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Tractor en Mariupol, Ucrania. Brendan Hoffman/Getty Images

El efecto de la invasión tendrá consecuencias en los países de Oriente Medio y podría determinar sus apoyos.

En las redes sociales circula un vídeo en el que un tractor Belarus conducido por un agricultor ucraniano remolca un blindado ruso MT-LB que se ha quedado tirado sin gasolina. Uno de cientos, según informan fuentes cercanas al Gobierno de Kiev. La imagen, más allá de la posible parodia o de las metáforas fáciles de David y Goliat o el agricultor contra el soldado, representa esa dicotomía del campo frente a la industria pesada, y guarda elementos simbólicos que pueden servir como ilustración de por qué lo que ocurre en Europa del Este afecta a Oriente Medio y los países del Golfo. Y también por qué la respuesta a la invasión ha sido tan tibia. Egipto, Emiratos Árabes Unidos (el único país árabe que ocupa un puesto temporal en el Consejo de Seguridad de la ONU, se abstuvo dos veces en las votaciones del Consejo sobre la invasión) y Qatar se han limitado a pedir una solución pacífica del conflicto, mientras que Marruecos, Kuwait y Jordania han rechazado el uso de la fuerza, Líbano condena la invasión y Siria la defiende. La Liga Árabe sólo ha hecho una llamada a la diplomacia. Cuatro días después de la invasión. Así que ambos vehículos representan de algún modo los elementos que determinan esa postura en la región, esa ambigüedad en las posiciones, y de qué modo unos y otros salen beneficiados o perjudicados por esta guerra.

 

Racionar el pan

Ucrania ha sido considerado históricamente el granero de Europa, pero en los últimos años se ha convertido también en uno de los principales proveedores de grano a Oriente Medio. Esta región fue el tercer mayor importador de trigo de Ucrania entre 2020 y 2021, según el Departamento de Agricultura de EE UU. Más del 40% de las recientes exportaciones de trigo ucraniano se dirigieron únicamente a Oriente Medio y África. Lo mismo ocurre con la potencia invasora. Rusia era en los 70 uno de los principales importadores de trigo pero en las últimas dos décadas ha reconvertido su producción, que se ha incrementado en un 60% desde los 2000, convirtiéndose en exportadora. Su principal destino es Oriente Medio.

Rusia y Ucrania juntas representan el 29% de las exportaciones mundiales de este cereal, según el informe Wheat Outlook 2022 publicado en febrero por el Departamento de Agricultura de EE UU (USDA, en sus siglas en inglés). Cualquier interrupción de las exportaciones podría hacer que los precios se disparen, en un momento en el que el alza global en los alimentos está cerca de los máximos históricos de la última década, y en una parte del mundo en la que muchos dependen del pan para cubrir sus necesidades alimentarias básicas. Dada la dependencia de los países en la región de Rusia y Ucrania para suplirlas, el efecto de la invasión podría ser mucho peor que en otros lugares.

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Un chico carga pan de pita en Egipto. Insights/Universal Images Group via Getty Images

Por ejemplo Egipto, donde ya empiezan a notarse los efectos y el Gobierno buscaba alternativas antes incluso de que Moscú se decidiera a invadir Ucrania, depende de ambos Estados para su seguridad alimentaria. Son los mayores exportadores de trigo a Egipto, según el portavoz del Gabinete de ministros egipcio, Nader Saad. Rusia es su principal proveedor; Ucrania es el segundo. El país del Nilo, que también es el mayor importador de trigo del mundo, compró el 80% de su trigo a Rusia el año pasado, según Saad. Una cantidad que cubre casi el 90% de sus necesidades. Rusia es también el principal proveedor de trigo de Turquía, aunque ambos han estado reduciendo su dependencia de los rusos y aumentando las importaciones de la Unión Europea (Rumanía) y Ucrania. En lo que va de 2022 Egipto ha importado más trigo de Ucrania que en todo el año comercial 2020-21, según el informe Wheat Outlook 2022. Líbano también recibe el 50% de su trigo de Ucrania, mientras que Yemen compra en torno al 14% de este país.

El Fondo Monetario Internacional advertía hace unas semanas de cómo se incrementaría el precio de la energía y de las materias primas en muchos lugares en caso de guerra. En Oriente Medio esa dependencia alimentaria agravaría las crisis subyacentes. La región será una “víctima importante” del conflicto entre Rusia y Ucrania, auguraba Abeer Etefa, portavoz del Programa Mundial de Alimentos para Medio Oriente, dado que el trigo sería el producto básico más gravemente afectado y que en la región procede en gran parte de los dos Estados enfrentados.

