
Los Estados deben conocer y emplear apropiadamente la terminología para evitar situaciones de pánico y mantener la seguridad.
En el tiempo de las fake news no podemos dejar de preguntarnos cómo damos por hecho tantas informaciones que no son ciertas, o concedemos tanta credibilidad a la aplicación de cierta terminología para algunos supuestos, mientras que para otros iguales ni siquiera lo pensaríamos.
A pesar de que no existe un consenso sobre ciertas definiciones tendemos a identificarlas con casos concretos o con colectivos sociales o religiosos determinados; así, por citar un ejemplo existen distintas interpretaciones del significado del vocablo terrorismo, además de distintos tipos, aunque tengamos claro los efectos que produce. La Unión Europea ha definido los delitos de terrorismo a través de Decisiones Marco como una combinación de elementos objetivos (asesinato, lesiones corporales, toma de rehenes, extorsión, comisión de atentados, amenaza de perpetrar cualquiera de los hechos anteriores, etcétera), y subjetivos (actos cometidos con el objetivo de intimidar gravemente a una población, desestabilizar o destruir las estructuras de un país o una organización internacional u obligar a los poderes públicos a abstenerse de realizar un acto). También define lo que es un grupo terrorista. Existen otras definiciones por parte de otras organizaciones internacionales y por parte de distintos autores como puede ser la del psiquiatra forense y exoficial de control en la CIA, Marc Sageman, quien comenta acerca del terrorismo que es “una categorización pública de violencia política por parte de actores no estatales durante el tiempo de paz interno”.
El término terrorista no corresponde exclusivamente a colectivos concretos como a aquellos musulmanes que cometen actos terroristas, sino también a aquellos que ejecutan actos terroristas cuando desafían el orden social establecido y perpetran asesinatos, como pueden ser aquellos cometidos por grupos ya sean de extrema izquierda o extrema derecha. La radicalización con inclinación a la violencia se produce en distintos colectivos, de hecho, existen desde foros que enaltecen el terrorismo yihadista hasta foros de supremacistas blancos. Según la experta, Sahar F. Aziz, en EE UU: “desde 2000 a 2015, el número de grupos de odio aumentó en un 56%, lo que incluye una gran cantidad de grupos “Patriotas” antinmigrantes, anti LGBTI, antimusulmanes y antigubernamentales. Y desde 2014 hasta 2015, el número de grupos radicales de derecha aumentó en un 14%”.
Por otra parte, solemos en muchos casos identificar radicalización como sinónimo de terrorismo cuando no toda radicalización implica necesariamente violencia, ni siquiera en el caso de aquellos individuos que tienen ideas radicales o extremas. No es lo mismo ser un radical extremista violento que un radical extremista o no extremista, en los casos mencionados la diferencia se basa en la acción violenta per se.
Lo que sí parece claro es que no solo los actores que no son estatales pueden radicalizarse hacia la violencia sino también aquellos considerados como actores estatales. Preguntarnos por el marco de acción política legítima de estos últimos es algo fundamental, sobre todo a la hora de utilizar una terminología determinada. Existe una ...
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