guerrasUcrania
Una puerta con impactos de bala en el pueblo de Holma cerca de Horlivka, ciudad cercana al frente, región Donetsk. (Valentin Sprinchak\TASS via Getty Images)

El comediante reconvertido en presidente de Ucrania Volodímir Zelenski, elegido en abril de 2019, ha aportado nuevas energías a los esfuerzos por poner fin al conflicto que desde hace seis años enfrenta a Kiev con los separatistas respaldados por Rusia en la región de Donbás, en el este del país. Y si bien la paz parece un poco más plausible que hace un año, está lejos de poder darse por descontada.

El predecesor de Zelenski, Petro Poroshenko, negoció los acuerdos de Minsk de 2014-2015, cuyo objetivo era poner fin al conflicto del Donbás; estos recogen la reintegración en Ucrania de las áreas controladas por los separatistas a cambio de su autonomía, o “estatus especial”. Pero los acuerdos siguen sin implementarse ya que Kiev y Moscú discrepan en sus detalles y secuenciación.

Zelenski prometió lograr la paz durante su campaña. E interpretó su aplastante victoria, y la de su partido, en las elecciones de 2019 como un mandato para hacerlo. Comenzó negociando retiradas por ambas partes de la primera línea del frente y un alto el fuego con Rusia y sus aliados. En septiembre, llegó a un acuerdo con el presidente ruso Vladímir Putin para realizar un intercambio de prisioneros. Al mes siguiente, dio su respaldo a la llamada Fórmula Steinmeier, presentada en 2016 por Frank-Walter Steinmeier, entonces ministro de Asuntos Exteriores de Alemania y ahora su presidente, quien propuso elecciones en áreas controladas por los separatistas que activarían el estatus especial y la reintegración en Ucrania, primero de forma provisional y luego, si la votación resultaba creíble, de modo permanente.

La interpretación de Zelenski de esta fórmula requería el control de Ucrania en esos territorios antes de la votación. Sin embargo, inmediatamente se enfrentó a una negativa reacción interna por parte de una insólita coalición de organizaciones de veteranos del Ejército, grupos de extrema derecha e intelectuales públicos. En contraste, Moscú y los líderes separatistas dieron la bienvenida a la aceptación de la fórmula por parte de Zelenski, a pesar de sus condiciones.

En diciembre, Zelenski y Putin se reunieron en París con Macron y la canciller alemana, Angela Merkel. Los líderes no lograron alcanzar un acuerdo sobre la secuencia de implementación de los acuerdos de Minsk pero la reunión finalizó con planes para un alto el fuego más amplio, una mayor desmovilización en las posiciones de primera línea, un aumento de la supervisión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y nuevos puntos de cruce para civiles en la línea de contacto que separa las fuerzas ucranianas y las separatistas.

Los detractores de Zelenski en su propio país parecen satisfechos de que no hiciera concesiones extremas en París. Esto le ha dado más margen de maniobra. Si las cosas van según lo planeado, la próxima reunión en Francia, programada para la primavera, debería abordar otros componentes del acuerdo de Minsk, incluyendo las amnistías, más retiradas de tropas y una vía para reintegrar en Ucrania las áreas controladas por los separatistas.

Hay muchas cosas que podrían salir mal. Los planes para el alto el fuego y para la retirada de tropas podrían fracasar y los combates podrían recrudecerse. Incluso si todo va bien, Zelenski necesita que Moscú se comprometa con el proceso para que haya una oportunidad de lograr la paz. Hasta ahora, sin embargo, aunque Rusia se ha mostrado más dispuesta a tratar con Zelenski que con su predecesor, sus posiciones fundamentales permanecen inalterables: niega ser parte del conflicto que inició, en el que combatió y que financió. Insiste en que Kiev debería negociar el autogobierno del Donbás con los líderes separatistas.

La paz ofrecería claros dividendos para Ucrania y generaría beneficios para Rusia: podría conllevar el alivio de sanciones y eliminaría la carga que supone el apoyo económico y militar a las zonas controladas por los separatistas. De sus aliados occidentales, Zelenski necesita toda la ayuda que pueda conseguir mientras continúa su ofensiva para conquistar con su encanto el este de Ucrania y sigue intentando dialogar con Moscú.

El artículo original ha sido publicado en International Crisis Group