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Un grupo de personas con mascarillas durante una visita a la pagoda de Shwedagon, en Birmania. (Paula Bronstein/Getty Images )

He aquí las claves para entender como afectará el coronavirus al sector turístico en el mundo.

Resulta difícil escribir sobre cualquier aspecto relacionado con la economía en estos momentos ante la grave crisis sanitaria que afecta ya a todo el planeta y especialmente España, pero creo que es preciso ir analizando las consecuencias socioeconómicas y medidas a implementar en un sector estratégico como el turismo por lo que contribuye en generación de empleo, riqueza e inversión no solo en España, también a nivel global.

Sin duda, el sector turístico es un reflejo de las consecuencias resultadas de esta pandemia. Desde que comenzara en China en diciembre de 2019 hasta ahora se ha paralizado, debido a que la inmensa mayoría de países no permiten atravesar sus fronteras por mar, tierra o aire. Sólo se admiten repatriaciones de turistas para que puedan volver a sus hogares y viajes muy justificados.

Antes de abordar esta crisis es preciso echar la vista atrás para poner en valor al sector en la esfera global, puesto que está atravesando uno de sus momentos más duros desde la Segunda Guerra Mundial, momento desde el que empezó experimentar un auge progresivo. En 1950 se habían registrado aproximadamente 20 millones de personas que viajaron al extranjero por turismo. En el año 2000, los números habían aumentado a 700 millones y llegó a 1.500 millones de personas en 2019, según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Es decir que en los últimos 19 años las cifras de turistas se han duplicado y se han multiplicado por 75 si comparamos los datos registradas en el año 2019 con los de 1950.

Además, el sector turístico se ha erigido como uno de los que más empleo y riqueza contribuye a nivel global, según datos del Consejo Mundial del Viaje y Turismo (WTTC por sus siglas en inglés). Para la OMT, en 2018 este sector, último año disponible en cuanto a estadísticas globales, empleaba a 319 millones de empleos, lo que representa uno de cada diez trabajos y generó el 10,4% del PIB mundial. El turismo lleva creciendo desde el año 2000 en cuanto ingresos también, de hecho, aumentó un 3,9% en 2018 con respecto al año anterior y se estima el mismo incremento para 2019.

Aun así, no son pocos los golpes que ha recibido el turismo y que han hecho tambalear al sector, como la crisis financiera asiática en 1997, los ataques terroristas en septiembre de 2001, el tsunami del Sureste Asiático en 2004, la crisis financiera global de 2008, la Primavera Árabe, el ébola, etc. provocando una caída del número de turistas, los ingresos y las inversiones entre otras. Durante esas crisis, su comportamiento fue desigual, algunas regiones incluso incrementaron sus turistas.

Y, ¿cómo consiguió el turismo sortear esas otras crisis? El sector, debido a que depende en gran medida de la estabilidad del destino turístico, se ha ido adaptando a esas circunstancias implementando medidas desde el ámbito público y reforzando aquellas áreas que hicieron mella en él, como por ejemplo la seguridad ante atentados, la higiene y la salud ante situaciones de sanidad, las inversiones en infraestructuras, etc. Esta crisis sanitaria supone un nuevo desafío para el sector turístico, las crisis mencionadas anteriormente tenían como común denominador que estaban localizadas geográficamente y tuvieron una consecuencia internacional, esta pandemia ha afectado globalmente.

Desde el punto de vista del sector privado, el turismo se ha ido transformando, primero con la digitalización, fue uno de los primeros mercados en habilitar las reservas online, habilitar canales de comunicación con el cliente para saber su grado de satisfacción, segmentación por nicho de mercado en los medios digitales, etcétera. También se ha reorganizado mediante fusiones y adquisiciones o la aparición de compañías de bajo coste. A esto hay que añadir el interés de los grandes fondos de inversión en ciertos segmentos de la cadena de valor del sector que ofrecen una buena rentabilidad. En definitiva, se ha profesionalizado aún más. Lo que lo hace resiliente y favorece su sostenibilidad.

La pandemia ha afectado y afectará al turismo de sol y playa sin duda, pero también al de negocios y congresos. Desde el inicio de la crisis del COVID-19, se han cancelado o aplazado centenares de congresos y ferias en todo el planeta. En cada una de estos aplazamientos y cancelaciones se produce a su vez un efecto dominó que afecta igualmente a hoteles, transporte, restauración y ocio. En España, por ejemplo, cuando se canceló el Mobile World Congress de Barcelona causó un agujero de 40 millones de euros para el sector de la restauración.

El coronavirus está afectando también al turismo de deportes, tras el aplazamiento de los Juegos Olímpicos, el acontecimiento deportivo más importante del planeta supondrá una merma del PIB de Japón para este año 2020 entre 0,5-0,8%, según Fitch Solutions.

