Un policía afgano en la escena de un atentado terrorista en Kabul (Afganistán). (Wakil Kohsar/AFP/Getty Images)
Un policía afgano en la escena de un atentado terrorista en Kabul (Afganistán). (Wakil Kohsar/AFP/Getty Images)

El Índice de Terrorismo Global de 2016 revela que en 2015 las cifra totales de atentados y muertes por terrorismo descendieron en ambos casos en un 10%.

La investigación que presenta este informe pone de relieve un conjunto de dinámicas del terrorismo global que son complejas y en rápido cambio. Mientras que, por un lado, las estadísticas de los titulares destacan una mejora en los niveles de terrorismo global, la continuada intensificación del terrorismo en algunos países es motivo de una seria preocupación y refleja la naturaleza fluida de la actividad terrorista moderna. La complejidad del ITG de este año se pone de manifiesto en el hecho de que aunque 76 países mejoraron sus puntuaciones, en comparación con los 53 que las empeoraron, la calificación general global se deterioró un 6% desde el año pasado, ya que muchos países que se habían visto afectados moderadamente experimentaron niveles récord de terrorismo.

El ITG de 2016 revela que se ha producido un cambio en el patrón de los últimos cuatro años. El 2015 fue testigo de cómo el número total de muertos descendía en un 10%, la primera caída desde 2010. El número de países que registraron una muerte por terrorismo también bajó en uno. Este descenso en las muertes por terrorismo es atribuido fundamentalmente al debilitamiento de Boko Haram y Daesh tanto en Nigeria como en Irak a causa de las operaciones militares en su contra. Sin embargo, la expansión de las actividades de ambos grupos a otros países está planteando nuevas amenazas en otras partes del mundo. Boko Haram se ha extendido a Níger, Camerún y Chad, aumentando la cifra de personas que ha asesinado mediante el terrorismo en estos tres países en un 157%. Mientras tanto, Daesh y sus socios pasaron a ser activos en 15 nuevos países, elevando el número total de naciones en las que fueron activos a 28. Esta es fundamentalmente la razón de que una cantidad récord de países alcanzara el nivel más alto de terrorismo registrado en un solo año de los últimos 16.

Se produjo un descenso de un 10% en relación a 2014 en el número de muertes por terrorismo en 2015, con un total de 3.389 personas asesinadas menos. Irak y Nigeria juntos registraron 5.556 muertes menos y 1.030 ataques menos que en 2014. Sin embargo, con una cifra global de 29.376 muertes, 2015 fue todavía el segundo año más letal del que se tiene constancia hasta la fecha.

Mientras que el debilitamiento de Daesh y Boko Haram en sus áreas centrales de operaciones en Irak y Nigeria es positivo, este cambio ha coincidido con dos tendencias negativas clave que han hecho subir el terrorismo en el resto del mundo. La primera es el giro en las tácticas del Estado Islámico hacia el terrorismo transnacional, no solo extendiéndose a otras partes de Oriente Medio sino también a Europa. La segunda tendencia negativa clave es la expansión de Boko Haram a los países vecinos de África Occidental, lo que ha provocado que Camerún y Níger asciendan hasta los puestos 13 y 16, respectivamente, del ITG.

Acompañando a estas dos tendencias negativas clave se produjo un incremento del número de grupos asociados al Estado Islámico que cometieron atentados. La cifra de países que han sufrido más de 25 muertes se elevó a 34, un aumento de 7 que la convierte en el dato más alto registrado hasta la fecha. Al menos 6 países experimentaron un deterioro muy significativo de sus puntuaciones en el ITG en 2015, produciendo grandes cambios en el ranking respecto al año anterior. Esto explica el empeoramiento conjunto de la puntuación global del índice de un 6%, ya que estas caídas tuvieron más peso que las importantes mejoras en Nigeria e Irak. Entre los países que empeoraron: Francia, Turquía, Arabia Saudí, Kuwait, Túnez y Burundi.

En Europa, las tácticas transnacionales de Daesh en combinación con atentados llevados a cabo por terroristas que actuaban en solitario inspirados por este grupo aumentó los niveles más altos jamás registrados en terrorismo. Esta subida se pudo sentir en muchos países de la OCDE dando como resultado un alza del 650% en las muertes, llegando a las 577 por tan solo 77 en 2014. El papel del Estado Islámico en este crecimiento fue significativo, ya que la mitad de estas 577 muertes estuvieron conectadas con el grupo. Los ataques de Daesh en París, Bruselas y la capital de Turquía, Ankara, se situaron entre los más devastadores de la historia de estos países y reflejan un preocupante regreso del terrorismo transnacional cometido por grupos que solía estar más asociado a Al Qaeda antes e inmediatamente después del 11 de septiembre.

