Tanques esperando para ser subidos en un tren en el Este de Ucrania, región de Donetsk. (Sergei Supinsky/AFP/Getty Images)
Tanques esperando para ser subidos en un tren en el Este de Ucrania, región de Donetsk. (Sergei Supinsky/AFP/Getty Images)

Mientras la violencia en el este y la crisis en las relaciones entre Ucrania y Rusia continúan, el debate sobre el apoyo occidental a Kiev se centra en el tema del envío de armas a Ucrania. El país está en un estado de profunda crisis a todos los niveles. Tiene que luchar y hacer reformas al mismo tiempo. Su economía está en una profunda crisis y su moneda se ha devaluado más de un 60% en unos pocos meses. La consolidación democrática está lejos de completarse y el esfuerzo de la guerra no anima a hacer reformas políticas más profundas. La corrupción que mermó al Estado ucraniano en el pasado no está erradicada en absoluto. Por consiguiente, el hecho de proveer de armas a Ucrania no proporcionará por sí solo una solución mágica ni supondrá el rescate de la orientación prooccidental de Kiev. Lo que Ucrania necesita son amplias ayudas comparables al Plan Marshall provisto por Estados Unidos para Europa occidental a finales de los años 40.

Sin embargo, tal y como sucedió con el Plan Marshall, Ucrania también necesita los medios para defenderse, y proporcionarle armas es un elemento evidente de apoyo a Kiev. He aquí tres argumentos esenciales por los que Occidente debería suministrar armas a Ucrania.

Ante todo, Ucrania no quiere disponer de armas para fines ofensivos. No desea atacar a ningún otro Estado, pero necesita defender su propio territorio. Hace algo más de un año, Rusia infringió el Derecho Internacional al anexionarse el territorio ucraniano de Crimea. Desde entonces, Rusia ha adoptado la doctrina de intervenir en cualquier lugar en el que residan minorías de etnia rusa. Eso incluye el sureste de Ucrania, donde operan unidades rusas, pero también franjas de Bielorrusia, Kazajstán y Moldavia y otros Estados que pertenecían a la antigua Unión Soviética, incluidos miembros de la OTAN y de la Unión Europea en la región del Báltico.

Un embargo que debilita a Ucrania. Mientras que los separatistas disponen de armas gracias a Rusia y la propia Rusia interviene en el este de Ucrania, Occidente ha aprobado un embargo de facto que perjudica al Estado víctima de una agresión extranjera. Eso ha generado un desequilibrio de poderes en el sureste de Ucrania, donde los separatistas aumentan sin cesar su capacidad de actuar, mientras que las fuerzas ucranianas se ven reducidas.

El argumento de que proveer de armas a Ucrania intensificaría el conflicto, mientras que no hacerlo lo desactivaría, no se sostiene. A día de hoy, Ucrania no ha recibido apoyos y no por ello el conflicto se ha reducido, sino que se ha agudizado. Claramente, Rusia ha interpretado que el hecho de que Kiev no tenga ayuda es una muestra de debilidad que no ha hecho más que fomentar la incursión rusa en el territorio ucraniano.

El envío de armas no bastará para rescatar al Estado ucraniano, pero es un elemento indispensable para permitir que el país sobreviva a una agresión extranjera. Si no le proporcionamos los medios necesarios para defender su soberanía, en los próximos meses habrá otro país que también vera la suya violada. Una vez que la situación afecte a los Estados miembros de la UE y de la OTAN, a Occidente no le quedará más remedio que reaccionar, y entonces nos enfrentaremos a una crisis mucho más grave que la actual.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

 

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