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La participación política es una herramienta para reflejar la actual diversidad europea. La UE debe dar un impulso a la participación de las mujeres en la política para que formen parte de las agendas y del lenguaje político y social y para que sus ideas, opiniones y necesidades estén reflejadas. Es necesario empezar a trazar un futuro para la igualdad de género en Europa.

La Unión Europea parece decidida a eliminar las desigualdades y a promover la igualdad de género en todas sus actividades. Sin embargo, a pesar de que son muchos los avances conseguidos, una cosa sigue estando clara: la UE sigue siendo desigual y en los últimos tiempos (inmersos en la pandemia mundial por la COVID19) y debido a la tecnología, se ha ralentizado, estancado o incluso en algunos ámbitos ha retrocedido. Como muestra están los numerosos casos de acoso, la intimidación y los insultos en las redes sociales que tienen repercusiones cotidianas en la vida de las mujeres y las niñas y que se dirigen de manera desproporcionada a las mujeres en la política.

El Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE) de la UE hace un análisis comparativo de la brecha de género a lo largo de los años. En el índice de 2019, se observa que a pesar de que se ha avanzado en la última década, el proceso ha sido lento y aún existen diferencias considerables por países, por ejemplo el país de la Unión que encabeza la lista con mejores datos es Suecia, que alcanza los 83,6 puntos, y en segundo lugar se sitúa Dinamarca con 77,5. En el lado contrario, la parte baja de la tabla la ocupan Grecia y Hungría, ambos por debajo de 52 puntos, lo que supone un amplio margen de mejora para los próximos años. España no sale mal parada y obtiene 70,1. Tampoco todos los resultados son iguales en las mismas materias; sanidad y educación están mejor que empleo o acceso a recursos económicos y financieros o liderazgo.

En el año 2019, con la renovación de las instituciones de la UE, la cuestión de la igualdad de género parecía que volvía a ocupar un lugar en la agenda política con el firme apoyo de la primera mujer presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la creación de una Cartera de Igualdad que recaía en la figura de Helena Dalli. Más recientemente, en marzo de 2020, la Comisión publicó A Union of Equality: Gender Equality Strategy 2020-2025. Una estrategia que se basa en un planteamiento dual de medidas específicas para lograr la igualdad de género combinadas con una mayor integración en la perspectiva de género en todas las fases del diseño de políticas tanto interna como externamente.

Al observar el último Eurobarómetro, este indica que la igualdad de género es prioritaria para los ciudadanos, junto con los derechos humanos y la libertad de expresión. Es más, para los europeos esta cuestión es crucial para poder tener una sociedad más justa y democrática, y es fundamental para la economía. Entonces, ¿por qué no se avanza más rápido?

 

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Sesión plenaria del Parlamento Europeo. (NICOLAS MAETERLINCK/BELGA MAG/AFP via Getty Images)

Radiografía de la evidencia

Aunque el Global Gender Gap 2020 muestra a cinco países de la UE dentro de los 10 primeros en el ranking global, la representación de la mujer, particularmente, en la política es la más baja, a nivel mundial y regional. El CCRE es tajante: “la política en Europa sigue estando en manos de hombres”. A día de hoy, solo el 32,2% de los parlamentarios nacionales de la Unión son mujeres. En las elecciones europeas de 2019, el 39% de los diputados al Parlamento elegidos fueron mujeres, frente al 37% en 2014. En concreto, IPU-UN Women map, que establece una mapeo anual de la situación de las mujeres en política en todo el globo, en la clasificación que hace de los países con más mujeres en los parlamentos nacionales, de entre los 20 primeros puestos solo aparecen tres Estados miembros: Suecia, Finlandia y España.

Para saber cuál es el estado real, es necesario contar con datos detallados que contemplen otras cuestiones específicas de mayor calado como, por ejemplo: qué porcentaje de mujeres ocupan cargos de poder, qué representación tienen en las listas electorales, quién dirige los partidos políticos, etc. En todas ellas, las mujeres pierden. Pero, hay que ir incluso más allá, y analizar no solo lo macro, sino lo micro. El documento, Women in Politics: Local and European Trends no sorprende al leer que la mujer está infrarrepresentada en los gobiernos locales y además las cifras varían considerablemente entre países: con Suecia y Finlandia a la cabeza.

