Las nubes y claros han sido el clima preferido de los dictadores de la región que han alternado con su población y con la comunidad internacional entre una de cal y otra de arena.

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Doce meses después de que el joven Mohamed Bouazizi se inmolara, tres dictadores han sido derribados por su pueblo; el presidente sirio coletea como pez fuera del agua; el yemení intenta capear el ahora prometiendo para mañana y el resto intentan darse prisa en denunciar a las manzanas podridas del cesto, a fin de salvar su pellejo como el monarca marroquí, el saudí o incluso el jordano.

  • Soleado

Las mejores brisas las podría traer a la región un Túnez capaz de seguir el modelo turco que tanto clama, mientras que los militares finalmente ceden a un gobierno de transición en Egipto. El éxito de un sistema islámico en Túnez rompería con la visión de una excepción democrática en la región y el éxito económico incitaría a otros pueblos, incluso del Golfo, a imitarles. Igualmente, el islamismo contribuiría finalmente al juego político abiertamente.

  • Nubes y claros

Las nubes y claros han sido el clima preferido de los dictadores de la región que han alternado con su población y con la comunidad internacional entre una de cal y otra de arena. Los dirigentes aún en pie, la mayoría,  pueden optar una vez más por adaptarse, irreductibles en su apego al poder.  Llegando a un acuerdo con las clases económicas y cediendo en nuevas medidas de apertura política, pero no críticas a su supervivencia, podrían desviar la frustración e indignación del pueblo árabe a la espera de que los experimentos tunecinos y egipcios fracasen.

  • Tormentoso

El fracaso del futuro régimen/gobierno tunecino podría desanimar a futuros revolucionarios en la región. Más aun si el resurgir del islamismo político se convierte en una fractura entre las clases medias altas seculares y las masas más piadosas que han votado verde. Esta situación se recrudece en los países menos homogéneos y más fracturados como Siria, Egipto o Líbano. Por último el temor de una guerra civil es siempre el más tormentosos de los escenarios en Siria tras diez meses de conflicto interno; en Libia aún con rastros de enfrentamientos internos; en Argelia con una bomba de relojería demográfica y en Irak todavía por recuperarse. Las expectativas de crisis económica y el futuro descontento de los pueblos postrevolucionarios podría empeorar la situación.

Las grandes incógnitas que ayudarán a capear o no el temporal serán el rol que juegue Turquía como nuevo líder regional y la intervención extranjera ya sea militar o política.

Natalia Sancha, periodista freelance y analista política, reside en Beirut (Líbano).