
La estrategia terrorista del autoproclamado Estado Islámico va más allá de su propaganda de terror. En los países con intereses estratégicos sus ataques contra sectores clave como el turismo están orientados a deslegitimar gobiernos y abrir una brecha entre la población que facilite el reclutamiento.
La secuencia de atentados perpetrados por Daesh en varios países de mayoría musulmana durante la última semana del Ramadán ha sido una de las más mortíferas desde que el líder de la organización, Abu Bakr al Bagdadi, proclamara el llamado califato en junio de 2014. Durante una semana, ha acaparado portadas una detrás de otra, una técnica que remite al afán propagandístico que ya lograra con la reivindicación de atentados en suelo europeo o con la difusión de brutales ejecuciones (la mayoría en forma de decapitación) en Siria, Irak o Libia.
La magnitud de las matanzas en Turquía, Líbano, Irak y Arabia Saudí consideradas en conjunto le ha dado empaque y ha engendrado nuevas preguntas: ¿ha perdido Daesh su capacidad militar y ha emprendido una estrategia más alqaedista? ¿Está ganando o perdiendo la guerra?
“Con la pérdida de sus ciudades en Irak y Siria, nos encaminamos hacia un giro más estratégico”, apunta el analista francés y autor de État islamique, le fait accompli, Wissam Nasr, “es una forma de incrementar su capacidad de golpear con fuerza allí donde estén”. Es el caso de Asia, donde Daesh ha abierto (o eso intenta) un nuevo escenario para su expansión en el que beneficiarse del poder de reclutamiento de acciones como la crisis de rehenes en la que murieron 22 personas en un café frecuentado por la comunidad internacional en el barrio diplomático de Daca, Bangladesh.
El ataque, y la posterior réplica que dejó cinco muertos durante la celebración del Eid, es parte de una campaña que ha golpeado también a Filipinas o Indonesia, y amenaza a India y Malasia, países donde es posible cooptar combatientes extranjeros herederos de una tendencia yihadista que ya aprovechase Al Qaeda. Como apuntaba en su comparecencia ante miembros del Congreso de EE UU el experto del Instituto Brookings, Joseph Chinyong Liow, el arraigo de Daesh en el Sureste Asiático es aún relativo, como en África subsahariana, pero puede crecer si la organización decide centrar allí su interés ante una eventual pérdida de fuerza en países árabes y Occidente.
No es la primera vez que Daesh aprovecha el mes de Ramadán para golpear en Oriente Medio y el Norte de África. En los últimos años, además, el Ramadán coincide con la temporada estival, de la que se aprovechan los destinos mediterráneos que han convertido el turismo en uno de los pilares fundamentales de su economía. Desde esta óptica, la acción terrorista de Daesh en el Mediterráneo adquiere una dimensión estratégica distinta que va ...
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