La Unión Europea puede jugar un papel fundamental para hacer de catalizador hacia los Estados y, además, dispone de los instrumentos para implementar los cambios necesarios. Sin embargo, todavía no se ha logrado la igualdad entre mujeres y hombres en ningún ámbito, incluidos los de toma de decisiones en ningún país. Manon Deshayes, experta en políticas y campañas en European Women’s Lobby, señala que “la actual pandemia no ha hecho más que arrojar una fuerte luz sobre las numerosas desigualdades a las que se enfrentan las mujeres cada día -y también las ha empeorado-, incluso en lo que respecta al espacio que ocupan en la toma de decisiones, ya sean políticas o económicas”. Menciona que la representación excesiva de los hombres es un grave problema de democracia: las políticas y las decisiones están formadas en su mayoría por experiencias masculinas y no tienen en cuenta las vividas por más de la mitad de la población europea, lo que tiene graves consecuencias en sus vidas.

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A pesar de que aquí analizamos la situación de la mujer en participación política en la UE, no es posible desvincularla del papel general en otros campos o sectores económicos y sociales. ¿Cuál es la situación en la esfera europea? ¿Hay algún segmento en el que haya una mejora? Sí, pero, una vez más, no solo se avanza despacio sino que, tal y como refleja el Índice de Igualdad de Género de la UE 2019, hay un retroceso general en la igualdad y los derechos, incluso en la lucha institucional contra la violencia de género.

Son muchas las desigualdades estructurales que persisten entre hombres y mujeres como: la mayor responsabilidad en cuidados (de media las mujeres invierten 22 horas por semana en tareas domésticas o cuidados, los hombres 9), la desigualdad en la independencia económica, la violencia, la permanencia de estereotipos entre ambos sexos. Pero podemos seguir. La brecha salarial es del 15,7%, la de las pensiones del 30,1% o las que se producen en el mercado laboral del 11,6%. Por poner la guinda con otro dato que refleja cuán importante es combatir los estereotipos, el 44% de los europeos considera que el cometido más importante de una mujer es cuidar de su hogar y su familia, el 43% cree que el del hombre es ganar dinero.

Un aumento de la participación de las mujeres en el mercado de trabajo tiene un fuerte efecto positivo en la economía, que les permite configurar sus propias vidas, desempeñar un papel público y ser independientes económicamente. Según Eurostat (con datos fechados en marzo 2020), la tasa de empleo de las mujeres en la UE nunca antes había sido tan elevada, sin embargo, muchas de ellas siguen enfrentándose a obstáculos para incorporarse al mercado laboral y permanecer en él. Además, la crisis provocada por la COVID19 ha golpeado a las mujeres en este sector más fuerte que a los hombres, tal y como aseguran numerosos estudios como el de Brookings. Incluso, se empieza a hablar de si podría haber una recesión femenina. El motivo: la economía golpea con más fuerza a las mujeres. Algunas están estructuralmente infrarrepresentadas en el mercado de trabajo, a pesar de que en Europa hay más mujeres que hombres con titulación universitaria. Las normas sociales discriminatorias y los estereotipos relativos a las capacidades de las mujeres y los hombres contribuyen a esa falta de representación. El porcentaje de hombres que trabajan en el sector digital es 3,1 veces superior al de las mujeres. Y es que una de las cuestiones en las que más se está haciendo énfasis en los últimos años ha sido la brecha digital asociada al género.

 

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¿Dime tu género y te diré a quién votas?

Un estudio de Oxford University Press muestra la conexión entre el proceso democrático y el género, es decir, el comportamiento político está estrechamente ligado a si eres hombre o mujer, y esto afecta, sin lugar a dudas, al comportamiento electoral y a la participación en todas las democracias.

La participación en política ha sido, tradicionalmente, menor en las mujeres que en los hombres. A pesar de que en los últimos años se han hecho progresos, esa situación perdura en diferentes actividades desde la adhesión a los partidos políticos hasta la asistencia a manifestaciones, pasando por el interés político y el debate. Pero hablar de mujeres de manera homogénea sería un error. Entonces cabe preguntarse: ¿cómo varían las acciones y situaciones en los diferentes grupos?

Tradicionalmente, las mujeres eran más conservadoras en ideología que los hombres debido, sobre todo, al rol de madres y de amas de casas. Sin embargo, existen imprecisiones en esta afirmación y difieren según los estudios por falta de información, estudios y datos. Varían mucho los análisis dependiendo de los países y de las políticas que en su momento, estuvieran implementando cada uno de los gobiernos (no siempre tenían que venir de partidos socialdemócratas). En tiempos algo más recientes esto cambió. Como señala Marta Fraile, científica titular en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos – CSIC: “A partir de los 80, en Europa el voto de las mujeres se ha escorado a la izquierda del espectro ideológico, optando por opciones socialdemócratas en las urnas en mayor medida que los hombres, lo que se conoce con el nombre de ‘la brecha moderna de género’ en el voto. Esta tendencia es más acusada a partir de las generaciones nacidas durante el baby boom de los 70 del pasado siglo”. De acuerdo con un estudio de Oxford Academy, este cambio se fue produciendo a medida que se emancipaban económicamente.

