativas de Internet.


El resultado es un tour digital que nos lleva más allá de los límites que nos resultan familiares, con un guía más interesante que la mayoría. Sin embargo, Pensamos acaba por no tener más rigor que la forma en que “organizaremos nuestra inteligencia compartida”, ahora que la Red nos está haciendo más participativos. Con ejemplos tan obvios como Linux y Wikipedia, sería difícil sostener que la obra señala un fenómeno que nos hemos perdido. Incluso en los sitios que son sobre el “nosotros” o el “pensamos” de manera explícita –los Facebooks, YouTubes, y eBays– el We-Thinking, tal como él lo define, es raro: “Las personas que se reúnen en redes sociales online se descargan vídeos generados por los usuarios o charlan en la blogosfera no crean nada parecido a inteligencia colectiva. Por regla general, producen un murmullo ensordecedor o un consenso difuso”. El autor elige escribir sobre Pensamos no porque sea una idea novedosa o característica de la Red, sino porque él dice que es la agencia a través de la que Internet puede transformar las instituciones y las economías del mundo real.

Leadbeater es un optimista total, que predice que las instituciones reales empezarán a adoptar las características no jerárquicas, más flexibles y más creativas de Internet. “El estilo de organización de Pensamos se adapta particularmente bien al mundo en vías de desarrollo, donde los profesionales escasean, y las soluciones centralizadas y verticales no funcionarán en las poblaciones remotas”, señala, aludiendo al apoyo entusiasta de Brasil al software libre, y al éxito del periodismo ciudadano de OhmyNews en Corea del Sur. Leadbeater puede ser demasiado optimista acerca de proyectos específicos, como la máquina RepRap, un dispositivo similar a una fotocopiadora que puede fabricar piezas mecánicas a partir de imágenes en su ordenador. El autor lo compara con el replicador de Star Trek. Pero, lo que es más importante: no está claro que la innegable utilidad de Internet en el mundo en desarrollo vaya a deberse fundamentalmente al We-Thinking. De hecho, la pretensión principal del libro es su punto débil. Pensamos es un nombre, una forma de hilar materiales. Nos queda la sospecha de que no sea tanto un concepto como un título útil. Es difícil considerarlo como una idea bien formada, cuando Leadbeater afirma que los blogs son un mal ejemplo, porque suelen ser conversaciones unilaterales, pero que el famoso juego  World of Warcraft es “totalmente We-Think”. Tal vez la Red sólo parezca un lugar para el pensamiento y la colaboración creativa para un escritor que se pasa el día pensando y colaborando creativamente. La mayor parte de la Web no tiene nada que ver con el pensamiento, sino con el juego, el flirteo, el hacer amigos, el fardar, el adoptar nuevas identidades, la búsqueda de conceptos, el soñar despierto, el fantasear, la satisfacción de nuestra curiosidad y el cuidarse unos a otros.

¿No es posible que todo lo que queda fuera del alcance del pensamiento cooperativo tenga una influencia incluso mayor en las instituciones? ¿Es posible que el “murmullo” sea lo que da forma a nuestra democracia, nuestra economía y nuestra cultura? No es necesariamente un argumento contra el optimismo de Leadbeater. Sólo lo parece porque desde la óptica del Pensamos, lo que no encaja en el We-Thinking es como la frívola actividad normal de la chusma. Es posible que Internet como medio de conexión en sí tienda a mejorar nuestras instituciones y nuestra forma de vida.