Una escasez a largo plazo podría agravar una situación de seguridad alimentaria, ya de por sí grave en algunos países de la región donde casi 69 millones de personas, casi el 9% del total mundial, no están bien alimentadas, según un informe de Naciones Unidas de 2020. Muchos en naciones devastadas por conflictos como Siria y Yemen. Al menos ocho millones de personas están en riesgo de hambruna en este último, según datos del Programa Mundial de Alimentos (PMA). Ambos dependen del trigo ucraniano que compra y les suministra el PMA. En Egipto, donde viven más de 100 millones de personas, casi las dos terceras partes necesitan las ayudas del pan subsidiado por el Gobierno para sobrevivir. Una interrupción del suministro sería catastrófica para casi 60 millones de egipcios, pero también lo será para la ya maltrecha economía local el aumento de los precios. El coste del trigo ejerce una enorme presión sobre el presupuesto estatal por lo que llevan años estudiando cómo acabar con el programa de subsidios. Dichas ayudas al pan le cuestan al Gobierno unos 3.200 millones de dólares, o alrededor del 2% del presupuesto 2021/2022, y se esperaba que la subida de precios incrementara el gasto en 763 millones este año fiscal, según datos del Ministerio de Economía, sin contar con la potencial subida en mitad de esta escalada. Si bien Egipto asegura que ha diversificado hasta importar de otros 14 países, no está claro que puedan cubrir la escasez durante esta crisis, según el portavoz del Gabinete de ministros egipcio, Nader Saad, por lo que ha instado a los ciudadanos a racionalizar el consumo de pan. Dicen que tienen reservas para cuatro meses.

¿Entonces por qué esa tibieza en Oriente Medio en la condena a la guerra?

 

Los productores de petróleo inclinan la balanza

El incremento en los precios de los combustibles también se cierne sobre los Estados de Oriente Medio y el Norte de África, para bien o para mal. El barril de crudo sobrepasó el día que empezó el conflicto los 100 dólares por primera vez desde 2014. Rusia es el segundo mayor productor de petróleo del mundo, solo por detrás de Estados Unidos. Los rusos proporcionan a Europa más del 40% de su suministro de gas natural, según Eurostat, la oficina de estadísticas de la UE. Una gran parte de ese suministro pasa por Ucrania. En el corto plazo, los exportadores de petróleo y gas del Golfo se beneficiarían de mayores ingresos por exportaciones. Sin embargo, la presión de la inflación, especialmente en los alimentos, será una carga en toda la región MENA y los Estados del Golfo serán una fuente de la que otros esperarán apoyo financiero si se cumplen los peores augurios.

Estados Unidos lleva meses preparándose para lo que está sucediendo y celebrando reuniones para lograr un aumento de la producción de gas natural licuado en caso de que peligre el suministro de energía de Europa. Apenas unos días antes de la invasión, Arabia Saudí recibió la visita de oficiales estadounidenses que quieren que el país del Golfo incremente el bombeo para paliar la potencial crisis energética. Los saudíes sin embargo, han sido reticentes hasta ahora a cualquier cambio en la producción debido a sus compromisos con la OPEP+, el consorcio de países productores de crudo que incluye a Rusia.

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Banner con la imagen del presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo sirio, Bashar al Assad. Pavlo Pakhomenko/NurPhoto via Getty Images

La Administración de Joe Biden ha estado también buscando el apoyo de sus socios en Oriente para las sanciones dirigidas por EE UU contra Rusia por su invasión de Ucrania. Sin embargo la respuesta de la Liga Árabe refiriéndose a la invasión como “crisis” y pidiendo una solución diplomática, deja claro que no van a oponerse de plano al gigante ruso de momento, ¿por qué? Seguridad alimentaria y soberanía energética, como el tractor y el blindado, son las cargas que dividen a los países en la región. ¿Quién puede más? Tampoco hay oposición social, ni se han visto protestas masivas como en otros lugares del mundo. Pesa que se vea a los ucranianos como víctimas de primera clase, y a ellos como tercermundistas.

Entre los Gobiernos locales que apoyan abiertamente la invasión (Siria), los que están en contra como Líbano y Kuwait, y los que prefieren ver los toros desde la barrera, como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Qatar y Egipto, son este último bloque los que más peso tienen en la política regional. Aquellos que dependen del trigo para mantener su seguridad alimentaria, deben mantenerse neutrales en principio. Los que, como Riad necesitan mantener su alianza OPEP+, que Arabia Saudí codirige con Rusia, como clave para su recuperación económica, pero tampoco puede decepcionar a su socio estadounidense, prefieren la ambigüedad. Riad, Abu Dhabi y El Cairo han estrechado lazos comerciales con Rusia en los últimos años, particularmente en defensa, mientras Washington se mostraba reticente a venderles armamento, en el caso de los dos países del Golfo debido a la preocupación por las bajas civiles en la guerra en Yemen. Los rusos representan también una de sus principales fuentes de turistas.

Aunque es pronto para hablar de las consecuencias políticas en Oriente Medio del movimiento de Rusia, lo cierto es que serán tan importantes como las económicas. Sus vínculos con la región han permitido a los rusos escapar del aislamiento que Occidente intenta imponerle tras la anexión de Crimea en 2014 y el conflicto en la región de Donbass, en Ucrania. Todo ello a pesar de su intervención decisiva en Siria. Por el momento, y a pesar del efecto inmediato en forma de inflación y potencial carencia de trigo, Oriente Medio intentará evitar posicionarse en un conflicto que está más cerca de lo que parece, mientras la invasión rusa de Ucrania podría hacer tambalear, en el largo plazo, la confianza de estos países en que Moscú siga comportándose como un actor confiable. El escenario, en Oriente Medio, se tornaría arenoso y Vladímir Putin habría perdido lo avanzado en los últimos años.

Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Cultura