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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha anunciado este año que, en la primera mitad de 2012, solo se diagnosticaron 396 casos de la enfermedad del gusano de Guinea, la mitad de los encontrados en la primera mitad de 2011 y muchísimos menos que los millones de enfermos en África y Asia durante los 80. La OMS cree que, en el transcurso de los dos próximos años, el gusano de Guinea se convertirá en la segunda enfermedad conocida, después de la viruela, que podrá considerarse totalmente erradicada.

La enfermedad es un mal parasitario, muy doloroso, causado por un gusano largo y fino que crece en el interior del cuerpo del paciente, normalmente en las articulaciones y las extremidades, después de que lo haya ingerido en aguas contaminadas. Aunque no suele ser fatal, debilita al enfermo durante meses, y puede provocar terribles perjuicios económicos en la comunidad a la que afecta. No existe una cura conocida, y el único remedio es sacar el gusano a través de una ampolla de la piel, una operación brutal y dolorosa que, en opinión de algunos especialistas, quizá fue la inspiración del antiguo símbolo del bastón y la serpiente que representa a la profesión médica. Se sabe que es una enfermedad que aqueja a los seres humanos desde hace miles de años, y se han hallado gusanos de Guinea incluso en los cuerpos de momias egipcias. Aunque en otro tiempo era corriente en toda Asia y Oriente Medio, el gusano debe su nombre a que estaba muy extendido por la costa occidental de África.

El triunfo en la guerra contra el gusano es fruto de muchos años de trabajo. En 1986, el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, junto con la OMS y el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, encabezó una campaña para eliminar la enfermedad del gusano en una época en la que afectaba a 3,5 millones de personas. A diferencia de otras enfermedades, la ofensiva contra el gusano de Guinea se ha centrado, no en desarrollar una cura, sino en educar a la gente sobre su difusión y en mejorar la calidad del agua en las zonas afectadas. El 99% de los casos que sigue habiendo están en Sudán del Sur, recién independizado, así que es posible que la erradicación total del gusano dependa de que se pueda mantener la frágil paz que vive el país.