Algunos estudios muestran que en los años recientes el voto de las mujeres en los partidos populistas de extrema derecha ha aumentado en algunos países. Una nueva generación de mujeres blancas enfadadas está ascendiendo a puestos de liderazgo y encabezan las manifestaciones de algunas ciudades europeas. ¿Por qué se acercan a grupos que se han opuesto tradicionalmente al feminismo? En muchos casos porque se han sentido traicionadas o desencantadas de los partidos de izquierda o centro y la extrema derecha ha sabido verlo y actuar para atraerlas. Por ejemplo, en Italia o en Francia, los partidos populistas de derechas han sido particularmente hábiles en ganarse a las mujeres que solían votar por la izquierda. En Alemania, y otros países, sus mensajes se dirigen en concreto a cuestiones sensibles para las mujeres tocando temas como la inmigración. En particular la procedente de países musulmanes. Sin embargo, Fraile opina diferente y señala que los estudios muestran que siguen siendo los hombres los que se decantan por este voto ultraderechista. “En cambio, las mujeres parecen mostrar menor propensión a votar estas opciones por considerarlas demasiado extremistas”. Una idea interesante que también aporta Fraile es ver cómo al radicalizarse los discursos sobre igualdad de género las diferencias entre hombres y mujeres en las urnas seguirán creciendo.

 

mujeresdiversidad¿Qué se puede hacer?  

Para poder empezar se deberían definir primero los retos en esta cuestión en Europa. El documento, Advancing Women’s Political Participation localiza cuatro: el debilitamiento de los mecanismos de igualdad de género que se ha ido sucediendo debido a los recortes presupuestarios que normalmente vienen con las crisis económicas, como la de 2008 y la que se espera con la pandemia de COVID19. La falta de datos desglosados que constituye un obstáculo para abordar la discriminación por motivos de género. La necesidad de que los partidos políticos y sus dirigentes fomenten la participación política de la mujer. Por último, una creciente tendencia al sexismo y a la incitación al odio en la política.

Lo esencial es abordar esos obstáculos mediante la incorporación de la perspectiva de género con un doble enfoque. Para la experta del European Women’s Lobby, “en primer lugar, hay que incorporar las perspectivas de la mujer en todas las esferas y, en segundo, elaborar medidas positivas específicas para cerrar las brechas de género”, que será, apunta, “la única forma de lograr la igualdad en la adopción de decisiones”. Sería algo así como un “círculo virtuoso”: al poner en marcha esas políticas, más mujeres podrán aportar sus experiencias y contribuir a la aplicación de políticas más beneficiosas para todos, de manera no discriminatoria. ¿Cómo se hace todo eso?

Una manera sería atacar a las causas profundas que provocan esa desigualdad es imprescindible para promover una mayor participación de las mujeres en la vida política en todos sus hemisferios. Impulsar medidas tanto legislativas como no legislativas para garantizar que los representantes políticos reflejen realmente la diversidad y la riqueza de los ciudadanos de la UE. Asegurar que cuenten con financiación y recursos adecuados. Además de incorporar la perspectiva de género para garantizar que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres de acceder y participar en los espacios de adopción de decisiones. Algunas cuestiones toman cada vez más fuerza en algunos Estados miembros y, sobre todo, desde las instituciones europeas; por ejemplo, el Parlamento Europeo acaba de lanzar La Semana Europea de Igualdad de Género. En cualquier caso, he aquí otras recomendaciones breves que podrían implementarse:

¡Legislar! Es imprescindible crear una sólida base normativa para tratar de aumentar el número de mujeres en la política. La UE cuenta con tratados que contienen artículos específicos sobre igualdad de género, pero en los últimos años existen algunos ejemplos recientes de retrocesos e incluso regresiones en lo que respecta a la causa de la mujer en ciertos Estados miembros. Cambiar la ley es relativamente más fácil que cambiar años de mentalidad enraizada en prácticas discriminatorias hacia la mujer.