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Una mujer visita la página del museo virtual Mecklenburg-Vorpommern durante una exhibición virtual. (Jens Büttner/picture alliance via Getty Images)

Las consecuencias de esta pandemia son tremendas y aún se están evaluando, aun así, tanto la OMT y la WTTC lanzaron algunas previsiones a principios de marzo: 50 millones de puestos de trabajo estarían en riesgo, el negocio mundial se podría reducir en un 25%, Asia sería la región más afectada, el decrecimiento de turistas se situaría entre el 1 y el 3% con respecto al año anterior, las pérdidas de ingresos turísticos estarían entre 30.000 y 50.000 millones de dólares y las PYMES turísticas, que representan el 80% de las empresas sector, serían las más expuestas

A finales de marzo la situación cambió y en una nueva actualización la OMT, la organización estimaba el descenso de turistas entre el 20 y 30% comparado con respecto al año 2019. Lo que supondrá perder el incremento de turistas durante los últimos 5-7 años. En cuanto al impacto en las remesas internacionales de los turistas, se estima que descenderán entre 300-450 mil millones de dólares. Las cifras han evolucionado a la baja debido al mayor impacto de la pandemia en Estados Unidos y en Europa a los inicialmente calculados.

Por otro lado, la OCDE estima que cada mes de confinamiento estricto se restan dos puntos al PIB como media y el impacto (debido al confinamiento que limita la movilidad) será más severo en países en los que el turismo tiene mayor peso en la economía.

Según los cálculos de la OCDE, este impacto inicial adverso de las medidas de confinamiento será peor en Grecia, con una caída de casi el 35% de la actividad, por delante de Japón, con la pérdida de algo más de un 30% y México, con una disminución del 30%, por delante de Alemania y de España, con un impacto negativo algo inferior al 30%.

El sector turístico tendrá que volver a mostrar su resiliencia aplicando diferentes medidas cuando esta crisis sanitaria pase. El WTTC ya está trabajando con varios países para idear posibles soluciones como por ejemplo simplificar la concesión de visados, flexibilizar las normas a los medios de transportes, mejorar la concesión de permisos de trabajo al sector, promover incentivos fiscales o aumentar los presupuestos de promoción del destino.

En definitiva, esto supondrá un nuevo punto de inflexión. Los gobiernos una vez pase esta crisis tendrán que idear diferentes soluciones para reactivar el sector turístico, teniendo en cuenta además el largo plazo, es decir, se deben realizar inversiones que garanticen que el país está preparado ante otra posible crisis sanitaria, dará mucha tranquilidad al turista y a las empresas que quieran invertir en el sector en dicho país.

Igualmente, el sector privado se enfrenta a un gran reajuste en todos los niveles y necesitará reinventarse. Probablemente, medidas ya anunciadas e implementadas como los incentivos fiscales y despidos temporales no sean suficientes a corto plazo para el sector ya que de manera previsible muchas de las empresas menos consolidadas acabarán absorbidas por otras compañías de mayor tamaño y otras muchas simplemente tendrán que reducir su tamaño o desaparecerán.

Una de las acciones por las que debe apostar el sector privado es la digitalización, ya que le permitirá reducir costes, aumentar su productividad y rentabilidad. Si implementan medidas o herramientas como la automatización de procesos, inteligencia artificial, big data, blockchain, etcétera, el sector será más sostenible y resiliente.

Esta no es la única medida a implementar, el sector privado se tiene que readaptar a los posibles nuevos hábitos de viaje que producirá esta pandemia como efecto colateral, muchos turistas querrán ir a destinos seguros donde haya un buen sistema sanitario en caso de cualquier incidencia y que la aerolínea garantice que ante cualquier situación pueda volver lo antes posible a su hogar, aumentarán las compras con seguro de cancelación y contratarán con las agencias de seguro cobertura sanitaria internacional.

El trabajo en equipo es crucial. El sector público y el privado deben trabajar conjuntamente y con el apoyo de organismos supranacionales como la OMT y el WTTC e implementar soluciones que permitan reabsorber el empleo que se puede llegar a perder, aunque sea de forma escalonada, y mitigar el impacto negativo que sufrirán las empresas del sector.

Los efectos de esta pandemia producirán despidos en todos los sectores y pérdidas de poder adquisitivo. Previsiblemente se cancelarán muchos viajes previstos de largas distancias y se producirán dentro del territorio nacional, debido a dicha pérdida de poder adquisitivo y también por querer ayudar al tejido empresarial local. Se producirá una especie de desglobalización, término que se está poniendo de moda debido a esta crisis.

Hay otro factor que hay que tener en cuenta, las posibles secuelas psicológicas que influirán en nuestros hábitos de vida, seguramente muchos querrán evitar grandes aglomeraciones, aspecto que va en contra de las compañías de bajo coste, e ir a lugares donde existan garantías en higiene y sanidad.

Pero a medida que se vaya recuperando la economía, y la población pueda volver a trabajar y desaparezca la incertidumbre, volverán las reservas y los viajes de media y larga distancia, siempre y cuando se vayan implementando las diferentes acciones que ya se han descrito, porque la competencia de destinos será brutal y ganará aquel que mejor se haya adaptado a esta nueva situación.

El sector turístico podrá contribuir a la recuperación socioeconómica, pero primero él mismo y las autoridades competentes deben implementar diferentes planes de recuperación para que a su vez pueda producirse un efecto positivo en otros sectores de la economía y se recuperen puestos de trabajo, inversiones y consumo.

Ahora sólo falta saber cuándo acabará esta crisis sanitaria para volver a viajar y poder conocer nuevos rincones de nuestro país y nuevos territorios para así poder conocer otras culturas, disfrutar o descansar y sobre todo para poder olvidar toda esta pesadilla.