Las piezas de su móvil o su camiseta favorita podrían estar hechas por niños, ya que 186 millones de menores son activos económicamente en el mundo, más de la mitad de ellos realizando actividades peligrosas. A pesar de que el trabajo infantil ha disminuido un tercio desde 2000, en Asia y África subsahariana estos abusos son moneda corriente y aceptados socialmente. Pero no hace falta irse tan lejos, en una Europa donde los más pequeños están sufriendo de manera directa los efectos de la crisis, la erradicación de esta lacra es aún una asignatura pendiente. La comunidad internacional se ha fijado 2016 para acabar con las peores formas de trabajo infantil. Queda poco tiempo y demasiado por hacer.