Es importante señalar que aunque se ha intensificado la atención de la comunidad internacional sobre Daesh y sus actividades en Irak y Siria, el año pasado resultó ser el más letal de los talibanes en Afganistán. Las muertes causadas por éstos tanto en actos terroristas como en los campos de combate aumentaron significativamente en 2015. El terrorismo aumentó un 29%, hasta alcanzar las 4.502 muertes, y los fallecimientos en combate subieron un 34%, hasta superar los 15.000.

Este complejo panorama global estuvo rodeado de algunos focos de noticias más positivas gracias a las cuales muchos otros países experimentaron mejoras en sus niveles de actividad terrorista. Se rompió con la tendencia anterior de aumentos anuales en el número de naciones que habían experimentado actividad terrorista. Se produjeron también avances a la hora de hacer frente a grupos terroristas mediante coaliciones internacionales, lo que condujo a una reducción de las muertes en República Centroafricana, Somalia y Sudán. Pakistán continuó experimentando un declive en sus niveles de terrorismo a causa de las luchas internas de su mayor grupo en activo, Tehrik e Talibán Pakistán (TTP), así como a las operaciones del Ejército paquistaní en las áreas tribales bajo administración dederal. Se siguieron registrando mejoras en India, que históricamente ha experimentado altos niveles de actividad terrorista. De igual modo, Tailandia contabilizó la cifra más baja de muertes por terrorismo desde 2005, pese al atentado en Bangkok de 2015 que causó 20 víctimas.

El impacto económico global del terrorismo en 2015 fue en gran medida comparable al del año anterior, y le costó a la economía internacional 89.600 millones de dólares (unos 83.000 millones de euros). Pero aunque esta es una cifra significativa por derecho propio, es importante resaltar que el impacto económico del terrorismo es pequeño comparado con otras formas importantes de violencia. Esta cantidad solo supone un 1% del impacto económico global total de la violencia, que alcanzó los 13,6 billones en 2015 (PPA). Solamente, en situaciones de intensa actividad terrorista, como en el caso de Irak, son muy significativos los costes del terrorismo. Para la economía iraquí fue el equivalente al 17% del PIB en 2015.

El análisis estadístico de los motores de la actividad terrorista muestra que existen dos conjuntos de factores diferenciados asociados con el terrorismo, dependiendo de si el país está desarrollado o en vías de desarrollo. El primer grupo de factores estrechamente vinculados a la actividad terrorista son la violencia política cometida por el Estado y la presencia de un conflicto. La investigación revela que el 93% de todos los atentados terroristas entre 1989 y 2014 se produjeron en países con altos niveles de terrorismo patrocinado por el Estado, incluyendo asesinatos extrajudiciales, tortura y prisión sin juicio previo.

Más del 90% de todas las muertes por terrorismo ocurrieron en países envueltos en algún tipo de conflicto, ya fuera interno o internacional. El 0,5% de los atentados tuvieron lugar en países que no padecían conflictos o terror político.

Al analizar las correlaciones del terrorismo existen diferentes factores que son estadísticamente significativos dependiendo del nivel de desarrollo. En los países de la OCDE, los factores socioeconómicos como el desempleo juvenil, la militarización, los niveles de criminalidad, el acceso a las armas y la desconfianza en el proceso electoral son los factores estadísticamente más significativos correlacionados con el terrorismo. Esto contribuye a reforzar algunos de los conocidos motores de la radicalización y el extremismo. En los países en desarrollo, una historia de conflicto, los niveles de corrupción, la aceptación de los derechos de los demás y las desigualdades basadas en la pertenencia a un determinado grupo están relacionadas más significativamente con la actividad terrorista.

Los actos terroristas individuales son impredecibles pero el informe subraya algunos patrones estadísticos en común que contribuyen a determinar la letalidad de las organizaciones terroristas, las tendencias en sus tácticas y la efectividad de las operaciones antiterroristas.

El informe ITG de 2016 refuerza el hecho de que el terrorismo es una forma de violencia altamente concentrada, fundamentalmente cometida en un número pequeño de países y por un pequeño número de grupos. Los cinco países que han sufrido un mayor impacto del terrorismo son Irak, Afganistán, Nigeria, Pakistán y Siria, y acumularon un 72% de todas las muertes por terrorismo de 2015. De modo similar, solo cuatro grupos fueron responsables del 74% de todas estas muertes: Daesh, Boko Haram, los talibanes y Al Qaeda.

Aunque el terrorismo como forma de violencia tiene unas consecuencias psicológicas muy importantes sobre las sociedades que lo sufren, pero existen otras maneras que resultan más devastadoras. Los grandes conflictos armados provocaron más muertes en 2015, así como la destrucción a gran escala de economías. La tasa global de homicidios es 15 veces mayor que la tasa de muertes por terrorismo.