Cambiar el enfoque. Crear un enfoque y un trabajo cooperativo que involucre a instituciones internacionales, europeas, nacionales, regionales y locales, Estados, sociedad civil y organizaciones en favor de la igualdad, que de forma conjunta se responsabilicen de introducir esos cambios en todos los niveles. Por ejemplo, los partidos políticos, podrían elaborar planes de acción en materia de género. Las instituciones nacionales e internacionales deberían realizar análisis de género después de las elecciones. Los organismos locales tendrían que mantener datos desglosados por género. Los Estados podrían establecer un sistema de cuotas para que las mujeres entren en los parlamentos nacionales y crear después un entorno que les permita permanecer más tiempo en los mismos. Bélgica, Francia e Irlanda ya han establecido este sistema. Además, Deshayes incide en la necesidad de “incluir a las organizaciones de derechos de la mujer en los procesos pertinentes de adopción de decisiones, mediante consultas”.

Crear un ecosistema social. Aquí entrarían en juego la educación, el papel de los hombres y la responsabilidad de los medios de comunicación. La educación es un factor crucial para favorecer los procesos democráticos y conseguir avanzar en la mejora de la situación de las mujeres en las sociedades. Amplificando conocimientos y educando en las aulas y a diferentes niveles se asegura un trazado futuro de sociedades más sostenibles e inclusivas. Es a través de la educación por la que se amplifica el conocimiento y se consigue mayor reconocimiento social. Del mismo modo, es fundamental el papel que juega el hombre en la ecuación, porque no es una cuestión de mujeres sino de construcción de sociedades sólidas y eso no es posible sin involucrar a todos los ciudadanos. Cada vez son más el número de hombres (sin datos precisos) que se suman y existen iniciativas interesantes en este sentido. Otro factor clave son los medios. Deben asegurarse de que hacen coberturas más equilibradas. Existen cada vez más organizaciones que lanzan campañas como #ParityInAction que abogan por una mayor participación de las mujeres en los medios. En Europa, las mujeres son solo una cuarta parte de las personas que son escuchadas o leídas en los medios de comunicación.

La responsabilidad de los partidos políticos. Como en este artículo lo que se analiza es el papel de la mujer en la política, los partidos deben ser una de las cuestiones a cambiar. Aquí entraría no solo el visibilizar y favorecer la participación de las mujeres en política, sino introducir todos los reglamentos internos necesarios y planes de acción para asegurarse de que existe una igualdad real. La mayoría de los líderes de los mayores partidos políticos en la UE siguen siendo hombres.

Nadie se queda fuera. Todas las mujeres que forman los grupos vulnerables deben formar parte del proceso porque sus necesidades también deben estar reflejadas. Esta es una de las cuestiones en la que ha hecho hincapié la Comisión en The Gender Equality Strategy 2020-2025: la interseccionalidad. “Todas las mujeres son diferentes y en muchos casos tienen que enfrentarse a una discriminación basada en diversas características personales. Por ejemplo, una mujer, migrante y con alguna forma de discapacidad entraría dentro de tres grupos distintos de discriminación. Hay que fomentar un liderazgo y una participación inclusiva y diversa para impulsar nuevas ideas y planteamientos que sean mucho más innovadores y así crear sociedades sostenibles, dinámicas y justas.

Un buen momento para exponer la situación sería durante la Conferencia sobre el Futuro de Europa. Aquí deberían participar en igualdad todos los ciudadanos y la sociedad civil para que compartan sus experiencias en materia de derechos de la mujer, además de representantes de las distintas instituciones nacionales y europeas. Así se pondría sobre la mesa la cuestión de la representación de la mujer en la toma de decisiones políticas en la UE. Además, se podrían establecer prioridades y trazar planes de acción.

Para conseguir una democracia representativa (a nivel europeo, nacional, regional y local), las oportunidades deben ser iguales. Las mujeres tienen que tener el mismo papel que los hombres en la participación democrática y muchos de los cambios que han de hacerse ya están estudiados y analizados, ahora hay que ponerlos en práctica. Según la propia CE, está comprobado que disponer de más talento y capacidades contribuye a mejorar la toma de decisiones y la gobernanza empresarial e impulsa el crecimiento económico. Una democracia sin igualdad de género es una democracia a medias e incompleta.

 

Este artículo forma parte del especial

Contar con la ciudadanía: algunas ideas para la Conferencia sobre el Futuro de Europa 

CONTAR CON LA CIUDADANÍA_ ALGUNAS IDEAS PARA LA CONFERENCIA SOBRE EL FUTURO DE EUROPA (4)

 

Con la colaboración de:

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